Cecilia Osorio
Son mamíferos, aves, anfibios y roedores autóctonos cuya existencia está amenazada. El naturalista Juan Carlos Chebez opinó que “es una provincia modelo pero hacen falta más reservas naturales”.
En las márgenes del valle Pehuenche, en el sudoeste de Mendoza, una rana hacía de los arroyos su hábitat y comenzaba así una especie que nos diferenciaría en el mundo. Probablemente, luego del paso del hombre y las obras para la construcción de un cruce internacional, este anfibio sea nada más que una sombra.
La historia de la rana nos hace caer en una cuenta que con seguridad es regresiva: Mendoza es la provincia con mayor cantidad de especies únicas o endemismos en el país y, como contracara, muchas de ellas están prontas a desaparecer. “Son especies que no se ven en los libros de distribución masiva porque su presencia es muy puntual en una zona”, relató en diálogo telefónico desde Buenos Aires el naturalista y conservacionista Juan Carlos Chebez sobre el caso mendocino.
Este experto en especies en peligro de extinción documenta en el libro Los que se van (Albatros, 2001) las especies de mamíferos, reptiles, anfibios y aves cuya existencia está amenazada. Una lagartija en El Nihuil, lagartos del cerro Nevado, el tucotuco de Guaymallén. La lista de ejemplares mendocinos vulnerables si se quiere es innumerable.
“Esto que parece ciencia ficción no lo es. Estamos terminando con especies vitales para nuestra subsistencia”, opinó el especialista.
Los culpables
Para Chebez, el motivo número uno de la extinción es la transformación de los ambientes. Para tener una idea basta con saber que en el último siglo Argentina perdió 70% de sus bosques nativos y sólo la construcción del Nihuil significó para la provincia 9.600 hectáreas de superficie anegada.
A modo de ejemplo, el también autor de Guía de las Reservas Naturales de Argentina (Albatros, 2005), contó el caso de la lagartija del Nihuil. “Existe allí antes de que se llenara el embalse, con lo cual se vio severamente perjudicada y eso derivó en que se trasladara a los actuales médanos. Esos terrenos fiscales están promovidos por el Gobierno provincial para hacer una reserva. Antes de que se la conserve pasó un rally por encima. Imaginate dónde quedó la pobre lagartija”, ironizó el especialista.
Si bien el naturalista recalca que “Mendoza tiene una característica de ser una geografía con muchos endemismos, especies que son únicas”, hay otras distribuidas en este territorio originarias de otras regiones. “El águila coronada tiene una amplia dispersión en la zona seca del país hasta Río Negro. Como es un águila grande el hombre fue acabando con ella. Para anidar necesita árboles grandes como los algarrobos, que en Mendoza fueron desapareciendo”.
Para Chebez, ésta “es una provincia modelo” por sus institutos de investigación, la escuela de guardaparques y técnicos en la dirección de recursos. Sin embargo, todavía faltan cosas por hacer. “Es necesario planificar hasta dónde nos expandimos y construir más reservas”, aconsejó Chebez, quien acotó que en el caso del tucotuco de Guaymallén –un roedor que no existe en otras provincias–, parte de su amenaza se debe a la expansión periférica de los mendocinos. “No es una cuestión de cuidar las plantitas y los animalitos porque son lindos. Hay que salvar a las especies para evitar alteraciones en los ecosistemas y la pérdida de recursos vaya a saber cuán importantes”, dijo.
Diario Uno, 08 – 02 – 09
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