Nubia Piqueras Grosso
Roma. Al estilo de las telenovelas transcurre hoy la vida del premier italiano, Silvio Berlusconi: escándalos políticos y sexuales, críticas, resentimientos, infidelidades, sobornos, denuncias y algo más.
Los protagonistas, muchos. De un lado, el jefe de gobierno; del otro, los medios de comunicación que dedican páginas, horas de radio y televisión para contar las historias, entre otras, de Noemí y Verónica.
Noemí Letizia, joven napolitana de 18 años que desencadenó los escándalos, llama "papi" a Berlusconi y desea ser famosa a cualquier precio, como así lo muestran las fotos del paparazzi Antonello Zappadu, a quien el Primer Ministro acusa de violar la intimidad.
Verónica Lario, la esposa, pide a gritos el divorcio, que tal vez, como ya anunció el premio Nobel de Literatura José Saramago, en una de sus críticas a Berlusconi, no se consuma porque los "intereses" mutuos pesan mucho.
Mientras, las miradas frívolas e indiferentes no reparan en las subtramas: crisis, desempleo, protestas, abogados que se compran a cambio de falsos testimonios para darle impunidad a Berlusconi y políticas migratorias que estimulan la xenofobia.
Pero lo peor apenas se comentó en un foro de discusión que suscitaron los escritos de Saramago contra Berlusconi:
Ciudadanos avergonzados que califican a su jefe de Gobierno de fascista "por aprobar leyes que lo inmunizan contra la justicia"; de estúpido "por negar la ayuda ofrecida por Europa cuando el terremoto" y de mafioso "por su vínculo con los capos".
Por eso, ante los calificativos de inmoral, algunos italianos como el veterano jurista Stefano Rodotá se preguntan: "¿qué país es este?"
La respuesta ya la dio Saramago en su blog personal: "hay un trabajo por hacer junto a los millones de italianos que ya han perdido la paciencia viendo a su país siendo arrastrado cada día que pasa al ridículo público".
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