R.S.A
El Estatuto del Peón del primer peronismo no alcanzó para solucionar, aunque sea medianamente, las condiciones de los trabajadores del agro argentino, en especial el de la pampa húmeda. Aquel slogan de "la tierra para quien la trabaja" de esa misma época fue tan solo eso, un slogan. Es que las condiciones devenían de un trabajo enclavado en las oscuridades del medioevo, trasladado a la América conquistada y exterminada. El trabajo esclavo impuesto por el usurpador europeo fue acompañado por el exterminio de los nativos. En el Potosí de Bolivia, el Cerro Rico, un montículo de un par de miles de metros de altura, prácticamente lleno de mineral de plata, fue explotado hasta 1820, fecha de la independencia del país del Altiplano, con un saldo considerado en términos de distancias, lujuria y muerte. Los nativos afirman que con el metal que se sacó desde el principio hasta aquella fecha, se podría trazar o levantar un puente desde el cerro hasta España con el metal extraído, a lo que añadían los nativos que paralelamente se podría montar otro puente con los huesos de los que dejaban sus vidas en las cavidades.
Pero algo más, igualmente en paralelo, el dolor de las mujeres esposas, hermanas y madres de los reclutados y llevados a los socavones. Esas mujeres lloraban a sus hombres porque los daban por muertos desde el mismo momento en que daban el primer paso en su traslado, en calidad de esclavos, a los socavones. Nunca más regresarían. Pero algo más, mucho más: cuando los hombres mayores ya no existían, se llevaban a los jóvenes y después a los niños. El exterminio transfiguró el amor maternal en un sacrificio humano de sus propias entrañas: al comprobar que era un varón lo que estaba dando a luz, de inmediato lo inmolaba y así la muerte era la salvación de una muerte segura en años más, cuando fuera llevado al socavón de ese cerro, al que irónicamente los españoles le llamaban Rico.
Entonces, el trabajo esclavo tiene antecedentes en nuestros lares, con picos muchos más altos en otros países de nuestra América que lidia por transformar ese pasado de inequidad y muerte. Y entonces aún lo encontramos en esa pampa de la oligarquía colonial y aberrante. Y también entre los maizales y trigales, los montes y los ríos. Entre las viñas mendocinas, sanjuaninas y de otras latitudes. En la Patagonia ovejera y en el norte algodonero, zafrero y azucarero. Entre las plantaciones y empacadoras de ajos. Hace dos años, los obreros y obreras de la empacadora de ajo Campo Grande Rodeo del Medio fueron reprimidos brutalmente cuando ganaron la calle para protestar y denunciar las condiciones de trabajo.
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