Entre 2007 y 2009 la carne vacuna aumentó el doble o el triple en relación con el pollo y el cerdo. Ello no implica necesariamente como intentan convencer algunos representantes del neoliberalismo que estamos en presencia de un desborde inflacionario.
Las condiciones climáticas del período 2008/2009 de sequías – no conocidas en los últimos 50 años – unido a la depresión de los precios internacionales indujo una importante liquidación de stock que mantuvo los precios estacionarios hasta fines de 2009 en que la abundante lluvia y las mejores pasturas produjeron una reversión en el ciclo con tendencia ahora a la retención de vientres motorizada por necesidades de recomposición del stock por un lado y por el otro por las previsiones de precios internos sostenidos y en alza (desde diciembre 2009 hasta enero 2010 los precios promedio, en súper y carnicerías, treparon un 25%).
Sin embargo, APYME sostiene que no debe dejar de mencionarse el papel de los “formadores de precios” de la carne vacuna: no es suficiente citar la cantidad de ganaderos que existen sino que en qué forma se distribuye el ganado poseído.
Igual afirmación es válida para el resto de las actividades productivas, en enorme medida, monopólicas y oligopólicas con poder de imponer condiciones en los dos extremos de la comercialización: consumidores y proveedores, estos últimos generalmente Pymes.
La otra cuestión que incide es el proceso de sojización del agro que hizo que de la zona pampeana emigraran hacia el norte del país varios millones de cabezas de ganado. Se modificaba así la morfología de la producción bovina. A las migraciones territoriales se les agregaba la producción de los feed lots y una irrefrenable tendencia a la concentración oligopólica.
2009 fue el 2º año de mayor faena de la historia (15,9 millones de cabezas, un 10% más que en 2008). La producción de carne bovina de 3,4 millones de toneladas también aumentó en 2009 un 10% con relación a 2008. Las exportaciones treparon a 640.000 toneladas en 2009, un 50% más que 2008 en cantidades pero sólo un 5,8% más en dólares por la caída de los precios internacionales.
Al mercado interno se destinó entonces el remanente, o sea 2,76 millones de toneladas, o sea un 81% mientras que a la exportación se trasladó el 19% restante.
El Estado debe acompañar este proceso regulando con políticas activas el proceso de formación de los precios evitando desmadres que perjudicarían a los más chicos de la cadena de producción y comercialización por un lado y por el otro afectarían el consumo popular atento la incidencia de este producto en la canasta familiar.
Se trata de fomentar nuevas políticas financieras que alienten a las Pymes y a la inversión productiva flexibilizando las exigencias para alentar la bancarización y los préstamos a este sector por un lado y por el otro empezar a cumplir con la necesaria reforma tributaria que disminuya la presión impositiva sobre los sectores bajos y medios de los contribuyentes y la aumente sobre los grandes grupos concentrados y las rentas parasitarias. Políticas diferenciadas a favor de las Pymes y límites a la concentración económica comercial, como así también regulación y control a los grupos formadores de precios deben ser prioritarios en la agenda del gobierno.
Ing. Enrique N. Tarditi (vicepresidente)
Sr. Genaro R. Palau (presidente)
APYME Regional Mendoza, 15 – 02 – 10
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