domingo, 25 de abril de 2010

Limpieza social

Viviana Demaría

Quiero vivir en una sociedad sucia.
Me cautiva la mugre que se desprende de los miles de colores que ocupan las pieles transeúntes del asfalto, de la tierra y de los campos verdes, de los desiertos y las montañas. Me encanta advertir esas negras bocas redondas, rechonchas de pura harina desnutrida, las flacas y escuálidas de hambre y corridas, así como las candorosas, nocturnas y bluseras. Adoro atisbar la bisectriz del mundo desde el ojo limonado. Muero de curiosidad por esconderme tras una máscara de Bali, por que me expliquen la certeza indígena de los calendarios tanto como por ensayar un pudoroso beso polar. Descubro la más hermosa obra de arte en los chicos que alpargatean las veredas y saltan los charcos, desafiando a los parabrisas y a los semáforos ya ni siquiera rojos de tanto chillar con tal de no verlos.

Quiero vivir en un planeta sucio.
Absolutamente contaminado de funk y bongoes y, por qué no, bandoneones multicolores llorando corcheas por ahí, violines silbando bajo por ahí, cajitas chayeras aullando por ahí.

Quiero vivir en un universo sucio.
Que a nadie – escúchenme bien – a nadie he dicho, se le venga a ocurrir cambiar de lugar la basura femenina desparramada por todas partes. Me resulta el paisaje definitivamente más bello ver las rodillas de las niñas, oscurecidas de moretones, porque se le animaron a ese árbol que está en la plaza; perfectamente encantadoras las afirmaciones valientes de las mujeres que dicen lo que tienen que decir, sea donde sea, porque su voz es intensa, es melodía armoniosa por más que digan que suena a cacareo (a mí me gusta); atrevidas y ardientes las oblongas huellas madrugadas que conducen al río en busca de agua, o a las aulas en busca de saberes, o a los hospitales en busca de vida.

Quiero ser parte de una humanidad sucia: sucia de variedad, de multiplicidad, pluralidad y novedad; roñosa de contrastes, discrepancias, divergencias y diversidad; inmunda de mixturas, impurezas, fusiones y confusiones. En definitiva, una humanidad desvergonzada de desmesura, exultante de posibilidades, impúdicamente dispuesta a recibir la vida.

Así que, por favor, no me vengan con eso de la limpieza. Por lo menos a mí, no me vengan con eso.

La Quinta Pata, 25 – 04 – 10

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

¡Qué bueno poder ponerle palabras al sentir de muchos de nosotros!
Gracias, Viviana.

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