domingo, 4 de abril de 2010

De las elecciones en Ciudad: mural de gorilas

Marcos Meloni

Otra vez usted y las urnas. No sabe qué hacer. Se siente entre la espada y la pared o la boleta. Y no es menor su angustia. Por lo menos nosotros la sentimos. Frente a semejante panorama mejor ni pensar. Un nuevo acto de ciudadanía rencoroso, ciego y bochornoso. O, al menos es el clima que se vislumbra. Si no, echemos un vistazo por la galería de los más publicitados.

No podemos dejar de observar en esta campaña el exagerado andamiaje publicitario como uno de los combos que se ofrecen. La mayoría vacíos en sus mensajes. Pero la necesidad pasa por hacernos creer que existe un candidato ideal para terminar con lo que más nos jode. La seguridad, como siempre. Más y más, aunque nunca alcanza. El éxito por ejemplo. Aunque ni siquiera haya ganado nada, pero estar al lado de un bigote “ganador”, pro, lo vende con estuche y todo. Ya de por sí aparece como un candidato sospechoso. ¿Quién es Orly? Su apellido quizás aclare un poco las cosas. Pero no tanto. Terranova. Macri. Michetti. Apellidos. O tal vez le preocupe más el de Mosso. Ni siquiera es para tanto.

Sí preocupa y seriamente, la concordancia del discurso “renovador”. La falta de programa como siempre es una mancha que se tapa con elegancia cínica. Se cansan de buscar eslóganes que nunca cambian, vaya paradoja. Y qué nos proponen entonces. Más gorilismo a la vieja usanza pero por facebook o sms. Una actualización del conservadurismo más feroz. Un nostálgico acercamiento a los noventa más sanguinario y siniestro. No nos bastó con un modelo de extremo vaciamiento fiscal. Ahora quieren ser la oposición noventista. Quieren restablecer el orden. Quieren tirar bombas todo el tiempo. Entonces qué nos queda. Más apellidos y sus respectivas filiaciones.

Los de Fayad. El modelo preferido de los capitalinos ordenados. Nunca falla. La limpieza, mientras no sea por dentro. Hasta que no se haga el paredón con Las Heras y Guaymallén no paran. Los ¿demócratas? cada vez más expuestos y usados. Don bigote ya no los necesita, tiene a otro mocosito. Caras jóvenes con pensamientos recalcitrantes. Vergüenza ajena es lo que les falta. Leiva quiere controlar. Otros quieren desbaratar. Pero pocos han tratado de integrar un discurso donde encontremos coherencia política en el sentido más fino. Porque el modo práctico de la campaña al estilo Rial debe tirarse a la basura, y más aún el voto ciego que da la espalda a un país en construcción de abajo hacia arriba.

¿Vamos a seguir dejándonos llevar por el gorilón que llevamos dentro?

Río de Palabras, 24 – 03 – 10

La Quinta Pata

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