domingo, 5 de diciembre de 2010

Mo Ri Xon

Viviana Demaría y José Figueroa

Hay gente de fuego sereno,
que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco,
que llena el aire de chispas;
algunos fuegos, fuegos bobos,
no alumbran ni queman,
pero otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca se enciende

E. Galeano

Vietnam
Los bombardeos aéreos y terrestres hicieron explotar el equivalente a una bomba de ocho kilotones cada 24 horas. Les tiraron más de siete millones de toneladas en bombas – el triple de lo que recibieron Europa y Asia durante la II Guerra Mundial. Probaron a vencerlos arrojándoles bombas de siete toneladas – que mataban hasta las lombrices de tierra situadas a cien metros del lugar del impacto. A su selva la rociaron con 71 millones de litros de plaguicidas y "agente naranja" envenenando y deforestando para siempre 2 millones de hectáreas de selvas tropicales. Cada persona recibió un promedio de una bomba de 226 kilos durante aquellos años.

Su nación sangró la suma de cinco millones y medio entre muertos, desaparecidos y heridos.

Sin embargo, cuando llegó el momento de reconocer a sus héroes, no eligieron a ninguno de los propios que se lo hubieran merecido...eligieron a “Mo Ri Xon”.

Light my fire
Alice Herz, había llegado a los Estados Unidos desde Alemania, escapando del nazismo. Al comienzo de la Guerra fría, la organización WSP (Mujeres en Lucha por la Paz) la contará entre las principales activistas que desafiarán el “estado militar” en la carrera armamentista nuclear entre la URSS y Estados Unidos. Cuando Estados Unidos invade Vietnam, Alice ya tiene 82 años de edad; quizás los horrores bélicos que atravesaron su vida la llevaron a realizar su último acto radical de protesta: se inmola contra la guerra el 16 de marzo de 1965.
Leer todo el artículo
Su ejemplo lo siguió Norman Morrison, quien el 2 de noviembre de 1965, se calcina en el Pentágono, bajo las oficinas de Robert McNamara – Secretario de Defensa de los Estados Unidos – en condena contra el uso de bombas napalm sobre poblaciones civiles en Vietnam.

Roger Allen LaPorte, ofrenda su vida el 9 de noviembre de 1965 delante de la Biblioteca en las Naciones Unidas en Nueva York en otro acto desesperado para terminar con dicha guerra.

Florence Beaumont, pacifista y artista de Los Angeles, el 15 de octubre de 1967, se sacrifica delante del Edificio Federal.

George Winne Jr. es el último de los mártires con sus apenas 21 años; el 10 de mayo de 1970 demanda con su muerte el fin de aquella guerra sobre el campus de su Universidad en California.

Aquella guerra duraría 17 años(1). Fueron 8 los estadounidenses que con sus suicidios altruistas, no pudieron detenerla, pero sus actos fueron el testimonio extremo y concluyente que quiso sacar – con su flama – a la sociedad norteamericana de su parálisis y de algún modo lo lograron.

Honores lejanos
Con estas palabras, un ex combatiente del Vietcong se dirigió a la hija de Norman, al plantar 3 árboles en su honor: “Quiero contarte cómo me enteré de la muerte de tu papá”, dijo el Sr. Hung a Emily…”yo era miembro del Frente de Liberación Nacional en el sur. El 2 de noviembre de 1965 estaba en la selva cuando lo oí contar por Radio liberación desde el búnker donde me escondía. Quiero que sepas que todo lo que pude hacer fue llorar, porque a alguien de aquel enorme país le importamos lo suficiente como para dar su vida por nosotros”…y lloró con emoción nuevamente.

En Hanoi, la actual capital de Vietnam, una estampilla muestra el rostro y nombre de Norman Morrison en medio de un ardiente fuego. También hay una calle que lo nomina. Allí, tan lejos de su tierra, ese pueblo de campesinos le rinde honores al estilo oriental, lo venera y le dispensa el trato de héroe nacional.

Su nombre fue adaptado al vietnamita – Mo Ri Xon – y lo llevan con orgullo desde entonces las nuevas generaciones.

Nunca antes como ahora, es tan lúcido el pensamiento de Milán Kundera al decirnos que “La lucha contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido”.

(1) Oficialmente Estados Unidos reconoció que 58.169 soldados fueron muertos en combate, que 304.000 fueron heridos y 2.029 desaparecidos. Para el pueblo de Vietnam los números fueron atroces: 2 millones de civiles murieron, 3 millones de civiles fueron heridos por NAPALM y 500.000 niños nacen desde 1972 con malformaciones genéticas debido al “agente naranja”. Entre los soldados del Vietcong, se registraron un millón cien mil muertos y 600 mil heridos, mientras que la población refugiada ascendió a 12 millones de personas; por otra parte, el llamado “agente naranja”, devastó, además, 3,3 millones de hectáreas de bosques y arrozales.


La Quinta PLa Quinta Patata, 05 – 12 – 11

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario