Marcelo Padilla
Seré directo. Voy a hablar bien de un delincuente. Por esta vez, interpelo a los lectores a considerar la siguiente situación. Luego, si quieren, pidan pena de muerte para el “Rengo Aguilera” y para mí, esa que a muchos les ha copado la conciencia primitiva.
Lo que pasaré a relatar, no es más que un “acontecimiento” significante en plan de código futbolero. Algo así como una vivencia que te deja pensando oblicuo. Se sabe, En el “Barrio La Gloria” viven los culpables, hasta que demuestren lo contrario; esto es así también en otros barrios de similares características: Olivares, 26 de Enero, Pablo VI, Estanzuela, Campo Papa, la “Isla del Diamante” en San Rafael, entre otros. Son los barrios que mantienen en vilo “el estilo de vida del mendocino”. Por algo allí va Gendarmería, a guasquear pa`que tengan, a llenar la gayola de bicho raro. Son sus habitantes los portadores del “dengue cultural”; y el sida, en ellos, se parece más a un castigo divino bien merecido. Son pobres por castigo divino, pero en la tierra, su infierno… no está encantador. La sociedad ha decidido que no irán al cielo ni tendrán paz en la tierra. Del Barrio La Gloria salió también Diego Pozo, del pozo a la selección de Maradona. No todos pueden ser Diego Pozo y salir del pozo. A los manoduramens debería consolarlos por un rato. De a 60 por día es un buen numero. Igual, no hay cama pa`tanta gente. Pero el pescado se vendió, y para la política…estuvo.
Godoy Cruz-Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Resultado final: 2 a 2. Sí, ese empate se festeja, como contra Boca en la Bombonera (el tomba es un club humilde y sus hinchas festajamos todo lo que suma, lloramos en las malas, pero alentamos). Salgo de la cancha con mis dos pibes y celebramos con unos choris, apenas nos expulsa la marea humana de la popular sur del estadio. “Hacéme precio que somos tres papi”, “dale, son quince mangos” me dice el chabón con tres cuerpos de Cristo ya listos en servilletas.
Rumbeamos hacia el carro aparcado en la puerta del Club Hípico, allí donde los caballos se atropellan las vallas. Nunca vi que las saltaran, limpiamente. Caballos cansados. Subimos con prisa para evitar pagarle a los apretadores que “cuidan” los autos ¡por 10 pesos! y lo logro. Esos diez pesos bien valen una gaseosa y un paquete de fasos en una estación de servicio cuando cae la tarde un domingo. Así es la jungla, en el parque, cuando hay fútbol.
Leer todo el artículo


No hay comentarios :
Publicar un comentario