domingo, 15 de marzo de 2009

La heroica lucha por la libertad y el compromiso revolucionario

Las armas de ayer

Hugo Acevedo

La lucha por la liberación y la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados sigue siendo una suerte de mandato histórico e imperativo ético que convoca a las fuerzas de cambio a redoblar esfuerzos para profundizar la democracia.

En "Las armas de ayer", el ex guerrillero chileno Max Marambio construye una minuciosa autobiografía, que evoca fragmentos capitales de su propia experiencia revolucionaria y del martirologio del depuesto presidente socialista Salvador Allende.

A más de tres décadas del golpe de Estado que sumió al pueblo chileno en una larga y sangrienta noche autoritaria, el autor recrea los momentos más dramáticos del comienzo de la pesadilla.

En efecto, desde 1973, el 11 de setiembre quedó impreso como uno de los días más luctuosos de la historia de nuestra balcanizada América Latina.

Tres meses después de la instalación de la dictadura en nuestro país (Uruguay), un alzamiento militar encabezado por Augusto Pinochet derrocó al presidente constitucional Salvador Allende, sepultando definitivamente su efímera primavera socialista.

Cumpliendo con su promesa, el mandatario izquierdista resistió la sublevación castrense y se quitó la vida en el propio palacio de gobierno, en un gesto que lo erigió en un paradigmático mártir de la lucha por la libertad y la democracia en el continente.

Obviamente, luego del golpe de Estado, se instaló un gobierno militar de inspiración fascista, que perpetró horrendas violaciones a los derechos humanos, torturó, asesinó e hizo desaparecer a miles de opositores al régimen.

La conspiración, que fue instigada y minuciosamente ejecutada por las fuerzas más reaccionarias de la ultraderecha trasandina, se inscribió en una vasta ofensiva hemisférica del imperialismo contra las fuerzas de cambio, en el marco de la guerra fría.
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"Las armas de ayer" recrea y sintetiza muchos de los acontecimientos más dramáticos de ese momento histórico, pautado por la violencia política y la escalada represiva en la martirizada región latinoamericana.

Mediante una estructura novelesca que otorga agilidad y dinamismo a la historia, Max Marambio inicia su relato por el final, cuando se concretó el desalojo de la embajada cubana en Santiago de Chile, tras la ruptura de relaciones diplomáticas dispuesta por la junta militar que usurpó el poder.

El autor, que demuestra un plausible y prolijo manejo de la técnica narrativa, confiere a su escritura todo el dramatismo de ese acontecimiento crucial.

Por entonces, el protagonista estaba acantonado en la sede diplomática junto a un pequeño contingente militar del hermano país latinoamericano. Ello, obviamente, lo transformó en testigo privilegiado de todo lo acontecido.

En el desarrollo de este libro, Marambio hurga en los anaqueles de su propia memoria, para recrear su prematura toma de conciencia y su necesaria conversión en revolucionario.

El autor, cuyo padre era un diputado socialista muy comprometido con las luchas populares y la causa del campesinado oprimido por el capitalismo, viajó siendo todavía un adolescente a Cuba.

Este relato, que denota pasión y profunda convicción en los ideales de la liberación, retrata la efervescencia de una paradigmática revolución, que, a mediados de la década del sesenta, luchaba denodadamente por construir una sociedad más justa en medio del bloqueo y la hostilidad del imperialismo.

El libro documenta el proceso de concientización del joven Marambio, quien se enamoró del proyecto político de cambio encabezado por Fidel Castro.

Esa opción voluntaria, que resultó crucial para su futuro, lo indujo a recibir adiestramiento militar en técnicas de insurgencia, con el propósito de prepararse para la lucha revolucionaria.

La historia describe el proceso de aprendizaje de quien luego se enrolaría en el MIR, a los efectos de encarar la lucha por la emancipación y la construcción del socialismo en su propio país.

En ese contexto, el narrador da cuenta de su convivencia con otros guerrilleros internacionalistas que, como él, se preparaban para luchar contra los gobiernos títeres manipulados por el imperialismo.

El autor, que abrevó de la ideología de su padre pero luego tomó su propio camino de lucha, abrazó con singular pasión la cultura insurreccional, integrándose a las filas del Movimiento de Izquierda Revolucionario.

La obra recrea minuciosamente el proceso fundacional de la organización combatiente, que nació de la reunión de un grupo de jóvenes intelectuales que asumieron la emergencia de cambiar a la sociedad chilena mediante la lucha armada.

El autor corrobora que la experiencia de lucha del MIR fue compleja, tanto por la conformación geográfica de Chile como por las dificultades en materia de enrolamiento.

La génesis de la organización guarda ciertas semejanzas con el nacimiento del Movimiento de Liberación Nacional en nuestro país, que, según el autor, era un ejemplo a emular.

El autor inscribe la actividad del incipiente movimiento guerrillero chileno, en el contexto histórico de la efímera experiencia de cambio iniciada a partir de la elección de Salvador Allende como presidente.

Marambio recrea – naturalmente – su actividad como encargado de la seguridad del gobernante socialista, lo cual motiva múltiples e ilustrativas referencias en torno a la personalidad del inmolado mandatario trasandino.

La documentada historia revela entretelones poco conocidos de la fugaz experiencia revolucionaria de la Unidad Popular, la personalidad del presidente y sus fuertes discrepancias con el MIR.

Aunque el autor demuestra un singular respeto por la memoria de Allende, su testimonio corrobora algunos errores cometidos por el gobernante, quien privó a la guerrilla del necesario poder de fuego para enfrentar la inevitable conspiración fascista.

La tesis de Marambio, que luego abandonó la custodia de Allende y las filas del MIR, tiene el sustento que le otorga la dinámica de los acontecimientos y la dramática historia del Chile ultrajado.

Más allá de sus discrepancias, el autor define a Allende como un hombre honesto, algo romántico pero dotado de una gran valentía, que no dudó en encabezar personalmente la resistencia al golpe de Estado en la propia sede gubernamental.

El narrador, cuya materia prima primordial es la memoria, adosa a su obra valiosos aportes de sobrevivientes de la trágica jornada del 11 de setiembre de 1973, lo cual dota de mayor verosimilitud a su relato.

Max Marambio reelabora su propia experiencia autobiográfica, cuando recuerda su participación en la defensa del asediado edificio de la embajada de Cuba en Santiago de Chile, tras la consumación del ominoso golpe de Estado y la instalación de la dictadura.

Este episodio, en el cual el autor puso en juego su propia vida, confirma su inclaudicable compromiso revolucionario, su patriotismo y su amor a la libertad.

"Las armas de ayer" es un testimonio vívido y entrañable, que recrea la vida y lucha de un hombre que abrazó pasionalmente la causa de la lucha por la liberación y la construcción del socialismo.

Mediante un lenguaje tan frontal como explícito, el autor reconstruye los entretelones de una experiencia vital apasionante, signada por triunfos pero también por amargas derrotas.

Por su indudable valor documental, este libro aporta nuevas claves y elementos de reflexión al debate colectivo sobre la historia reciente de nuestra martirizada América Latina.

La instalación de gobiernos progresistas en la región, corrobora que el estoico sacrificio de los combatientes por la libertad de otrora no fue en vano.

La República, 15 – 03 – 09

La Quinta Pata

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