lunes, 12 de octubre de 2009

La Cuarta de fierro: historia, inmigrantes y arrabal en cien manzanas

Miguel Títiro

La brújula de la sección Por los Barrios volvió a posicionarse en la ciudad de Mendoza y apuntó hacia el Noreste, donde sienta reales con historia, patrimonio y vida la famosa Cuarta Sección, también nombrada en el hablar menos académico como la Cuarta de “fierro”, una de las zonas pintorescas y más habitadas de la Capital.

No podemos intentar otra cosa que una aproximación a la variedad de sucesos, vida y recuerdos que transfieren las calles, viviendas, edificios y rincones de la Cuarta, partiendo del Área Fundacional y la plaza Pedro del Castillo, donde empezó a cimentarse el pasado mendocino, y que hoy es un lugar emblemático y único que permite conocer la historia provincial.

Hubiera resultado demoroso internarnos en la pintoresca jurisdicción sin la guía precisa de dos eruditos narradores, como los vecinos Osvaldo Hugo Mandarino (65) y Antonio Curia (62), el primero protesista dental, residente frente a la iglesia de Santo Domingo, y Antonio, comerciante, afincado en Bajada de Arrollabes.

Ellos vieron, en la década del ’50, cómo la zona se poblaba de gente humilde y trabajadora, con gran sentido de la cultura laboral, muchos italianos y españoles, preferentemente, o descendientes.

“Se progresaba a pulmón. Era notorio ver a gente cómo levantaban sus casitas, sin subvención del gobierno”.

Este esfuerzo y sentido de la laboriosidad corría en paralelo con la vida de los inquilinatos, y con los lugares nocturnos, de fama non sancta, de esquinas peligrosas, de los bares de largas partidas de naipes, prostíbulos, y de algún ajuste de cuenta callejero, digno de un relato de Borges o Di Benedetto, que le fue creando la fama de ser la Cuarta de “fierro”.
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Esta definición, pretendidamente rumbosa, es rebatida por el doctor Francisco A. Reig, quien en su libro “Por mi vieja 4ta Sección”, sostiene que “la zona se llama de “fierro” porque así son sus habitantes y no por otras razones que en forma peyorativa le han querido achacar”.

A pesar de las nobles intenciones del fundador de la Universidad Popular de Mendoza, esos taitas que manejaban mujeres en la prostitución, criollas y extranjeras, no eran entelequias, y la vitrina de guapos y malvados de la Cuarta contiene nombres como “Hormiga Negra”, “Huaso” Paredes, “Panza” Benenatti o “el Chirola”, y en la década del ’70 a hombres al margen de la ley como los mentados hermanos Valdez.

El rectificador mecánico Alberto Resa (76), de Ituzaingó y Coronel Díaz, es testigo directo de algunos de esos personajes, por vivencia propia o por relato de sus padres y abuelos. Casi todos los consultados asignan a “La Noche”, en Salta al 2300, reducto de la diversión nocturna del lugar, competidor de otro “templo” de la época, el “Chantecler”, de Tino Bargado, pero ubicado en Guaymallén.

Asimismo, eran famosas las escuelas de baile. Una de ellas se llamaba “Los Porteñitos”, en calle Montecaseros. Los varones iban a bailar y por cada pieza debían entregar un boleto como pago a la pareja.

También fueron importantes los clubes barriales. Hoy se mantienen, como exponentes de una época, el Sarmiento y el Cultural Israelita. ¿Y había cines por aquí?, le preguntamos a Mandarino y Curia. “El famoso Real”, contestan al unísono. Estaba en calle Videla Castillo, entre Jujuy y Santa Fe.

Pero, es verdad lo que defiende Reig. Los caminos de la Cuarta también están empedrados de acciones de ciudadanos nobles. Son muchos, uno de ellos fue Ángel Sanguedolce, que hizo mucho por el lugar desde la unión vecinal. Tampoco hay que olvidar que detrás de Santo Domingo vivió el notable pintor catalán Fidel Roig Matons.

La Cuarta actual se ha renovado urbana e ediliciamente, a partir del rescate del sector fundacional, y la recuperación de sus grandes templos, La Merced y Santo Domingo. Hay modernos edificios, y cada vez menos baldíos y casas chorizo, tan típicas de antaño.

El arquitecto Pedro Canepuccia vivió entre 1951 y 1980, en Jufré y Cruz Vera. A él le tocó una rara circunstancia: “Cuando era pibe iba a bañarme al balneario Nº 3 ‘Las Ruinas’”. No calculaba entonces que con los años trabajaría en el plan municipal para remodelar y restaurar ese conjunto de Ituzaingó y Beltrán, hoy Monumento Histórico Nacional.

Los Andes, 12 – 10 – 09

La Quinta Pata

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