domingo, 19 de junio de 2011

Juicios: jornadas por el caso de Paco Urondo

Ramón Ábalo

El 17 de junio de 1976, a pocos meses de comenzada la criminal dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, el escritor y periodista Francisco Paco Urondo era emboscado, junto a sus acompañantes, en la esquina de Remedios Escalada de San Martín y Tucumán, de Dorrego. Paco moriría en el lugar; su esposa, Alicia Raboy, sería secuestrada y su hija Ángela fue a parar a la Casa Cuna para después ser dada en adopción. Este episodio - uno de los tantos de los genocidas en Mendoza - es uno de los casos que van a ser ventilados en la justicia federal de Mendoza por desaparición de personas por la dictadura cívico-militar del '76. Es una de las causas del paquete que "entró" junto con otras a ser ventiladas desde el 17 de noviembre pasado, y cuenta con elementos jurídicos-políticos que han despertado expectativas, en momentos en que avanzan los juicios a cuasi genocidas, como lo son los jueces Miret y Romano.

Para que nada siga igual
Paco Urondo ejerció la poesía tanto como su militancia política, hasta las últimas consecuencias. Llegó a tanto que entregó su vida, pero dejó tras de sí una obra de envergadura poética que resalta desde hace tiempo en el firmamento poético argentino e incluso más allá. Su vida y su obra, en perfecta armonía y comunión, fue una constante de una lucha que había asumido para que nada siga igual. Y eso de un país mejor, un mundo mejor, síntesis de esa lucha, para Paco incluía una flor, pero en la punta de un fusil. No se auto-sacrificó, lo que por ahí se afirma, porque ello no podía ser desde la conciencia lúcida que le marcaba que su vocación vital era una totalidad de cuerpo y espíritu.

En Urondo conviven lo estético y lo político en los libros Todos los poemas (1950-1970) o Poemas de batalla (póstumo, 1998), Todo eso (cuentos, 1966), Los pasos previos (novela, 1972) o La patria fusilada (Crisis, 1973).

Periodista en diarios y revistas como Primera Plana , Panorama y Noticias , Urondo llegó a Mendoza en un plan que tenía que ver con reactivar Montoneros en la provincia, pese a todas las advertencias que sus compañeros de militancia, tanto de Buenos Aires como de aquí, le hicieron acerca del peligro que eso significaba.

Pero Paco era terco, y así fue como llegó hasta esta provincia, donde caería como vivió: luchando en la calle.
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La vida de Urondo se resume en sus palabras: Creo que poética en griego quiere decir acción, en este sentido no creo que haya demasiadas diferencias entre la poesía y la política. (…) Le diré más, por la poesía, por la necesidad de usar las palabras en toda su precisión y significación he llegado al tipo de militancia que actualmente hago. Los compromisos con las palabras llevan o son las mismas cosas que los compromisos con las gentes, dependen de la sinceridad con que se encaren tanto una actividad como la otra, siempre hay lugar para la retórica en el sentido estrictamente ornamental de la palabra. De esta manera pienso seguir trabajando rigurosamente en ambos terrenos, que para mí es lo mismo. (Revista Liberación, Buenos Aires, 1973).

Urondo, no obstante las urgencias de la militancia, con el fusil en la mano, escribía sus poemas donde resalta, precisamente, ese compromiso que como hombre, se tiene ante la problemática social de los sectores populares. Parte de las honras que merece tanta vida, es la verdad y justicia para un hombre poeta y miliciano.

La Quinta Pata, 19 – 06 – 11

La Quinta Pata

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