Ulises Naranjo
No todas son pálidas desde el lado de adentro de los barrotes. La cárcel de Cacheuta abrió una docena de talleres de capacitación para internos y las autoridades estiman que, para fin de año, tendrán al 80% de la población de ese penal realizando tareas por su reinserción social. Además, se anunció la creación de una empresa mixta para dar trabajo a ex internos.
¿Quién mejor que un preso para construir con madera un avión de juguete? Ahí, condensada en ese breve objeto, está contenida toda la vida del penado. Ahí está, en ese juguete, el niño que fue y ahí, en ese avión, el hombre que anhela libertad.
También, en esta exhibición de objetos, en los talleres del penal Almafuerte, encuentra síntesis aquello que, como sociedad, debemos a los que cumplen la debida condena por sus errores cometidos: esto es, cumplir con la ley.
Estos juguetes y artesanías, estas piezas de herrería y electricidad, estas obras de carpintería, tornería y reciclado son el resultado de una tarea hecha como corresponde por los internos del penal, sí, pero, sobre todo, por sus autoridades, servicio penitenciario y maestros. Esto que debiera ser tan natural –poner a laburar a los presos, no privarlos de ese derecho, tal como indica la ley– es tan poco habitual que se convierte en ejemplo a seguir. Vamos a los hechos.
Empresa mixta El Complejo Penitenciario III Almafuerte, que alberga 650 internos, puso en marcha hoy sus cursos de capacitación básica para el trabajo. El programa general lleva por nombre “Trabajando para la libertad” y su objetivo es capacitar en oficios a internos de la cárcel.
Los talleres son de herrería (con técnicas de soldado y cortado de materiales en diferentes ángulos), carpintería (escoplado, ensamblado, prensado, lijado, cortes, encolado y lustrado), tapicería (cortes, cinchados, tapizados de autos), tornería (el torno y sus utilidades), electricidad (uso de instrumentos, instalaciones eléctricas) y seguridad e higiene para el trabajo (normas básicas). También se brindarán normas básicas de trabajo sanitario domiciliario (cloaca, agua y gas), capacitación para el trabajo y reciclado e informática.
Leer todo el artículoAl acto asistieron el ministro de Gobierno Mario Adaro, el subsecretario de Justicia Sebastián Godoy Lemos y el titular de Almafuerte, Sebastián Sarmiento, además de docentes, internos y personal de seguridad de la institución. La ocasión sirvió para que Adaro se comprometiera a tener, para fines de año, nada menos que al 80% de los internos realizando tareas en talleres.
Y no sólo eso, Adaro también confirmó la constitución de una empresa mixta dedicada a la generación de puestos de trabajo para personas que, una vez que cumplan la debida condena, puedan conseguir trabajo.
En una primera etapa, el programa involucra a 200 internos, de los 650 con que cuenta la prisión de Cacheuta. Según las cifras de la institución, casi la mitad del total están estudiando y 100 realizan tareas de mantenimiento interno.
Una faceta interesante la representa el hecho de que varios de los talleres serán brindados por penitenciarios que se ofrecieron para tales menesteres.
“Para nosotros es muy importante lograr esta sinergia, más aún si tenemos en cuenta que hay gente –incluso con preparación– que cree que es imposible hacer este tipo de cosas. Nosotros nos atenemos a la ley y apostamos por la reinserción del individuo”, señaló Sebastián Sarmiento.
Adaro, por su parte, se pronunció en la misma línea que su subalterno. “Queremos modificar la ley para lograr la constitución de una empresa mixta que permita garantizar la fuente de trabajo a aquellos que cumplan la condena por el delito que han cometido y que haya aprendido o sepan un oficio. De esta manera los internos podrán aportar dinero a sus familias con un ingreso digno y fortalecer de ese modo el núcleo familiar”.
En esta primera etapa, la capacitación será rotativa; se impartirán todas las especialidades y luego se les permitirá profundizar en una de ellas. Al finalizar se les otorgará una acreditación.
La paradoja de la ley y el valor de la vida
Unos párrafos finales para una situación eminentemente paradójica: que también nos marca socialmente e impacta, a modo de inversión siniestra, en la falta de seguridad que arrastramos.
La persona que comete un delito debe ir en cana por el debido plazo que la ley estipule, según el delito cometido. De la misma manera, aquel que ensució la ley y cumple con su castigo –estar encerrado, no transitar con libertad– renuncia a ese derecho, pero no pierde el resto. No obstante, una vez que ingresa a la cárcel, la institución le ofrece un abanico de inequidades que termina por completar su doctorado en malas artes.
O sea: la misma ley que lo condenó, es la ley que le falla. La ley, así, se vuelve una letra hipócrita, una letra que no es digna de respeto y que merece ser traicionada. De este modo, el círculo vicioso no se detiene.
Y para algunos, digamos esto una vez más: nada solucionaremos prendiendo fuego a todos los presos y a todos los pobres. Podemos hacerlo, pero no terminaremos con ellos y vendrán otros, muchos más, con toda justicia a sacarnos los ojos. La solución es incluir y no excluir.
La solución, en definitiva, es cumplir con la ley. Y si es que nos quede aire para participar, hacerse cargo de la parte que nos toca, porque a todos nos toca una. Está bueno por hoy. Me voy con las palabras de Juan José, un interno de Almafuerte:
“Los de Almafuerte, venimos de muchas cárceles y acá hemos notado un cambio. Acá no vivimos hacinamiento; hay más calidad de vida y eso se nota en nosotros. Acá podemos participar de emprendimientos nobles.
“Ahora, podemos tener visitas de la familia en los propios pabellones y eso nos ha ayudado mucho. Hay mejor conducta y la limpieza y el respeto son permanentes y esto nos ayuda para el progreso de la pena.
“Hay gente que está apostando por la readaptación de los presos. Nosotros un día vamos a volver a la sociedad, al mundo real, y para hacerlo bien necesitamos de estas oportunidades.
“Algunos de nosotros, lamentablemente, hemos tenido que terminar presos para aprender a valorar la vida como corresponde”.
Vámonos, claro, con el avión de madera:
MDZ Online, 09 – 10 – 09
La Quinta Pata
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