viernes, 4 de diciembre de 2009

Hacia el Bicentenario

Rodrigo Farías

Qué ha quedado luego del consenso de Washington; de las relaciones carnales con Estados Unidos; del plan de convertibilidad; de la apertura económica que redujo los impuestos a la importación en más de un 60 por ciento destruyendo una sufrida industria nacional que se venía desarrollando mal que mal desde el primer peronismo. Qué ha quedado de la exclusión social, el desempleo crónico y generacional. Cuánto se mantiene del aparato represivo mentado y organizado por actores provenientes de la Central de Inteligencia norteamericana en el marco de la guerra fría que aquí y en toda Latinoamérica se vivió abrasadora.

Qué ha sido de esos tanques de pensamiento que, educados en el seno de oscuras instituciones sostenidas por mecenas extranjeros, librito de economía bajo el brazo, determinaron con balbuceos y tecnicismos el cauce de una nación. Dónde están todos esos empresarios que se adueñaron de la política durante los noventa y redujeron a un amasijo de piel y huesos a una generación viviente de ancianos, jóvenes y niños. De qué empresas son dueños en la actualidad tales personajes. Dónde viven. Dónde cumplen condena.

Dónde están los cuadros civiles que acompañaron cada golpe militar y cada medida económica de derecha impuesta gracias a la existencia de un gobierno de facto. Los propagandistas que ocultos tras el velo del profesionalismo y la neutralidad calaron hondo en la cosmovisión de la población lectora y telespectadora generando un estado de ánimo afín a tal bastardía. Dónde habitan los mentores del racismo social, del racismo ideológico. Dónde cumplen su condena de criminales que no matan con balas pero sí con lapiceras.

Qué ha sido de la extranjerización de la tierra, del saqueo de recursos naturales. Qué ha sido de las empresas que en su afán de lograr una máxima tasa de ganancia en el menor tiempo posible no miden costos ambientales ni humanos. Dónde cumplen su castigo por la devastación vegetal, animal y humana que generan sus negocios. Dónde están sus operadores, sus responsables.

Dónde están los cuadros religiosos que supieron acompañar cada bala con un rezo. Dónde yacen sus principios morales. La sociedad civil que debía cuidar de las futuras generaciones frente a todos estos embates, en qué se estaba ocupando. Cuál fue su grado de negligencia. Esa sociedad que votó dos veces a Carlos Saúl Menem, que en el presente mira con desconfianza macartista al actual Gobierno Nacional y aúlla por seguridad y represión, habita entre nosotros. La Argentina es una nación, sí, pero dividida en tres clases y dos cosmovisiones en pugna.

Río de Palabras, 04 – 12 – 09

La Quinta Pata

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