sábado, 17 de octubre de 2009

Feinmann, Lojo y Bayer cautivaron al público de la Feria

Mora Cordeu

Frankfurt. Una mesa redonda sobre "Civilización y Barbarie" que se desarrolló en el pabellón argentino de la Feria del Libro cautivó a un centenar de personas con la interpretación desopilante de José Pablo Feinmann como el general Julio Argentino Roca, la pormenorizada explicación de Osvaldo Bayer y el relato cautivante de María Rosa Lojo.

"Vea Bayer, voy a pasar por alto algunas de sus insolencias de ácrata anarquista, no pierda el tiempo en tratar de sacar mi estatua porque es la del conquistador que todo sistema capitalista necesita", exclamó con la voz impostada Feinmann, ante la carcajada general de los que se acercaron a escuchar la charla.

De esta particular manera el escritor eligió acentuar el recorrido histórico propuesto por el autor de "La Patagonia Rebelde", el primero en hablar.

"He enviado una carta para que saquen la estatua de Roca de su emplazamiento porque es una vergüenza que sea el monumento más grande que tenemos", dijo antes de internarse en los vericuetos de la historia.

El escritor leyó un texto de Manuel Belgrano en 1810, donde reclama la igualdad, "para refutar a los que dicen que los excesos contra los pueblos originarios eran cosas de la época".

Bayer continuó con la Asamblea del año XVIII que se expidió sobre la libertad de vientre, la abolición de los títulos de nobleza, el fin de la tortura, con la Inquisición de la Iglesia Católica y la aprobación del himno nacional ("Ved el trono a la noble igualdad, libertad, libertad)" entonó.

Su relato, alternó ejemplos de esos tiempos pero también del presente, estableciendo analogías para dar una idea de la dificultad de superar problemas que se arrastran "desde la llamada Organización Nacional”.

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Es así como mencionó al coronel Federico Rauch empecinado en exterminar indios: "Hoy para ahorrar balas hemos degollado a 27 ranqueles. Los ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad", leyó Bayer un documento fechado en 1826.

También desfilaron por este racconto histórico la actuación de Juan Manuel de Rosas en la conquista del desierto "que los rosistas tratan de olvidar" y en contraposición citó a Esteban Echeverría "que hablaba de asociación, progreso, igualdad y fraternidad".

Y Adolfo Alsina "que hizo instalar una zanja de 5 metros de profundidad y 3 de ancho para que los indios no pasasen. En realidad –dijo – podían saltar con el caballo pero era una medida para preservar que no se llevaran ganado".

De Estanislao Ceballos repitió una de sus órdenes: "Hay que obligarlos a arar la tierra con la Remington en el pecho" y remarcó que la Sociedad Rural de entonces financió la campaña del Desierto al darle a cada estanciero que colaborara una hectárea de campo.

Luego de un detallado recuento de las penurias sufridas por los pueblos originarios, Bayer rescató a personas como Alexander von Humboldt, que en su diario precisa cómo los indígenas cuidan la naturaleza para el futuro y cómo los conquistadores cuando escasean los caballos, se suben a los indios a puro rebenque y cuando caen exhaustos los reemplazan por otros.

"Y Humboldt escribió que cuando veía esas cosas se avergonzaba de ser europeo y cristiano’", concluyó Bayer.

Cuando le tocó el turno a Lojo – la segunda panelista de la mesa coordinada por la periodista Silvina Friera – la escritora estableció una diferencia entre el gaucho y el indígena.

"Así como el gaucho está en el imaginario fundador de la nacionalidad argentina, los pueblos originarios fueron ignorados, exterminados y mantuvieron por mucho tiempo la vergüenza de su propio origen”.

Lojo rescató la trayectoria de los hermanos Mansilla, Eduarda y Lucio”, y sus obras en las que "aparece la problemática de exclusión sufrida por el gauchaje y los pueblos originarios".

Analizando los libros de ambos hermanos, Lojo subrayó que por ejemplo en "Lucia Miranda", Eduarda Mansilla plantea el mestizaje de raíz americana en los personajes del soldado Alejo y su prometida indígena "que ya son parte del territorio fundacional de una nueva nación".

Sin medias tintas, la escritora mencionó también las contradicciones de Lucio Mansilla que resultó muy claro al plantear "teóricamente su ideología pero en la práctica no condenó las políticas discriminatorias de Roca".

El público hasta ese entonces había seguido en silencio las intervenciones de los panelistas, pero cuando tomó la palabra Feinmann todo se trastocó con su lograda parodia del tema central del debate –Civilización y Barbarie – y la mesa redonda se convirtió por unos minutos en una improvisada tertulia teatral.

Télam, 17 – 10 – 09

La Quinta Pata

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