martes, 18 de agosto de 2009

Homenaje a Sebastián Mussachio

Alejandro Haddad

Los días miércoles y jueves de la semana pasada, amigos, amigas, compañeros de estudio, familiares y la novia de Sebastián Mussachio, se juntaron a homenajear al joven asesinado en Catamarca. Los actos fueron una juntada artística en la Plaza San Martín de la ciudad de San Miguel de Tucumán, y un encuentro en la localidad de Londres, Catamarca.

San Miguel de Tucumán. Durante dos jornadas colmadas de emoción, amigas, amigos, compañeros de estudio, familiares y su novia, rindieron homenajes a Sebastián Mussachio, el joven chubutense desaparecido en la provincia de Catamarca, y cuyo cadáver habría aparecido en las cercanías del sitio arqueológico El Sinchal.

La primera cita fue en la Plaza San Martín, de San Miguel de Tucumán, ciudad a la que Seba había llegado a vivir desde Comodoro Rivadavia, hacía cuatro años. El lugar del encuentro no fue elegido al azar. La plaza está ubicada frente a la Escuela de Arte perteneciente a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Sebastián había decidido estudiar allí Luthería, ya que es el único lugar del país donde la carrera es universitaria. Ese miércoles, los soles alumbraron el cartelerío que recordaba que a las 17 horas, un festival artístico iba a homenajearlo en ese espacio verde.

Unas cien personas se reunieron en las escalinatas del mástil de la plaza. Se miraron, se reconocieron en el amigo y compañero al que iban a homenajear. Hubo palabras de recuerdo, el canto coplero, la pintada comunitaria de una bandera entre mates, abrazos, y miradas curiosas que se acercaban a preguntar a qué se debía que tantas personas de grupos de afinidades diferentes estén juntas para hablar sobre un mochilero con tanto recuerdo bueno.

El homenaje en Plaza San Martín se extendería hasta entrada la noche. Al día siguiente, jueves 13, un micro de la UNT se llenaría de compañeros de estudio, amigas y amigos para acercarlos hasta Belén, Catamarca, para ir al encuentro de la familia Mussachio y de la novia Cintia, quienes están en esa localidad desde hace unos diez días, bregando por el destino de Seba.

El micro salió a las 6:20 de la mañana, pasó por Amaicha, donde alzó a los padres de Cintia, quienes se sumaron a la caravana hacia Belén. Una vez llegado, el grupo se reunió con la familia y la novia, para luego seguir hasta Londres y de allí hasta la orilla del río Quimivil, en las cercanía del sitio donde se encontraron los restos de quien sería Sebastián.
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Entonces no hay una precisión legal, pero hay la certeza espiritual de que sea Sebi. Entonces se llora, pero se ríe. Un fogón se alzó y se rodeó de voces que hablaron en un presente continuo.

La madre de Sebastián dijo que esa era la última vez que lo iban a llorar, que “a partir de ahora lo vamos a recordar como era él, con sonrisas, con alegría”. Luego, su hermano habló por toda la familia pidiendo un único deseo: que terminen “el violín del que Sebi tanto hablaba”.

Ahí estaba el músico, el buscador de búsquedas, el husmeador de pasados, el novio, el amigo, el compañero, el mochilero, el joven que recorría las culturas con su más preciada pertenencia: su propia vida. Porque ese es el modo ancestral de andar por la vida de la tierra. Porque esa es la forma artesanal de construirla.

Y el fuego que no se apagaba. La voluntad de su novia de que no se apague “porque a Sebi le gustaban los fuegos grandes”. Y todas y todos abrazados en torno al fogón, uniendo sus pensamientos y sus fuerzas. Su amigo y compañero de vivienda Gonzalo expresando que “quien haya querido callarlo no sabía que nosotros íbamos a seguir hablando”, para que luego, su amiga Canela, sumara con firmeza que “las nuestras van a ser la voz de él”.

“Cuestión de hippies”
Sebastián Mussachio había llegado a Catamarca el 18 de julio, junto a su novia Cintia. Allí acamparon. Días después, ella regresó a Tucumán. Sebastián se quedó para visitar el sitio arqueológico el Sinchal. Pero antes pasó por Andalgalá, en cuya localidad se erige uno de los mayores emprendimientos mineros a cielo abierto. La mina La Alumbrera, está acusada de contaminar el aire, la tierra y el agua con el uso de cianuro para la extracción de minerales. La voz de Sebastián es una de las tantas que habló a favor de la vida, repudiando la actitud envenenadora de la empresa.

Desde Andalgalá, el joven se comunicó con la familia para informales que se trasladaría a Belén. Eso fue el 23 de julio. Días después, sin recibir noticias de su novio, Cintia se traslada a esa localidad catamarqueña e intenta hacer la denuncia por desaparición. La policía no se la acepta argumentando que “no es familiar”.

Finalmente la denuncia la radica la familia de Sebastián en Comodoro Rivadavia, Chubut, a casi tres mil kilómetros de distancia…

“No se imaginaban que se iba a producir tanto movimiento”, expresó la madre señalando la cantidad de gente que viajó a Catamarca para expresar su cariño a Sebastián.

Los medios de comunicación habían difundido la versión apresurada de que el crimen fue producto de “un té de cactus que produce efectos alucinógenos”, haciendo referencia al San Pedro, y echándole la culpa a la víctima de ser víctima.

Pero la movilización no se hizo esperar. La novia se llegó hasta el lugar donde Seba acampaba cuando iba a El Sinchal (esta era su tercera vez) y encontró la carpa quemada y otras pertenencias del Sebi. Y luego llegó la familia. Y luego llegó la multitud de amistades.

A la lenta y viciada justicia, la verdad le comenzó a morder los talones para hacerse sentir. Para hoy se esperan los resultados del ADN para saber si el cuerpo hallado es o no el de Sebastián Mussachio. Decenas de voluntades custodian su memoria.

Agencia Walsh, 18 – 08 – 09

La Quinta Pata

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