jueves, 24 de septiembre de 2009

Descripción de una lucha

Sebastián Moro

Contra toda opacidad y a pesar de sus líderes y dirigentes, lo cierto es que Mendoza y sus nativos más “ilustres” no pudieron esquivar el bulto a una de las mayores deudas de todos los argentinos como sociedad: una Ley de medios que sea democrática, inclusiva y pluralista. Concordante con la ideología de los eternos detentadores del poder es que haya sido justamente la discusión acerca de esta necesidad como vital derecho humano (esto es: la real posibilidad de expresarse), históricamente más silenciada que los peores crímenes argentinos, como la pobreza y el proceso de reorganización nacional.

Con una historia, un presente y un mañana, de décadas de luchas y frustraciones; de cientos de personas y agrupaciones civiles movilizadas; con el trabajo de especialistas y la voluntad sin intereses; y motorizada desde lo político por el kirchnerismo (se recalca, ningún otro gobierno trató de hacerlo realmente factible), el Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales intentará socavar el monopólico poder de formadores de opinión de gigantescos grupos de negocios. Grupos que al formar y deformar, según sus exclusivos intereses (multiplicar dinero, consumo) no sólo tabican al individuo, sino que se convierten en destructores de políticas democráticas y populares, vaciadores de discursos, de luchas. Anulando lo político pretenden domeñar lo social, y para tal llegan incluso hasta la invención de hombres políticos, modelos de lo no discursivo, negadores de la realidad como conflicto entre los hombres. Pero esto último es sólo una pantalla más puesta para nosotros: necios no son, al conflicto lo reconocen, pero siempre se pondrán del otro lado. Frente a ello surge la postergada, vital y sana posibilidad de una ampliación de la expresión y la libertad de opinión.

UNO y el universo
Parece ser que el aire conservador tan enraizado en nuestra provincia, facilita la proliferación de mercaderes del consenso, de las horas graves, de la unidad nacional, excusas siempre estas tan caras a nuestros prohombres, siempre listos para lo que mande señor. Son los destinados, preparados para favorecer políticas entreguistas y mantener o restablecer el establishment. Hace 20 años, con todo el continente hundido en la miseria por causa del neoliberalismo vía Chicago, esta tierra brindó fecundidad: mendocinos de pura cepa, serenos y anodinos, servían prestos al llamado de la patria y diseñaban la entrega de servicios y bienes estatales. Aprendiendo con Menem surgieron personajes de la talla de Manzano (autor intelectual), Dromi (autor material), Bauzá (abrepuertas), Becerra (rubricador). Hoy se trata de Cobos, con sus aliados radicales, demócratas y justicialistas, todos contenidos por la doble persona de Daniel Vila y el eterno José Luis, a quienes tributan y obedecen todos los gobiernos locales desde entonces. El hiperpromocionado Gran Acuerdo Cobista (cuyas ¿políticas? pro-status quo obviamente machacarán un dilatorio no a la ley) encuentra su correlato con el intempestivo discurso golpista de Vila hace 15 días, en cadena cuasi nacional, desafiante, agarrándose el bolsillo y algo más, frente al tristísimo papel de Jaque y de su número 02.
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Vino luego el apriete dominical de Vila a los diputados del FPV (apriete que transgredió lo retórico), amplificado desde la cima de América, esto es desde el diario propio (disfrazado de editorial) y desde el ajeno (en Los Andes, Clarín local, disfrazado de publicidad). La “solicitada” continuó con el acento golpista, pero con una leve variante: el texto parece poner en sobreaviso tal posibilidad, haciendo suyo eso de que “el que avisa no traiciona”. Y luego pulularon conceptos demagógicos y argumentos insostenibles, al punto de calificar de “familiar” la relación de De Narváez con el multimedio y dirigirse al mendocino medio como “pueblo”, al que no tiene empacho en someter al quitarle tierras y riquezas. La bestial alusión a Cuba, Ecuador y Venezuela no es casual proviniendo del titular de un grupo que cimentó su fortaleza a principios de los 90 a partir del lavado de dinero de las cajas negras del menemismo y de los capitales gusanos de las mafias del clan Canosa. Fuentes ambas de donde aprendió cómo hacer negocios a gran escala sin nunca remunerar nada, como es el caso de los terrenos robados a la Universidad Nacional de Cuyo, para que vivan allí buena parte de los ricos mendocinos –gente como UNO, que veranea en el Caribe tapándose la nariz porque huele a tercer mundo y comunismo.

Bustelo-Hollywood: el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, había contado hasta su ingreso en diputados nacionales, con foros, charlas y conferencias realizadas en la UNCuyo y en la Biblioteca Pública, pero había sido totalmente ninguneado por los medios y por las instituciones locales. En vista de que no quedaba otra que pelear, UNO y Los Andes-Clarín convocaron a sus soldaditos de colores de la Legislatura, con el dipu-productor Cassia hijo a la cabeza, para que les armara (mal) un debate show a medida, a fin de que pudieran tomar el micrófono ellos y nadie más que ellos. Confiados y acostumbrados a que en la provincia los que no se ven ni se oyen, no existen, acudieron al debate munidos con sus periodistas esclavos (de conciencia y de salario); sus abogados y gerentes y sus representantes políticos (que lo son de ellos, no nuestros), seguros del triunfo, que consiste en que no haya una sola voz diferente. Todo preparado para que termine rapidito antes de mediodía y fuesen todos juntos a almorzar a Las Heras, a la cúspide del multimedios. Algo salió muy mal. El peor desempeño se lo llevó el director periodístico de UNO, Jaime Correas como claro portador del mensaje imperial. Pero debate sí hubo. Estudiantes, militantes sociales, organizaciones de derechos humanos, músicos y artistas, asociaciones de discapacitados, docentes, grupos religiosos; titulares de medios comunitarios, barriales y alternativos; periodistas independientes (hay hay), representantes universitarios y gremiales, etcétera, vislumbraron, no sin desconfianza, la posibilidad de decir sus cosas y de señalar sus urgencias y críticas. Y lo hicieron muy bien, tomando y valorando la palabra frente a los poderosos, con lógicas divergencias de pensamiento, pero actuando como un colectivo solidario, coherente y activo. Por una vez, el milagro se hizo presente en Mendoza y esto se debe a que buena parte de la sociedad, a diferencia del empresariado y la dirigencia, intuye la importancia de la Ley para que podamos vernos más allá de nuestras narices.

Los ataques y las mentiras del Grupo UNO continúan en editoriales, operetas de prensa televisando al patrón (ahora con ínfulas de gran estadista), con profundísimos análisis de un milímetro de espesor de sus periodistas estrellas (los cantantes del Dalvian: Mónica Gutiérrez y Guillermito Andino) y el vergonzante “cepo K” inscripto en sus pantallas (a lo mejor se trata de uno más de los frecuentes errores de sus videografistas y en realidad quieren decir “cepo a K”). Por estos días también se vieron las alfombras rojas del multimedio tendidas al periodista mendocino Daniel Viotto, vendido a la sociedad como un librepensador de amplitud democrática, cuando es en realidad apenas un empleado más de CNN en español, el canal más reaccionario del continente y patrocinador del golpe en Honduras. Todo lo señalado marca un cada vez mayor y más notorio desprecio por el público, al que se le tergiversa todo deliberadamente. Es el caso de la cobertura del lunes 14 por la noche, finalizando el Foro que dejaba a Vila rojo de vergüenza, su noticiero transmitía en vivo el éxito…en contra de la Ley, a pesar de que todo indicaba lo opuesto. Y luego el contraataque posterior – es claro que Vila no tolera ni el escarnio ni la verdad – para el que recurrió a sus medios y al inefable Cassia hijo con el fin de desautorizar lo generado durante el Foro, y desacreditar a todos y cada uno de los cientos que allí habían participado, libres de toda coacción y represalia.

Todos Ellos y nosotros
Importantísimo hubiese sido para una mayor salubridad del debate acerca de la ley, y de la construcción de una sociedad mendocina donde lo hegemónico sea la diversidad, que la tan mentada clase política hubiese estado sinceramente dispuesta a comunicarse con el pueblo, en lugar de abocarse a otras contraprestaciones. No sucedió. Los partidos políticos han perdido hasta el último baluarte de sus ricas historias e identidades.

Así nos encontramos con un Partido Radical que hace demasiado tiempo ya que dejó de levantar banderas democráticas, para situarse como protector de grupos cuyos intereses son del todo opuestos a cualquier tipo de políticas democráticas: desde redistribuir mínimos porotos a permitir una pluralidad de voces, o al menos tratar de neutralizar las consecuencias de políticas de origen procesista, como en el caso de la comunicación.

Y del mismo lado que la UCR, tenemos a un Partido Justicialista que no alcanza a entender la importancia y vitalidad de ciertas medidas, de ciertos impulsos del gobierno nacional. Que tragó todos los sapos que Vila le tiró desde el púlpito de esa especie de cadena nacional de días atrás. Que se los seguirá tragando, imposibilitado de cualquier pensamiento crítico y alejado de toda reivindicación popular del peronismo. Su alianza con el Partido Demócrata corrompe su ideología y lo deja amordazado.

El título de esta nota, como así también algunas breves alusiones desparramadas por el cuerpo del texto, pertenecen a las reveladoras historias escritas por Kafka hace casi cien años. Extranjero en su tierra, ajeno a su lengua matriz y paria de sus vínculos, Franz pudo sin embargo desarrollar una obra centrada en el hombre y su entorno y las angustias generadas por la incomunicación. “En la colonia penitenciaria”, “Ante la ley”, “La metamorfosis”, “Demasiado ruido”, “El proceso”, “La construcción” hablan del sometimiento del hombre al orden, al dinero, al consumismo, a la violencia y a la publicidad. Kafka, que imaginó los totalitarismos, murió casi sin publicar. Necesitó de Otro, como todos, para poder llegar a nosotros. Dejó una sola cita, para unir nuestro pasado más trágico con el presente que invisibiliza: “Cuando sin que lo notemos todo calla, porque no lo miramos, luego desaparece”.

Con mayores o menores retoques, la Ley va a ser aprobada, a menos que provoquen una catástrofe institucional. El arduo trabajo de años de muchos argentinos va a tener al fin su indispensable marco legal. Pero las tareas por venir (reglamentación, instrumentación, puesta en práctica, aprovechamiento social de los espacios vacantes, control) son quizás más duras e importantes. A no temer, lo mejor de esta primavera es que ellos, los dueños, con sus deformadores, negadores y mentirosos, con sus antenas y sus negocios, con sus planes y sus plenos poderes no contaban con un nosotros. A lo mejor ni siquiera nosotros lo imaginábamos, adiestrados también a ver la realidad como detenida en sus pantallas. Y sin embargo, se mueve.

La Quinta Pata, 24 – 09 – 09

La Quinta Pata

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