domingo, 27 de septiembre de 2009

Los que estamos comprados

Marcelo Padilla

“6, en el 7, a las 8”, “Pinti y el cine”, “Visión 7 internacional” con Pedro Brieger, “Fútbol para todos” y el inefable “Peter Capusotto y sus videos”, forman parte de mis programas favoritos en la Televisión Pública, el canal siete, aquí en Mendoza sintonizado en el once. Estos y otros programas demuestran que, más allá de la tecnología ampulosa de los estudios símil americanos que inundan las señales televisivas locales (¿nacionales?) puede hacerse televisión con talento, juicio crítico y seriedad.

Y no es porque este gobierno los haya impulsado sino que el antecedente inmediato, tal vez lo único rescatable del gobierno de De la Rúa, fuera también la grilla de canal 7 Argentina. “Okupas”, “Todos por dos pesos”, entre otros programas de aquella época, marcaron tendencia. Los canales privados no es que sean todos malos en bloque, pero tienen otro criterio: el rating, el aplastante manoseo del producto que, si anda y mide, va, y si no, te lo sacan en medio del camino. En fin, la historia de la televisión no fue más que entretenimiento conectado al lenguaje y códigos de época. Ahora bien, con la explosión tecnológica de los últimos años, creo, se torna imprescindible que el Estado no solo regule ese mercado caótico sino que intervenga con contenidos educativos a través de un canal que ofrezca un grilla que eleve el nivel cultural, frente a la chatura del gobierno del rating.

“Trátame bien” que va por el 13 es excelente, y lo sigo los miércoles a la noche. CQC se repitió hace rato, a Pettinato nunca me lo banqué, aunque reconozco que a muchos les guste. Los programas políticos casi no se pueden ver; excepto, para mi gusto, “palabras más palabras menos” de Zloto y Tenembaum, aunque también le pegaba una pispiada a “El lado Salvaje” en América 24.

Pero resulta que, como “la media” dice que es políticamente correcto estar contra TODA iniciativa oficial, la televisión pública será entonces la misma mierda. Y se comen un “tinelazo” casi todos días, y toman la media tarde con Rial o almuerzan con la decrépita y embalsamada señora Mirtha.

Federico Luppi resulta que es un pelotudo por apoyar la iniciativa por una nueva y democrática comunicación audiovisual. El director de la emotiva “Luna de Avellaneda” y de “El secreto de sus ojos”, Juan José Campanella, es otro estúpido por opinar en el mismo sentido. Alejandro Dolina, un ángel gris que habla por el chori que le pagan. Víctor Hugo Morales es un necio que apareció de la galera denunciando monopolios mediáticos. Andrés Calamaro es un tarado porque dijo el año pasado que “los cacerolazos se le hacen a las dictaduras”. Federica y Ernestina Pais son dos cholulas de Cristina. León Gieco es un insano músico que necesita del gobierno de turno para ser conocido. Mercedes Sosa se vendió por un plato de ravioles. Horacio Fontova, “el negro”, resulta que no es más gracioso, es un negro comegatos porque también cree que hay que desmonopolizar el mercado mediático. Todos unos giles.
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¡Ah no! Pero el señor Marcos Aguinis resulta que es el intelectual del medio pelo gorila nacional al que hay que venerar, comandando el grupo “Aurora” (¿será el de la vaquita? digo, por su apoyo al campo) y Joaquín Morales Solá es un tipo tan, pero tan serio, que no se tira pedos. Alfredo Leuco (sí se tira pedos) un federal de aquellos. De aquellos federales delarruistas que se olvidaron de dónde vienen y para quién juegan. Y Jorge Fontevecchia, el “fundador del periodismo independiente”. Tan independiente que monta su Perfil en base a un anti oficialismo despiadado, prácticamente inleíble, que atraganta.

¿No les parece raro tanto odio? Justo con la dos propuestas más importantes que puede haber apoyado este gobierno (la 125 y la ley de servicios de comunicación audiovisual) brota el rencor de los poderosos (campo y medios). Eso sí, saben cómo venderles los buzones al mediopelo para que salgan en su defensa, ofreciendo hasta el cuerpo. Y el mediopelo compra y come buzones. Pero también los vomita y, cuando se harta, sale a cacerolear imitando a las damas de alta sociedad. “Si ellas se animan, ¿cómo yo que soy mediopelo no voy a salir?” - dirán. Los otros, están todos comprados, yo también estoy comprado.

MDZ Online, 27 – 09 – 09

La Quinta Pata

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