Carlos Campana
La trágica vida de los africanos Videla y Aycardo. Guerreros “libertos” radicados en Mendoza, que con la promesa de conseguir su libertad lucharon en las batallas contra los realistas.
Las vidas de Juan Videla y Antonio Aycardo fueron marcadas por un destino cruel. Fueron atrapados de niños en su Angola natal, trasladados en barco hasta América del Sur y convertidos en esclavos. Su único pecado fue haber nacido negros. Sin saberlo, se transformaron con el tiempo en los últimos dos guerreros de nuestra Independencia.
Libertad condicional Durante el siglo XVII y XVIII, llegaron desde el continente africano gran cantidad de hombres de raza negra, que eran comercializados como esclavos. El destino final era el virreinato del Perú, pero debían primero llegar al puerto de Buenos Aires y luego a Mendoza, en donde se quedaban un tiempo - cuando la cordillera estaba cerrada – para luego viajar a territorio chileno y después embarcarse en el puerto de Valparaíso para seguir al Perú.
La mayoría de los esclavos provenían de Angola y el Congo. En Mendoza, cientos de ellos eran comprados por importantes hacendados españoles, quienes luego de adquirirlos, los bautizaban. Así se encontraban esclavos con apellidos Maza, Benegas, Videla, Mayorga, Sosa, Aycardo o Barcala.
Como muchos de ellos, Juan Videla y Antonio Aycardo fueron criados por sus respectivas familias, realizando tareas domésticas. Hasta 1816.
Durante la preparación del Ejército de los Andes, se incorporó una importante cantidad de “libertos", a quienes se les prometió la libertad a cambio de cinco años de servir al ejército. Tanto Videla como Aycardo fueron sumados al batallón de infantería N° 8.
En enero de 1817, partió aquel batallón desde el campo de instrucción por el camino de los Patos hacia la cordillera, con el objeto de liberar Chile. Muchos de estos valientes africanos fallecieron por el frío o la enfermedad de la altura llamada "soroche".
Leer todo el artículoVidela como Aycardo nunca perdieron las fuerzas para sobrevivir, y días después, el Ejército Libertador había vencido su primer enemigo: la cordillera de los Andes. Pero todavía faltaba un gran sacrificio, derrotar a los realistas.
El 12 de febrero de ese año, el General San Martín con todo su ejército se enfrentó a las tropas realistas del brigadier Maroto en la cuesta de Chacabuco. Era una mañana de mucho calor, Videla y Aycardo lucharon valientemente contra los españoles. Su batallón fue uno de los protagonistas principales de aquella batalla y llevó la peor parte, al combatir contra el aguerrido batallón Talavera. Ambos guerreros siguieron cosechando laureles, al luchar en la gloriosa jornada de Maipú, el 5 de abril del año 1818.
En 1820, se inició una nueva fase del plan de San Martín. Su objetivo era la ciudad de Lima y otra vez, Videla y Aycardo fueron trasladados con su batallón hacia el puerto de Valparaíso y embarcados hacia las costas del Perú. Casi un año después, Lima fue liberada de los realistas por el General San Martín, quien con sus tropas entró en la "ciudad de los reyes" y el Libertador declaró su independencia. En 1823, comenzó la retirada de varios batallones hacia nuestro país. Muchos esclavos como Videla y Aycardo tenían la esperanza de volver a su Cuyo adoptivo y así poder dar con la libertad tan ansiada.
Sin pena ni gloria
Al regresar al territorio cuyano, todo había cambiado. Mendoza, San Juan y San Luis se habían dividido y el país vivía un caos político e institucional. De los 1.000 negros libertos que habían partido en 1817, muy pocos llegaron vivos a nuestra provincia. Sí fue el caso de Videla y Aycardo. Ambos obtuvieron el grado de sargento y portaban orgullosos en sus chaquetas dos medallas que les fueron entregadas luego de Chacabuco y Maipú. Ante la falta de trabajo y la crisis que se vivía en la época, Juan y Antonio, se enrolaron en las filas de los federales. Estuvieron varios años luchando a las órdenes del caudillo José F. Aldao.
Tarde pero seguro
Tiempo después de enfrentarse varias veces con la muerte en sangrientos combates, los sargentos Videla y Aycardo, volvieron a la vida civil. Juan, sin trabajo, se ganaba la vida pidiendo limosna. A Antonio le fue un poco mejor, al trabajar como carpintero.
El gobierno argentino, nunca les reconoció el sacrificio que habían hecho al dar su sangre por la patria. Recién en 1863, y después de reclamar varios años, la Provincia les otorgó a ambos una pensión de 2 pesos mensuales, por los servicios prestados en la gesta libertadora. Fue la provincia de Mendoza el único gobierno que luego de casi setenta años reconoció el aporte de estos negros que lucharon por la libertad de tres países. El sargento Juan Videla falleció a principios de 1869. Dos años después desapareció Antonio Aycardo, el último soldado liberto de la independencia.
Los Andes,15 – 02 – 09
La Quinta Pata
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