martes, 2 de junio de 2009

El Cairo se blinda para escuchar mensaje de Obama a musulmanes

La visita de Barack Obama a El Cairo

Ulises Canales

El Cairo. Afectados por férreas medidas de seguridad y volcados a sacar provecho comercial a la visita de Barack Obama, los egipcios muestran hoy cauteloso optimismo respecto a cambios tangibles en la política estadounidense hacia los musulmanes.

Para las autoridades, la prioridad es asegurar la habitual tranquilidad ciudadana con un reforzamiento del personal policial y militar en varias zonas de El Cairo, en particular en alrededores de la universidad donde hablará el presidente de Estados Unidos.

La Universidad de El Cairo será sede del acto, pero comparte protagonismo con la Universidad de Al-Ahzar, uno de los más antiguos y prestigiosos centros de enseñanza del Islam en todo el Medio Oriente.

Además de pulir el protocolo, con invitaciones al cuerpo diplomático y minuciosa acreditación a periodistas, el gobierno de Hosni Mubarak ha redoblado el despliegue de agentes de seguridad no uniformados en sitios públicos susceptibles de alguna manifestación.

La labor, que algunos aseguran carece de precedentes en este país, incluye a agentes y expertos en detectar explosivos, tanto de varias empresas de seguridad e inteligencia egipcias como norteamericanas, además de mayor vigilancia en edificios públicos y hoteles.

Mona e Imán, dos señoras que suelen vender paquetes de servilletas en intercepciones de calles que conducen a la Universidad de El Cairo, se quejaron de que el movimiento de policías las obligó a alejarse de su habitual clientela estudiantil.

Algo similar ocurre a otros vendedores ambulantes apostados en sitios por donde se presume habrá gran trasiego de vehículos y autoridades durante las escasas 24 horas que Obama utilizará para delinear desde Egipto su relación con el mundo islámico.

La apabullante vorágine comercial cairota, sin embargo, es favorable a muchos que desde hace días intercalan artículos alegóricos al presidente visitante entre réplicas de pirámides, esfinges, papiros y otras muestras de la fascinante artesanía local.

Tiendas del centro de la ciudad y particularmente en el mercado medieval de Khan El-Khalili, el más famoso y concurrido, ofertan playeras y otros recuerdos de una visita que muchos consideran ya histórica, aunque conceden el beneficio de la duda a su trascendencia.
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"Obama, el nuevo Tutankamón del mundo", se lee en una camiseta en venta en el popular barrio, referente al primer presidente de raza negra de Estados Unidos, por demás hijo de padre musulmán.

Así como de indiscutible es la popularidad y el carisma del recién estrenado mandatario, voluminosa es la lista de temas políticos mundiales sobre los que deberá esclarecer posturas, sugerir soluciones viables y, sobre todo, convencer de que irá más allá de la retórica.

El inquilino de la Casa Blanca llegará primero a Arabia Saudita, donde sostendrá conversaciones con autoridades de uno de los principales países árabes aliados de Washington, y luego llegará a Egipto, otro "amigo", para cumplir una de sus promesas de campaña.

Cuando aspiraba a ser presidente, Obama expresó su deseo de dirigir un discurso a los musulmanes desde una capital islámica para, entre otras cosas, restaurar los lazos burdamente estropeados por su antecesor George W. Bush en esta sensible y compleja zona del Planeta.

Fuentes allegadas al mandatario aseguran que hablará de esas raíces que él comparte con árabes e islámicos, y hará énfasis en el respeto mutuo, pero deberá pronunciarse sobre temas espinosos como la decisión israelí de continuar el robo de tierras a los palestinos.

Aunque en semanas recientes ha defendido el cese de la ampliación de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén, y la creación de un Estado palestino independiente, Obama y su gobierno no ocultan su cercanía ideológica y estratégica con el Estado sionista.

Igualmente deberá abordar las condiciones de retirada norteamericana de la ocupada Iraq, que después de seis años sigue sacudida por la violencia, y el desenlace de la llamada cruzada contra el terrorismo en Afganistán y Paquistán, hasta ahora inconclusa.

Pero la suspicacia se justifica sobremanera en muchos a quienes les resulta difícil desvincular la coincidencia del viaje de Obama en vísperas de las elecciones legislativas en el Líbano, el próximo domingo, y las presidenciales en Irán, el día 12.

En el primer país, el movimiento chiita Hizbulah (Partido de Dios), al que Washington tilda de organización terrorista, aparece favorecido por los sondeos de opinión, mientras en la nación persa se cree muy probable la reelección presidencial de Mahmoud Ahmadinejad.

Por lo mismo, el "nuevo comienzo" que el presidente estadounidense ofrece a los musulmanes es visto como un intento de contraponer subrepticiamente la influencia "radical" de Irán a la "moderación" de los aliados árabes norteamericanos en el Levante.

Ambigüedades y otras tantas dudas son las que Obama tendrá que esmerarse en aclarar a los 1,5 mil millones de devotos del Islam que habitan desde Marruecos hasta Malasia, y allende ese marco geográfico.

PL, 02 – 06 – 09

La Quinta Pata

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