A 50 días de la jornada en que se va a definir el proyecto político de los próximos cuatro años, la presidenta Cristina Fernández cuenta con una intención de voto que oscila entre el
. Un escenario electoral donde sobresalen dos elementos definidos: por un lado, esta oposición que en sus siete alternativas múltiples sólo ha coincidido en señalar que este gobierno encarna todos los males del mundo; por otro lado, la opinión mayoritaria de la ciudadanía que admite sin tapujos el interés por la continuidad de las políticas que se llevaron a cabo hasta el momento. Estos dos elementos son - según los principales encuestadores - los dos ejes principales que explican la suba constante en las encuestas de la actual presidenta, que comenzó en enero de 2010 y que a medida que se acerca el 14 de agosto, no baja sino que se acrecienta.
Desde hace dos meses hasta ahora se bajaron algunos muy “notables” candidatos presidenciales que buscaron su refugio en la Ciudad de Buenos Aires: Mauricio Macri y Pino Solanas. El destacado conspirador del senado, Julio Cobos se evaporó de la escena electoral nacional, provincial y municipal. A esto se le suma el papelón de la interna abierta del PJ Federal. La Presidenta ha demostrado una solvencia y una coherencia que no se encuentra en ningún candidato de la oposición. Frente a un modelo que funciona, ella es la única alternativa para continuarlo e inclusive para renovarlo. La ciudadanía quiere que siga el mismo proyecto - y más aún -desea que se profundicen ciertos aspectos sociales e institucionales. Esta oposición, al expresar que el kirchnerismo es lo peor, queda afuera de los ejes de la discusión político electoral, porque termina enfrentándose al interés político del propio pueblo.
A estos datos se les agrega un análisis de “percepción de ganadores”, o sea, más allá de a quién vaya a votar, la pregunta se enfoca en quién cree que va a terminar ganando. En ese ítem la Presidenta llega a un
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A esto se le agregan cuestiones específicas como la asignación universal por hijo y la inclusión social en general. También se destacan políticas que se estaban esperando como las medidas relacionadas con los derechos humanos, la ley de matrimonio igualitario y la ley de medios. Es más, muchas veces los encuestados sostienen que no votarían al gobierno si dejara de hacer estas cosas. Hay también un eje ideológico de fuerte identificación con la presidenta de gran parte de los sectores juveniles: es el kirchnerismo el eje que ha sabido interpelarlos y convocarlos hacia un proyecto esperanzado y posible no así la oposición que lo único que les ofrece es destitución y por ende, ningún lugar de creación y participación.
Un dato no menor, es que luego del recuento de los votos el domingo 14 de agosto, continuarán en carrera solo los binomios que superen el 1,5% de los votos válidos emitidos. Hubo un partido que en las elecciones anteriores obtuvo cuatro millones y medio de votos: ¿logrará en esta al menos trescientos mil? Son grandes lecciones que muchos aprenderán.
Residuos preelectorales
Ódiame por piedad Lo contrario del amor, no es el odio. El odio, para su realización, requiere de la puesta en escena del reconocimiento del objeto al cual se dirige esa pasión. El odio, como el amor, liga. En sentido negativo, claro está. Pero liga. Necesita de un quantum de energía psíquica disponible para darle cauce a su existencia; necesita de un objeto al cual destinar esa energía y necesita de una poderosa y profunda labor psíquica que permita encontrar las justificaciones y motivos por los cuales sostener la perdurabilidad en el tiempo de ese afecto negativo.
De este modo es que podemos decir que – para el aparato psíquico – lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. De allí que rescatemos el vigor y la erudición nacidos del acervo popular que se encuentran plasmados en los versos del poeta y pensador español José Gómez Romero – más conocido como Dyango – cuando dice:
“Ódiame por piedad, yo te lo pido,
ódiame sin medida ni clemencia,
odio quiero más que indiferencia,
porque el odio hiere menos
que el olvido”De lirio El origen etimológico de la palabra delirio, varía entre las lenguas románicas y las germánicas. Tomando las primeras podemos decir, que proviene del vocablo delirium que significa “salirse del surco”. Esta palabra hacía referencia a las personas que no podían trazar los surcos de manera correcta. Luego su sentido, se desplazó – metafóricamente – hacia aquellas personas que se alejan del surco de la realidad. Al mismo tiempo, el uso de la palabra se extendió y vulgarizándose es utilizada para significar la sinrazón o el desvarío.
Cierto es que en su punto más intenso, el delirio es la característica primordial de los cuadros más penosos que nos ofrece la locura típica. Sin embargo, mientras presenciamos el derrotero hacia el desbarranque del psiquismo, podemos apreciar diversas progresiones en su forma. Lo primero que es importante señalar, es algo que dijo Karl Jaspers. El sostenía que “El delirio se comunica en juicios. Sólo donde se piensa y juzga puede surgir un delirio. En ese sentido se llaman ideas delirantes a los juicios patológicamente falseados en los que el sujeto se afirma con convicción extraordinaria, con una certeza subjetiva incomparable.”
Freud señala que el delirio es un intento de reestablecimiento y reconstrucción del propio psiquismo frente a la crisis psicótica. En lo que hace al orden fenomenológico podemos observar lo siguiente: en primera instancia a una vivencia delirante se le otorga la consistencia de una idea transformándola así en una idea delirante. Luego, el sujeto se aferra a esas ideas como si fueran verdades, sosteniéndolas con una convicción tal que supera la certidumbre normal. Finalmente busca coherencia obteniéndola a través de una elaboración delirante, que sirve para afirmar la comprensión y justificación del pensamiento delirante del enfermo. De este modo se vuelve comprensible la cualidad del pensamiento delirante: se caracteriza por la certeza, la certeza delirante.
Teniendo en cuenta lo expuesto, podemos colegir que si en el ámbito político se escucha, analiza y dedica tiempo a refutar lo que dice un sujeto, es porque se ubica a los dichos de ese otro en el orden del adversario político. Leído desde la lógica del poder, desdeñar el discurso del adversario quedaría inscripto en el espacio del autoritarismo.
Ahora bien, cuando no hay cuestionamiento ideológico, ni confrontación de proyectos políticos sino elaboración delirante, ya no se está frente a un adversario político. En última instancia, quién estaría ocupando el lugar del adversario sería aquel que utiliza el desabarranque psíquico de la persona enferma poniéndolo al servicio de sus intereses políticos.
Pierre Nodoyuna Pierre Nodoyuna era uno de los participantes de la gran carrera de rally que se corría a campo traviesa en cada episodio de la serie de dibujos animados Los Autos Locos. Lo que más deseaba Pierre era ganar pero todo le salía mal ya que intentaba hacerlo por medio de engaños y trampas de todo tipo. Si bien el coche que conducía en la competencia era el más rápido de todos – un Súper Ferrari que tenía en su mecánica todo tipo de trampas que usaba contra sus oponentes – jamás ganaba.
El traje que Pierre llevaba era similar al de un corredor pasado de moda: el abrigo era largo y de color violeta; los guantes eran largos hasta el codo y de color rojo; su sombrero grande a rayas con gafas de conducir sujetas a él y su rostro anguloso portaba un enorme bigote. En la versión en español que llegó a nuestro país se caracterizaba por hablar con un marcado acento francés. Esto hacía que las maldiciones que profería tras sus continuas derrotas produjeran mucha risa. Aun se lo recuerda decir con la r afrancesada ¡Rayos! ¡Maldición! Sacre Bleu! ¡No hay derecho!
Sin embargo Pierre no estaba solo, era ayudado en sus planes por su fiel mascota, un zarrapastroso perro llamado Patán. Patán era un perro desagradecido que se reía con un asmático y perverso regocijo de todos los fracasos de su maligno amo. Cuando las cosas no salían bien, en medio de su impotencia, Pierre le reclamaba a viva voz a su secuaz ¡Haz algo Patán!
Sin embargo, a pesar de todas las trampas, ruindades y engaños que este equipo de malvados hacían, no conseguían ganar ninguna carrera. Sus planes siempre terminaban frustrados por su incompetencia, la de Patán o por pura mala suerte, haciendo que Pierre cruzara en último lugar la línea de meta.
En el fondo, lo de Pierre Nodoyuna es una gran alegoría. El personaje está sostenido en una ironía sin par, ya que él es quien conduce el mejor auto, el más veloz y el que tendría mayores posibilidades de ganar. En verdad, si no se molestara tanto en hacer trampas, organizar fraudes, sostener mentiras, maquinar engaños, pergeñar artimañas, zancadillas y cualquier otra clase de embustes, habría ganado holgadamente más de una vez.
Probablemente la realidad no sea otra que Pierre Nodoyuna, en el fondo, no desea ganar. Quizás su motivo primero y su causa última, es participar en la carrera para hacer daño, mortificando a sus rivales. Allí está su disfrute. Y así como Pierre, algunos de los que hoy en apariencia tienen a su disposición grandes maquinarias, históricos partidos y tradicionales estructuras, terminan perdiendo el tiempo gozando de su actividad destituyente. En definitiva, es por eso que están condenados a llegar últimos por siempre jamás.
Bombita Rodríguez
Agente 0017 de Octubre, al servicio del Justicialismo
La Quinta Pata, 26 – 06 – 11
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