domingo, 15 de febrero de 2009

Novedades, alianzas, preparativos y sufrimientos por todos lados

Cristina Fernández en Tartagal

Emilio Marín

El año político está lanzado y produce preacuerdos y disputas entre dirigentes. En el medio, la catástrofe de Tartagal, indica que mientras unos surfean la política y otros amarrocan soja, hay inundados de barro.

La política es casquivana y cambia los escenarios prolijamente preparados. La presidenta y su comitiva tenían el centro de la escena capturada para las imágenes con reuniones a toda pompa que le depararon el protocolo de los reyes de España y sus principales holdings. Demostraría allí que su gobierno no es un paria en la Tierra, como quieren pintarlo los medios bursátiles y ganaderos.

En la otra punta del espinel, la derecha conservadora y "justicialista disidente", como le gusta autodenominarse, se reunió de muchas vueltas en el coqueto Hotel Intercontinental de Eduardo Elztain (Irsa). Por ahora es poco más que una foto, de Felipe Solá y Francisco de Narváez, tales los justicialistas antikirchneristas, mediados por Mauricio Macri, conservador y neoliberal. Presuntamente, esa imagen congelada del "Triángulo de las Bermudas", como los llamó el diario de Jorge Lanata, o de "Los ángeles de Duhalde", como golpeó Página/12, iba a dar la buena nueva de la "Unión de la oposición", como se entusiasmó "La Nación".

Un tercer actor, de espesos vínculos con el segundo, la Mesa de Enlace Rural, estaba agazapada para dar otro golpe. Sus dirigentes se reunían para dar las características del nuevo lock out impulsado por la Federación Agraria. El bocón de Gualeguaychú había dicho que "un nuevo paro es inevitable" y aguardaba si la medida sería de tres o cinco días. Detrás de la hojarasca de declaraciones de Eduardo Bussi (FAA) y sus colegas ruralistas, con siete o más reivindicaciones patronales, no se disimulaba que su punto básico sigue siendo la eliminación de las retenciones a la soja. El paro estaba al caer.

De pronto la semana se alteró con el segundo alud de barro, troncos y basura que cayó como un rayo sobre la franja pobre y ribereña de la ciudad de Tartagal. A diferencia del "río gris" que divide en dos la ciudad, como cantan Los Piojos, aquél fue el río marrón y matón, que metió miedo en una ciudad acostumbrada a las tragedias.

A partir de ese hecho, producido en el norte argentino que para muchos veraneantes de Cariló no es tal sino boliviano, la política dio un brinco y obligó a los actores mencionados a mostrar sus reflejos.

Después las encuestas podrán decir otra cosa. Pero la realidad mostró que la presidenta reaccionó con mayor prontitud y sensibilidad, al llegar de Madrid y volar inmediatamente a Tartagal, sobrevolar la zona y luego bajar, embarrándose los zapatos y los pantalones, para hablar con los afectados. Se dirá que en ese gesto había cálculo político y no corazón abierto. Puede ser. Pero Macri siguió de veraneo y Solá en su quinta de Luján, cerca de otra estancia donde el patroncito es De Narváez.

Flojito de papeles
Leer todo el artículo
Los gitanos que se dedican a la compra-venta de autos usados tienen una expresión insuperable cuando se refieren a vehículos dudosos: "está bien de chapa y motor, pero anda flojito de papeles".

La Mesa de Enlace llora lágrimas de cocodrilo sobre su supuesto trabajo a pérdida que no tiene sustento en los números de la explotación sojera. Aún hay interesantes márgenes de rentabilidad con la tonelada a 360 dólares y una baja del 45 por ciento en el costo del glifosato, el insumo clave.

Esos dirigentes del sector andan bien de "chapa y pintura", de capital, teniendo en cuenta los millones de toneladas de la cosecha anterior, ensilados al aguardo de una baja de las retenciones para venderlos con mayor ganancia.

Pero esa Mesa está "flojita de papeles". Y no sólo la Federación Agraria, que vio esfumarse 200 millones de pesos ahora que el gobierno dispuso la gratuidad de las cartas de porte que deben llevar los transportistas. En general se sabe que la evasión sigue siendo elevadísima entre los productores, que también van a la cabeza de quienes emplean el trabajo en negro.

Por eso mismo suelen rechazar los subsidios y reintegros del Estado, pues no dan el pinet, al nadar en aguas poco claras en materia de legalidad. Pero incluso muchos de los que están inscriptos y perciben esos subsidios, suelen desbocarse y llegar a agresiones a funcionarios. Agustín Rossi, el jefe de la bancada oficialista en Diputados, puede dar fe de ello.

En momentos en que la crisis económica internacional está mostrando sus colmillos en el mundo, y empieza a meter miedo en el país, la dirección ruralista había acordado un paro de varios días. Según la autojustificación, las bases los apremiaban para comenzar esa medida de fuerza, aún cuando varios de ellos (Bussi, Hugo Biolcati, Mario Llambías, etc) admitían que el eco de la sociedad para con el lock out no era tan favorable como el año pasado. A pesar de esa percepción, iban a seguir adelante e imponer, con sus cortes de rutas apenas disimulados como "control de cargas", nuevos sacrificios a los más pobres de la sociedad y a las clases medias.

Por más que la odian, tendrán que agradecerle a Cristina Fernández haberles dado supuestamente el argumento para frenarse al borde del abismo y posponer el paro. Dicen que uno de los ruralistas llamó la atención de sus colegas sobre el párrafo del discurso presidencial del jueves en los jardines de Olivos, cuando pidió a toda la sociedad que la ayudara. Se tomaron de allí para justificar su giro.

Habría sido mejor que escucharan la parte del mensaje donde la recién llegada de Tartagal dijo: "me hierve la sangre cuando veo tanta avaricia y tanta pobreza".

Aparentemente, vía trámites de Florencio Randazzo y Sergio Massa, habrá cita entre la Mesa de Enlace y la presidenta o alguien designado por ella el próximo jueves. La "Patria Sojera" quiere llegar al día siguiente a Leones con algún parte de victoria, pero en materia de retenciones a la soja es improbable que lo consiga.

Avances y tope
Cristina Fernández no sólo superó a los opositores al caminar por el fango del departamento San Martín. Eso fue una parte simbólica. Lo mejor fue su referencia a que el problema básico es la pobreza estructural de la zona, y del país, cabría agregar. También debe admitirse que el PEN envió ayuda rápidamente y que el jueves, ya en Olivos, hizo anuncios positivos, como el aumento en 2.000 millones de pesos para distintos programas nacionales de ayuda social, entre cooperativas, planes Familias, aumento de haberes por hijo en esos programas, etc.

En sí lo referido a obras para Tartagal, 189 millones de pesos según el ministro Julio de Vido, luce como limitado y sobre todo tardío. Lo mismo con la reglamentación de la Ley de Bosques, que llevaba 14 meses sin que el gobierno tomara decisiones. Al calor de esas indefiniciones siguieron los desmontes y talas en varias provincias, entre ellas Salta, con lo que se generaron más condiciones propicias para tragedias como la del lunes.

Posiblemente el autor de la ley de marras, Miguel Bonasso, decepcionado por esa demora, no comparta el dicho de que "Más vale tarde que nunca". Pero lo importante es que aunque el gobierno disintió con las opiniones ecologistas sobre el impacto de la deforestación en la génesis del alud, de hecho se hizo cargo del problema al disponer la reglamentación.

El problema es que, aún con esas medidas, la pobreza sigue campeando en la Argentina. Y las disposiciones gubernamentales pueden evaluarse desde distintos parámetros, que dan resultados diferentes. Por caso, el aumento a partir de marzo para el adicional por hijo en el plan Familias es del 50 por ciento, y parece mucho, pero en plata pasarán de 30 a 45 pesos, o sea 15 más. El banquero Carlos Heller, en su columna del programa de Eduardo Aliverti en La Red, recordaba que en 2001, la propuesta del Frente contra la Pobreza (Frenapo) era de 100 pesos para esos adicionales.

Amén de esos límites materiales en las políticas gubernativas, hay otros techos aún insalvables, de política misma.

En vista de la crisis económica internacional, la presidencia de la Nación viene alentando la idea de conformar un Consejo Económico y Social, a imagen y semejanza de España. El trípode donde se asentaría la entidad sería el Estado, por una parte, y los popes empresarios de la Unión Industrial Argentina y los caciques gremiales de la CGT, por la otra.

La práctica viene mostrando que los muchos industriales representados en la UIA, casos de Paolo Rocca (Techint) y Cristiano Rattazzi (Fiat), no tuvieron el menor empacho en enviar centenares de telegramas de despidos y suspensiones a su personal. ¿Cómo tenerles confianza en que van a ser una segunda pata confiable de la nueva estructura?

Encima, los industriales han condicionado su participación a que también intervenga "el campo" (léase la Sociedad Rural), lo que sería un contrasentido: UIA y Rural fueron los socios del proyecto neoliberal menemista (y antes de la dictadura militar). La dupla no puede ser la salvadora del país ante la crisis, que ella fomentó fronteras adentro.

Otra cosa sería un Consejo con el Estado, las Pymes, cooperativas, fábricas recuperadas, CTA, CGT, chacareros, pueblos originarios, universidades, científicos, medios de comunicación no destituyentes, organismos humanitarios y partidos populares. De allí sí podría surgir algo que no tenga olor a monopolio y acuerdo con Washington.

La Arena, 15 – 02 – 09

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario