domingo, 28 de agosto de 2011

Las movidas de la oposición terminan casi siempre en fracasos

Emilio Marín

Después de la paliza electoral que sufrieron en las primarias, los opositores denunciaron irregularidades. No les fue bien. Tampoco en la campaña que retomaron contra Hugo Moyano. Nada les sale bien.

Las derrotas son difíciles de digerir para los políticos. La sufrida por la oposición el 14 de agosto fue aún más dolorosa por la impresionante ventaja de la presidenta, de 38 puntos, casi indescontable para el 23 de octubre.

Ese domingo a la noche el vocero de Eduardo Duhalde, Carlos Brown, trataba de imputar esa derrota a manejos ilegales del oficialismo, y quería que eso saliera publicado en los diarios del lunes. El contubernio entre esa oposición y los monopolios de la comunicación tuvo muchos casos de sociedad detrás de las noticias. Pero en esta ocasión esos medios consideraron mejor tomar algo de distancia de esas locuras, pues la ventaja de Cristina Fernández era holgadísima y esas denuncias, irrelevantes.

Pero en los días siguientes el duhaldismo y otros opositores que apenas podían caminar tras el descalabro, fueron en peregrinación a La Plata para presentar denuncias ante el juez Manuel Blanco. Este, que luce como si fuera de ese palo político, hizo declaraciones afines a la oposición, mencionando "graves errores" en el escrutinio bonaerense. Empero, aclaró que eso no suponía ningún fraude.

Florencio Randazzo había desalentado ese tipo de denuncias y pidió aguardar a la finalización del escrutinio definitivo oficial, que aportaría 0,2 por ciento más para la cosecha cristinista.

Quizás la respuesta final que puso la tapa a las objeciones del variopinto opositor fue la del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. "No hay que crear ninguna inquietud mayor. No hubo algo muy grave. Hay errores que se tendrán que revisar y corregir. La Argentina tiene un muy bajo nivel de error en los procesos electorales", juzgó Ricardo Lorenzetti.
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El arco de los quejosos era amplio pues la delegación que habló con Blanco estaba integrada por Graciela Camaño (Frente Popular), Gustavo Ferrari (Udeso), Federico Pinedo (PRO) y Patricia Bullrich (CC). Desautorizando a Ferrari, su jefe Francisco de Narváez manifestó que "no hubo fraude en las elecciones primarias", que era la idea a la que apuntaba la oposición. Fin de la maniobra.

La otra operación contra el gobierno era explotar las diferencias que tiene con Hugo Moyano. Las usinas más activas fueron los medios monopólicos, más que los candidatos opositores. Las diferencias, cabe acotar, existen y se notaron en la conformación de las listas del FPV, pero no tienen altura suficiente para provocar una ruptura de dos socios que se aprecian y necesitan. A Moyano ya lo daban por renunciado en la central sindical, supuestamente luego de una serruchada de piso de los "Gordos" e "Independientes" con luz verde accionada en la Casa Rosada. La realidad mostró que eso era falso.

No sin regateos, la CGT terminó firmando junto a la CTA de Hugo Yasky, del lado gremial, el acuerdo sobre salario mínimo alcanzado en el Consejo del Salario con las entidades patronales y el gobierno. Fin de la otra maniobra.

Buenas noticias
El viernes, luego de un par de reuniones que insumieron entre ocho y once horas según distintas fuentes, se decidió elevar un 25 por ciento el salario mínimo, que será de 2.300 pesos retroactivo al 1 de agosto.

Los reclamos de Moyano y Yasky habían arrancado con un pedido de 2.600 pesos, que equivalía a 41 por ciento. Esto fue enfáticamente rechazado por la delegación empresaria, que ofrecía sólo un 15; los del frente del rechazo invocaban la remanida acusación de que un aumento mayor sería "factor inflacionario". Algunos argentinos podrán comprar ese argumento, pero muchos más saben que la inflación no está originada en los salarios sino – sobre todo, no únicamente – en los manejos monopólicos de precios que detentan 200 empresas líderes, comenzando por alimentos y combustible.

Al final hubo acuerdo en el 25 por ciento, que es una buena noticia para un universo de más de 300.000 trabajadores. La delegación sindical logró introducir una condición que podría mejorar los ingresos de otros trabajadores: el gobierno estudiará el pago de las asignaciones familiares por encima de determinados sueldos. Hoy quien percibe más de 4.800 pesos deja de cobrarlas.

En la conferencia donde se fumó la pipa de la paz quedaron dos conceptos importantes. Carlos Tomada comparó la situación europea, donde se congelan salarios, con la argentina, donde se negocian a la suba. Otra idea significativa, en tono autocrítico, fue de la presidenta, al plantear la profundización del modelo para crear empleo para franjas etarias que tienen dificultades para conseguirlo.

Otra buena noticia, aunque módica, vino del Indec, al confirmar que la tasa de desempleo bajó en el segundo semestre del 7,9 por ciento al 7,3. A su vez la tasa de subempleo también descendió del 9,9 por ciento al 8,4. Ambos porcentajes denotan que continúa en niveles altos la actividad económica y parte de los buenos resultados tienen que ver con las políticas pro-activas del gobierno. Esto genera un piso más o menos sólido como para poner allí los pies y no ser caerse barridos por los vientos de la crisis internacional que pinta mucho más poderosa que el huracán Irene.

Fue positivo también que en diputados se haya aprobado en un par de comisiones la ratificación del Banco del Sur. Falta el dictamen de la comisión de presupuesto y luego irá al plenario, si es que la campaña electoral no lo manda a cajones profundos. La entidad será la expresión financiera de la docena de países de Unasur, con aportes mayores de Venezuela, Brasil y Argentina. Lo grave es que esta iniciativa está viva desde 2004 y hasta hoy solo los parlamentos de Venezuela y Ecuador le dieron el okey. Tarde piaste, querida Argentina.

Quieren revivir "Grupo A"
Otra buena nueva de la situación política fue el avance de los juicios por violaciones a los derechos humanos, con severas condenas para 231 represores. Los reproches judiciales empiezan a alcanzar a elementos de la pasada dictadura en la justicia, como se desprende de la suspensión votada en el Consejo de la Magistratura contra el camarista Otilio Romano.

Ese avance democrático, en cambio, fue criticado por editoriales de "La Nación", que defienden objetiva y subjetivamente al único demonio. Ayer se comentó este tema, de modo que no se redundará. Simplemente el cronista quiere subrayar la importancia de la política de derechos humanos, que tuvo su influencia en el resultado de las primarias. En un acto realizado el viernes en el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, en homenaje a los desaparecidos de El Vesubio y los 30.000 desaparecidos, el tema fue planteado por Esteban R. Ortiz, asesor penal e investigador de la Universidad Nacional de Córdoba. El orador criticó a Clarín, Perfil, La Nación y La Voz del Interior (Clarín), por tratar de explicar la reciente victoria de CFK sólo en base a criterios económicos de que "la gente vota con el bolsillo". Sin negar ese factor, ¿acaso no será que también buena parte de la población votó por Cristina para expresar su adhesión a la política de derechos humanos, de que los genocidas tengan juicio y castigo?, se preguntó.

La amplísima ventaja de la presidenta y Amado Boudou en las primarias no tiene vuelta atrás, salvo que ocurra una catástrofe. La materia gris que busca asesorar a los candidatos de la oposición sabe que esa tendencia no se revertirá con denuncias sobre que el patrimonio de la jefa de Estado aumentó un 27 por ciento en el último año.

En consecuencia están diseñando una nueva táctica: que se bajen los candidatos a presidente hasta dejar sólo a Hermes Binner, el menos "quemado" de todos. La propuesta no es fácil de implementar porque deben resolver el tema crucial de qué pasará con los candidatos al resto de los cargos, donde harán hincapié en octubre.

Es improbable que Duhalde y Alfonsín acepten declinar sus candidaturas, aunque sí pueden verse forzados a ceder protagonismo a sus listas de legisladores. Es que empieza a tomar forma esa nueva táctica, sugerida abiertamente por uno de los dueños de Poliarquía, la empresa de encuestas que opera con el diario de los Saguier-Mitre. El 23 de agosto Sergio Berensztein publicó allí su columna titulada "Evitar la hegemonía legislativa será el desafío electoral". Textual: "así, el turno del 23 de octubre pasó a ser visto, en todo caso, como una suerte de elección legislativa, en la que el principal desafío consiste en evitar que el kirchnerismo retome el control de ambas cámaras y, en consecuencia, esté en condiciones de avanzar en una agenda legislativa potencialmente más radicalizada".

Traducido: los más rápidos detractores conservadores del gobierno le marcan a la oposición una agenda donde lo central es meter diputados y senadores para evitar que Cristina tenga mayoría en el congreso. Es una estrategia de revivir el nefasto "Grupo A" parido en diciembre de 2009 y deshilachado en el camino.

De todas maneras, ese consejo de Poliarquía pasa por alto este dato central y notorio: CFK gobernó dos años sin mayoría parlamentaria ni ley de Presupuesto. Y lo hizo bien. El palo en la rueda puesto por la oposición no les funcionó: debe estar en otro agujero.

La Arena, 28 – 08 – 11

La Quinta Pata

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