lunes, 19 de octubre de 2009

“El 17 de Octubre y esos guachos oligarcas”

Marcelo Padilla

Cómo nacimos querido amigo, cómo nacimos los peronistas sin darnos cuenta, ¿Quién puta sabía que desde esa tarde-noche nos íbamos a llamar “peronistas”? Ni el viejo lo sabía, si estaba aprontándose para irse con la Eva a la mierda, a vivir una vida de amor, sin problemas.

-¡Puta madre!, si parece que fue ayer, Ibáñez, ¿te acordás? cuando agarramos la pickup y cargamos a los muchachos del barrio, los que nos juntábamos en la esquina a contar las estrellas mientras escuchábamos la radio o nos pasábamos El Gráfico de mano en mano. Cómo relataba Fioravanti… el guacho de Fioravanti, ¡por favor! Era un espectáculo escucharlo. Tantas cosas, Ibáñez…Y de golpe, nos vamos enterando de boca en boca, que al coronel lo llevaban preso a esa isla de mierda, preso en un barco. Cómo nos pusimos, Ibáñez, cómo lo sentíamos al Coronel. Y allí partimos, todos pa` Buenos Aires, al galope en la Dodge.

- ...Era una caravana interminable llegando a la Capital Federal. Eran todos como nosotros, así, de abajo, laburantes y un poco esclavos en la vida también. Si hasta nos costaba calentarnos. Nos habían choreado toda la vida esos guachos oligarcas, los de la Sociedad Rural y los ingleses, dueños de todo. De la riqueza y de la pobreza, porque también era dueños de nosotros. Si es como te decía, éramos sus esclavos. Pero algún día tenía que llegar “el día” mi compadre. Y llegó nomás. ¿Quién se iba imaginar que de la mano de un milico no? Qué odio le tenían por favor, Ibáñez.

-Y es que se terminó metiendo con la gente de abajo... ¿y viste? No les gusta cuando se meten a escuchar, a darle una mano a los de abajo. Les tienen miedo a los que se meten con los de abajo.


-Y sí, fue el Estatuto del Peón lo que nos dio la primera mano. Éramos perros, Ibáñez, nadies, sin la ayudita de la virgen, éramos “los nadies”, Ibáñez, y él nos dio el primer empujón, y nosotros también lo acompañamos porque el tipo nos hablaba a cada uno de nosotros, así fuéramos millones, lo sentíamos en el corazón al viejo. Era joven ahí, y lo mandaron a la gayola. Qué épocas hermano.
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- Igual, nosotros pusimos lo nuestro también, no vas a creer. Mirá que éramos millones los que salimos a bancarlo para que lo dejaran libre. Milicos cagones, vende patrias de mierda. Pero cuando nos vieron allí, como una manada de animales encendidos por la libertad del Coronel, cómo se cagaron en las patas por dios, le pedían por favor a don Juan que frenara esa marea humana, ¿Te acordás la música en la plaza, nuestra plaza? “Perón, Perón, Perón, Perón, Perón”. Todavía la tengo grabada, como cuando los pendejos escuchan ahora esa güevada del mp3 ¿viste? y suena fuerte, así, era un mp3 esa música, como un coro multitudinario, de pobres descamisados, cantando por la libertad y la justica social.

- Cómo nacimos querido amigo, cómo nacimos los peronistas sin darnos cuenta, ¿quién puta sabía que desde esa tarde-noche, nos íbamos a llamar “peronistas”? Ni el viejo lo sabía, si estaba aprontándose para irse con la Eva a la mierda, a vivir una vida de amor, sin problemas, y justo, viene el viejo y se mete en esos quilombos, y nosotros… ¡guay que lo íbamos a dejar que se fuera así como así!

- Qué bonita estaba “la Evita”, era una santa, una reina; un ángel que bajó del cielo a pelear codo a codo con nosotros. Y el viejo estaba loco por ella, desde que la vio en San Juan en el terremoto del 44, quedó flechado.

- ¿Y ahora qué viejo? ¿Qué hacemos aquí, en esta plaza, recordando? ¿Quién sigue de todo aquello hoy? Si se han olvidado de los muertos, de los que la peleamos sin pedir nada a cambio, de los que nos proscribieron por 17 años a los tiros. ¿Que nos queda ahora? Somos dos viejos de setenta y pico y aquí estamos, con una jubilación miserable, con los hijos casados, mirando cómo el tiempo se desgrana, sin que se salve uno de los que se dicen peronistas.

- Debe haber viejo, ¿Pero dónde es que están, por qué nos los dejan salir y asomarse de una vez?…escuchá… escuchá:
“Sin galera y sin bastón los muchachos de perón
sin galera y sin bastón los muchachos de perón
sin galera y sin bastón los muchachos de Perón”.

- Ahora escuchame a mí, te recito de memoria, ese soneto de Leopoldo Marechal sobre el 17

- ¿A ver, che?
“Era el pueblo de Mayo quien sufría,
no ya el rigor de un odio forastero,
sino la vergonzosa tiranía
del olvido, la incuria y el dinero.
El mismo pueblo que ganara un día
su libertad al filo del acero
tanteaba el porvenir, y en su agonía
le hablaban sólo el Río y el Pampero.

De pronto alzó la frente y se hizo rayo
(¡era en Octubre y parecía Mayo!),
y conquistó sus nuevas primaveras.
El mismo pueblo fue y otra victoria.
Y, como ayer, enamoró a la Gloria,
¡y Juan y Eva Perón fueron banderas!”

- ¡Qué hermoso, che! ¿Cómo carajo te acordás? Qué memoria cumpa…

- Y sí, la leo cada tanto. ¿Sabés por qué nos llamaron el aluvión zoológico a nosotros? La creencia popular es que aluvión zoológico fue la forma despectiva que la oligarquía nos calificó a los que nos volcamos a la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945. La realidad es más terrible y patética: el dicho fue invento del diputado radical Ernesto Sanmartino, el 23 de mayo de 1946, para referirse a los legisladores peronistas, donde había muchísimos obreros, que accedían como mayoría a la Cámara de Diputados. Pero quedó así, como se sabe, igual nos trataban de animales.

-Yo me acuerdo cuando el viejo sale al balcón tipo once la noche y, como no sabía que decir ante tanta gente, pidió cantar el himno. Pero cuando dijo “Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca...Y les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria", se me pone la piel de gallina recordarlo, cómo pasó el tiempo, mi gran amigo.

-Vamos a la casa que tengo algo para mostrarte: las palabras del viejo sobre el 17 de octubre

-¿Tomamos un vermucito y brindamos?

-Y dale… Si mañana es “San Perón”.

MDZ Online, 19 – 10 – 09

La Quinta Pata

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