domingo, 20 de junio de 2010

Desagravio

Sebastián Moro

¿Caerán bombas sobre la población esta noche del 15 de junio de 2010, día del fallo histórico de la Corte en favor de la Ley de Medios? ¿O caerán directamente el día 16, por la tardecita, hora en que hombres, mujeres y chicos salgan de sus trabajos y de las escuelas, a exactos 55 años del hecho criminal más cobarde de la historia argentina?

La ratificación por parte de la Corte Suprema de Justicia de dar vigencia a la Ley de medios de la democracia ubica al tradicional sector del odio de clases y reivindicatorio del golpismo en situación de alarma absoluta. Los estorbos dilatorios que sobrevendrán, ya guionados y ensayados por los presuntos damnificados monopólicos y empresariales, contra la construcción colectiva más importante desde el retorno a la democracia pueden tomar un cariz aún más corporativo, ciego y agresivo. Los paquetes arrojados desde aviones, sobre la plaza y la masa, marcan la revancha del poder sobre los que apenas tuvieron voz, a puro grito, bajo el terror que llega, cada tantos ciclos argentinos, del cielo. Ernesto Sanz sería un buen piloto. Carrió también.

Ante las afrentas populistas, la violenta plegaria del bombardeo de 1955 contó con la gracia de la Iglesia, los milicos, Estados Unidos, los partidos políticos y la Sociedad Rural. El objetivo era hacerlo cagar en las patas al Viejo, historia pisada tres meses más tarde con la siniestra Fusiladora. Aviación y Marina emprenden así el camino sin retorno de la purga ideológica al interior del pueblo. “La gente agita en el aire manojos de alfalfa”, símbolo de la cultura de ellos, rememora entonces una escritora gorila. Otro yuyito similar sería endiosado por los mismos, medio siglo después.

La errónea convicción de que con Perón fuera de la vida política, el peronismo en el pueblo desaparecería o sería domado, profundiza hasta el presente el alejamiento definitivo de las élites (izquierdas incluso) de un pluralismo ideológico que permitiese una sociedad inclusiva y un proyecto nacional y popular. La herida supura ahora en la corporación mediática, el poder dinosaurio y peludo, la nueva “oposición democrática” y la Sociedad Rural. También la Iglesia ruge hoy pero poco puede sermonear tras décadas de complicidad, sangre y vergüenza.

El golpe católico, tan humano a la hora de masacrar civiles, atacó toda diversidad: censura y control, intervenciones militares de los sindicatos de Prensa de todo el país, persecución y olvido (Marechal y Discépolo entre tantos) y la desarticulación de imprentas y radios obreras. Hoy, cuando las efemérides piden voces, no gritos, la reparación social de la Ley tiene un dulce gusto a desagravio.

Río de Palabras, 17 – 06 – 10

La Quinta Pata

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