domingo, 28 de agosto de 2011

La derrota de Khadafi es victoria del imperialismo

Alfredo Saavedra

La Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, o mejor conocida con las siglas en Inglés NATO, dependiente de las Naciones Unidas, convertida en una ilegal fuerza beligerante, logró la derrota del gobierno autocrático de Omar Khadafi, en Libia, llevando ese país a un estado caótico cuyo destino para el futuro inmediato parece no solo lleno de incertidumbre sino de calamidades sin fin.

La NATO quebrantó desde el principio del conflicto en ese país, hace seis meses, la resolución de Naciones Unidas dirigida de forma exclusiva para impedir el uso de la fuerza aérea en Libia para atacar a la población civil. Pero de inmediato, sin que el mandato así lo estableciera, se transformó en fuerza de apoyo para la oposición al régimen de Khadafi, con el bombardeo no solo a objetivos militares sino civiles. El extremo de ese abuso es que ahora la NATO encabeza la cacería en contra del dictador libio, contrariando la declaración inicial de la ONU, de no buscar su derrocamiento o muerte.

La oposición en Libia inició el movimiento en contra del gobierno por ósmosis, tras los sucesos de Túnez y Argelia, donde en forma menos dramática se produjo la caída de sus regímenes gubernamentales. De inmediato esa oposición se convirtió en fuerza militar armada, iniciando sus ataques bélicos en la ciudad de Benghazi, donde derrotó a las fuerzas leales a Khadafi, convirtió esa segunda ciudad libia en territorio liberado y se constituyó en gobierno que, de inmediato, obtuvo el reconocimiento de los gobiernos de Francia e Inglaterra y luego de otras naciones afines al imperio, dirigido de manera solapada por los Estados Unidos.

La oposición en Libia, convertida en guerrilla, apoyada en forma determinada por el ejército aéreo de la NATO, no ha tenido la homogeneidad de las oposiciones en los mencionados Túnez, Argelia y Egipto. Su composición es muy heterogénea y está formada por alianzas entre facciones de distinto color y tamaño, entre las que se cuenta una al parecer monarquista que le ha dado al movimiento rebelde precisamente la bandera de la monarquía destronada por Khadafi en 1969.

La cabeza del movimiento de oposición constituida en consejo político, tiene la misma conformación del movimiento en su totalidad, es decir que es una mezcla de diferentes grupos que en ninguno hay una posición política definida que no sea la de derrocar a Khadafi, a lo mejor para sustituirlo por otro gobierno autocrático, del que puede surgir algún cabecilla con las mismas tendencias del dictador.

El coronel Khadafi, aunque en los inicios de su gobierno formuló un plan con soluciones de apariencia socialista, no hizo un gobierno de sostenimiento ideológico y su famoso Libro Verde, que parecía la biblia de su movimiento, era más bien un símbolo que no encarnaba un modelo de programa político. Definió al principio, según ese libro, su política como una tercera vía entre el socialismo y el capitalismo, doctrina ya propuesta por la social democracia de algunos países europeos. De ahí que no había nada original en su programa. En todo caso era un modelo que no estaba separado de la cultura árabe dominada por principios religiosos.
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Por entonces la conducta de Khadafi no tenía los rasgos de excentricidad que lo han caracterizado en los últimos tiempos. Se afirma que su gobierno dio apoyo a los movimientos guerrilleros en Latinoamérica, en una época de esperanzas triunfalistas, cuando a lo mejor el estadista libio pensaba que el fenómeno podría convertir al continente hispanohablante en un bloque socialista en el cual podría tener algún protagonismo. Cuando eso no se produjo con la derrota de la mayoría de movimientos revolucionarios, Khadafi retiró ese apoyo, consistente de manera esencial en ayuda financiera, o cuando menos eso es lo que asegura una información de la BBC de Londres, que sigue una línea de identificación con el imperialismo.

Khadafi ha dado muestras de un comportamiento veleidoso y así como tuvo los arranques ideológicos descritos, también buscó congraciarse con los países de la órbita imperialista. Estadistas de Francia, Inglaterra, Italia y los Estados Unidos tuvieron relaciones amistosas con él durante diversos períodos. Los Estados Unidos llegaron a perdonarle la botadura de un avión con más de cien pasajeros de esa nacionalidad que perecieron en el atentado, cuyos familiares recibieron una compensación millonaria sin precedente en esa clase de indemnizaciones.

Hasta el año pasado Khadafi gozaba de amplio reconocimiento de parte de los gobiernos que ahora patrocinaron su derrocamiento y que tal vez impulsen su asesinato. Han circulado fotografías en abrazos con el presidente de Francia Sarkozy y el de Italia Berlusconi y lo mismo más de una foto con la por entonces secretaria de estado Condoleezza Rice, tomados de la mano, lo que confirma la veracidad del supuesto amor que, según últimas noticias, el dictador ha profesado a la ex funcionaria estadounidense, a quien llamaría “Leeza, mi reina negra del África”. No cabe duda que ya Khadafi estaba en un avanzado estado de locura.

Cierto que Khadafi, por su falta de una definición ideológica y por los excesos de su familia en una vida de insolente opulencia, no podía ya contar con la simpatía de la izquierda en el mundo. Excesos que fueron expuestos en fecha reciente cuando se informó que uno de sus hijos le había pagado un millón de dólares a la cantante Beyoncé, para que le cantara dos canciones.

Pero eso no excluye que la izquierda en el mundo repudie la intervención insolente también de los países imperialistas, Francia, Inglaterra y Estados Unidos a través de su brazo armado la NATO, que ha participado en una guerra que dejará a Libia envuelta en una guerra civil que tendrá iguales o peores consecuencias que la situación creada en Irak, donde no termina el desangramiento de la población.

No ha sido gratuita la intervención de la NATO y por consiguiente del imperialismo en Libia. Aunque lo nieguen los países comprometidos en esa intervención, su meta no es la de apoyar la instalación de un gobierno democrático, como de forma hipócrita lo proclaman, pues están informados de que la oposición rebelde incluye a sus peores enemigos como lo es Al Qaeda, pero saben bien que podrán contar con un país más fácil de dominar y del cual puedan aprovechar de forma mejor su principal recurso el petróleo, del cual tiene uno de los yacimientos más ricos en el mundo. ¿O será que los Estados Unidos, por ejemplo, quieren obtener los camellos de Libia para sustituir el transporte convencional ahora que está al borde de la quiebra económica?

La Quinta Pata, 28 – 08 – 11

La Quinta Pata

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