Constanza Kabakian
El mejor cómico actual de la TV argentina, Diego Capusotto, analiza cuáles son los caminos del humor. Desde el rock como fraude al racismo y la intolerancia.
“Nosotros no nos dedicamos al humor político que se refiere a la dirigencia política. En forma de crítica mordaz, hablamos de lo que no nos convence y sobre lo que creemos es una estafa. Nuestro mundo tiene que ver con lo micropolítico. Hay, claro, cuestiones y ciertos escenarios políticos que lo atraviesan, que los nombramos en forma de burla”, dijo Diego Capusotto al definir su concepción del humor, lo que a su vez implica una lectura propia en torno al significado de la sátira política.
Es el cómico argentino del momento. Su programa “Peter Capusotto y sus videos” estrenó la cuarta temporada, por la televisión pública. Lúcido, serio y detallista, accedió a dar su opinión sobre el humor político y otras cuestiones referidas a la labor que desempeña, junto al guionista Pedro Saborido.
Apenas grabado la solicitud de entrevista en su contestador, una voz agitada levanta el tubo y confiesa que escuchó la última parte del mensaje y dice que sí, que es posible hacerla justo en ese momento. Estaba del otro lado de la línea el responsable del ciclo humorístico de TV más sagaz de los últimos tiempos.
Diego Capusotto tiene 48 años y una larga trayectoria. Fue en el “Parakultural” (expresión teatrista y de espectáculos “under”) donde se cruzó con los actores Alfredo Casero y Fabio Alberti, otros exponentes de un mismo estilo. Luego saltó a la pantalla chica con “De la cabeza”, “Cha-Cha-Cha” y “Todo por 2 pesos”.
En “Peter Capusotto y sus videos” interpreta, entre otros, a los ya célebres Micky Vainilla (un cantante pop que es tan racista como el bigotito a lo Hitler que luce), Pomelo (prototipo del rockero estupidizado) y Bombita Rodríguez (algo así como un cantante popular de los 70 pero en versión ridícula del militante revolucionario de la época), personajes todos que parecen inspirados en una aguda observación de lo social.
Desde ese acervo de lo cómico cabe preguntarle sobre el humor político. Como la respuesta es que “el lenguaje humorístico está estrechamente vinculado al hacer política y para mí hacer política es apuntar, tratar de descifrar lo que sucede, y señalizar la estafa que es parte del asunto”, ya poco importa encasillar o no a su programa dentro del género.
Leer todo el artículoCapusotto agregó: “Nosotros no nos dedicamos al humor político que se refiere a la dirigencia política. En forma de crítica mordaz, hablamos de lo que no nos convence y sobre lo que creemos es una estafa. Nuestro mundo tiene que ver con lo micropolítico. Hay, claro, cuestiones y ciertos escenarios políticos que lo atraviesan, que los nombramos en forma de burla. Hacemos dos o tres menciones a lo estructural, un ejemplo es Bombita Rodríguez – el “Palito Ortega montonero” – instalado de forma tal que excede a la sátira de un determinado dirigente”.
“Peter Capusotto y sus videos” comenzó a emitirse en 2006, primero en la TV por cable y luego en el canal estatal (TV 7). El formato combina “sketchs” con videos de rock, cultura esa que “en algún momento fue la que se reveló contra la autoridad, contra los padres y cualquier dogma político”.
Al programa lo atraviesan el disparate porque sí, los mundos inventados, las ficciones. “No se trata de hacer una especie de representación de eso que sucede, sino de una representación con imágenes y personajes más distanciados de lo reconocido como habitual. Utilizamos lo inverosímil para un relato ya conocido, por eso no hacemos naturalismos o copias”.
- Se suele señalar que hacen crítica cultural. ¿Coincidís?
- No hay nada premeditado; es simplemente lo que nosotros queremos decir y es genuino porque no hay nada estratégico en querer decir eso para provocar determinada idea. No somos señaladores de errores. Hay algo por lo cual nosotros reaccionamos y después eso es tomado como lectura, inclusive mucha veces por otra gente más que por nosotros. Me parece que es un recorrido natural de algo que se expresa en un medio. Luego es tomado y de alguna manera debatido porque resuena de una manera intensa, mientras que para otros puede pasar inadvertido. Huimos de la “bajada de línea”, de la misión evangelizadora. Tan solo somos sensibles a ciertas cosas que nos atraviesan, que no nos gustan y las devolvemos bajo otra forma.
- ¿Qué tiene que tener un personaje para ser tomado por Peter Capusotto?
- Ganas de volar, de ubicarse en otro lugar. Tiene que tener el amor que uno debe sentir por hacer reír; dar al otro provoca una emoción muy generosa y muy noble. Los momentos festivos son aquellos que uno suele recordar, el festejo de una idea que sale y que es movilizadora.
- ¿A qué humoristas políticos destacás?
- Un programa como el de Tato Bores (legendario en la TV argentina) era muy interesante, donde estaban Santiago Varela e inclusive Pedro Saborido y Omar Quiroga como guionistas. Era un programa que yo podía compartirlo. Por otro lado, los cómicos que más me han gustado no se internan tanto en el humor estrictamente político, aunque hacen una mención sí, porque la política atraviesa lo social, siempre como modo de desprecio por lo dogmático de la política, que no es lo mismo que la militancia política, que el hacer. El humorista desprecia a la construcción dogmática de la política y al ejercicio de la política relacionada directamente con el poder. Sabe del dogma, le escapa y se burla de él. Hablo de los hermanos Marx, de Buster Keaton, del mismo Alberto Olmedo. No hay que hacer humor político para tener una poética del hacer. No hace falta.
- ¿El humor puede abarcar demasiados temas en forma tan espontánea?
- Uno elige meterse con el tema que quiere desde cualquier construcción narrativa. También se intuye quién está haciendo un humor puramente provocador pero que es pura cáscara, o un humor que implica un embate contra algo y genera algún tipo de reflexión más profunda. Convertirse en una especie de personaje provocador de alguna manera vende en los medios, aunque no tenga nada para decir. En lo nuestro hay un trabajo previo sobre lo que te rompe las bolas, lo que te duele, o sobre lo que querés contestar. Es una especie de lucha.
- ¿Por qué crees que el programa tiene tanta repercusión?
- Siento un gran festejo interno porque sucede eso con el programa, pero no puedo saber por qué se produce lo que se produce. . . Es evidente que se registra cierta alianza entre nosotros y la gente que nos recibe, una alianza que nos junta y organiza un acto celebratorio. Y eso es lo mejor de nuestro equipaje para vivir.
- ¿Qué ventajas tiene hacer el programa en la televisión pública?
- La gran ventaja es que tenemos el control de su concepto, que no se negocia.
- ¿Por qué crees que hay pocos programas de humor en la televisión argentina?
- Debe ser por una cuestión puramente económica. Para emitir un programa de humor se necesitan actores, actrices, libretistas, escenografía y una producción que hoy la televisión no encara, salvo para una persona muy reconocida, que pueda tener “rating” y funcionar comercialmente. Si el tema, a priori, no es muy convocante difícilmente surjan propuestas como las que tuvimos en su momento con “Cha Cha Cha”. La televisión es un “aquí y ahora” donde no sabés en qué puede devenir al año siguiente. Hay tipos que pueden aparecer en la pantalla y tomar el rol que antes le correspondía a un actor o una actriz cómica, pues son más baratos y evidentemente tienen sus seguidores.
Como bien pudo haber dicho nuestro entrevistado, el humor “sobre lo que no nos convence y creemos que es una estafa” no suele llevarse muy bien con un sistema de producción de sentidos atado al comercio y al beneficio inmediato.
APM, 12 – 09 – 09
La Quinta Pata
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