domingo, 14 de agosto de 2011

Silvio Frondizi: un pensamiento trágico en la crisis (I)

Horacio Tarcus

Para el asesinato del ruiseñor,
venían tres mil hombres armados de lucientes cuchillos.

Federico García Lorca

Tengo una personalidad propensa a los replanteos en sentido cartesiano, es decir, constructivo, declaró una vez Silvio Frondizi. Mi vida puede dividirse en etapas perfectamente definidas, cada una de las cuales marcó un avance en relación a la anterior. La síntesis del camino está dada por el punto de partida: un intelectual pequeño burgués, y el punto de llegada: un socialista revolucionario.

Se ha dicho – a propósito de esta trayectoria – que la suya fue una personalidad errática e incoherente. Del liberalismo al marxismo, de la revolución socialista a la solución popular, de la candidatura a senador por el FIP en 1973 a la Mesa Nacional del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) al año siguiente, podrían hacer valedero ese juicio apresurado. Pero, ¿cuál es la lógica interna de este itinerario? ¿Cuál el marco histórico que le da significado y coherencia?. La vida de Silvio Frondizi, cercenada por la Triple A el 27 de setiembre de 1974, está marcada por tres grandes etapas. Una, la liberal consciente de la crisis del liberalismo hasta 1945, la segunda como marxista crítico postulando la revolución socialista y la construcción del Movimiento de Izquierda Revolucionario (1946 – 1960); y por último la soledad del marxista francotirador, centrado en la actividad docente y la defensa de presos políticos y gremiales (1961 – 1974)

No es la suya la linealidad positiva del pensador académico o el político profesional, sino de una negatividad ejercida hasta las últimas consecuencias. Solía decir, en mi vida hay un demonio – como el socrático – que dirige mis acciones…se trata de la propia conciencia social que, directa o indirectamente, a través de una tensión – que llega a ser neurótica – ajusta nuestra acción a sus propios dictados.

Lo que cimenta la continuidad a través de las diversas etapas es que el de Silvio es un pensamiento de la crisis – crisis global de nuestra sociedad – con la singularidad de que se instala en su mismo interior para pensarla. Sea en el corpus liberal o en el marxista, Silvio Frondizi permanece en la cornisa que supone el desgarramiento entre los valores absolutos y la miseria de lo real. La vigencia de esta contradicción convierte la suya en una visión trágica de la política y de la historia. Por eso, más que el profeta de los tiempos nuevos, es el pensador trágico de la crisis (1).

Los años de formación
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Silvio Frondizi, el doceavo de catorce hermanos, nace en Paso de los Libres en el seno de una familia de inmigrantes italianos, relativamente acomodada y culta, el 19 de enero de 1907. Mientras el clan Frondizi se mantuvo reunido, la mesa familiar fue centro de debates filosóficos y políticos. La mentalidad de don Julio, el padre – rememoró alguna vez su hijo Arturo – era similar a la de muchos inmigrantes despiertos de fin de siglo: ateo, maldecía a Dios y a los curas las veinticuatro horas del día, leía libros, quería que sus hijos siguieran una carrera.

Los dos hermanos que más tarde expresarán los polos más enfrentados, están unidos entrañablemente en los años de niñez y juventud. Juntos llegan a Buenos Aires en 1923, juntos terminan el bachillerato en el Mariano Moreno, e ingresan a Derecho a fines de 1926. Pero los senderos comienzan a bifurcarse. Mientras Silvio se concentra largos años en el estudio del derecho y de la historia (en el profesorado nacional), Arturo hace una carrera meteórica, recibiéndose de abogado en tres años. Ambos resisten a la dictadura de Uriburu y se ven arrojados al calabozo en 1931. Pero mientras Silvio se mantiene al margen de la vida político-partidaria, Arturo se convierte en un radical de primera línea. Mientras intima, desde Buenos Aires, con la crême política (Alvear, De la Torre, Repetto) e intelectual (Korn, los hermanos Romero); Silvio es un oscuro profesor de historia en la universidad de Tucumán.

Hasta sus respectivos referentes teórico-políticos anticipan los caminos divergentes: el idealismo político inglés, el realismo político italiano. Silvio prepara, desde Tucumán, su tesis sobre John Locke; Arturo, desde sus años juveniles, proyecta un ensayo sobre Maquiavelo. La tesis del fundador del liberalismo – el poder como mandato del pueblo, los derechos individuales protegidos ante el estado, la periodicidad de los cargos públicos, la responsabilidad de los funcionarios, el derecho del pueblo a rebelarse contra la opresión – conducirán a Silvio a la senda de Marx. El realismo político del florentino, sus consejos al príncipe para manipular la ignorancia de sus súbditos, conducirán a Arturo a la senda del poder.

Entre 1938 y 1946 sistematiza sus estudios sobre teoría política, mientras enseña en la universidad tucumana. En 1943 ve la luz su Introducción al pensamiento político de John Locke , y dos años después, El estado moderno. Ensayo de crítica constructiva . Aunque ambas obras son tributarias del estado liberal, lo propio del liberalismo de Silvio Frondizi es su carácter desgarrado, contradictorio, entre el individuo y la comunidad, entre el interés público y el privado, entre la libertad económica y la espiritual, entre la libertad y la propiedad…Pero de una a otra se opera una notable transición: mientras en la primera el modelo social es liberal y su paradigma es Locke, en la segunda opone la democracia en sentido roussoniano al sistema burgués-liberal.

Una visión trágica del mundo
La suya es la visión trágica de un hombre de sólida formación liberal que, pasados los 30 años, constata que la concepción en que hemos sido educados está en crisis . Silvio Frondizi pertenece a una generación cuyas nociones liberales del, progreso, armonía, democracia, se ven sacudidas primero por la guerra y después por el ascenso del fascismo a nivel mundial, y por la violación permanente del orden constitucional a nivel nacional (fraude, golpes militares, corrupción…). La conciencia de la crisis – nos dice – estalló tras un largo periodo de cierto equilibrio y bienestar que hizo creer a muchos que se había llegado al descubrimiento del estado ideal . La dimensión trágica de la crisis alcanza su máxima expresión cuando se pregunta: ¿qué se hizo de tanta grandeza, de tanto esplendor? ¿Es posible que el magnífico edificio de la cultura moderna, construido con tanto amor, se derrumbe? Pues enormes grietas amenazan su estabilidad y están a punto de derrumbarle, catástrofe que sepultaría las más caras conquistas del espíritu humano.

La actitud del intelectual trágico ante la crisis es la de la revuelta ética contra el orden social capitalista, que hace tabla rasa con las mayores conquistas de la cultura y de la historia. Pero la revuelta ética no se transforma en política – en el sentido estricto de la palabra – en la medida que no exista un sujeto social que la encarne. La antinomia central de El estado moderno (sistema burgués liberal/sistema democrático) es un ejemplo claro: hay un sujeto preciso para el primero, pero ¿cuál es el sujeto social que impulsará la democracia en sentido roussoniano ? ¿Qué fuerza social está interesada en una vuelta al modo de vida comunitario y solidario, aprovechando las conquistas del capitalismo?

En algunos tramos del El estado moderno aparece el proletariado en ascenso cuestionando el orden burgués-liberal, pero sus consecuencias inmediatas son más negativas que positivas: su poder de impugnación obliga a las clases dominantes a renegar de los valores liberales, instaurando los estados totalitarios. Si el proletariado puede ser ese sujeto, al menos no lo es por ahora…

A la espera, quizá, de ese sujeto histórico, la función del intelectual es salvar aquellos valores del humanismo clásico que la civilización arrastra en su propio hundimiento. Pero frente a la crisis de la intelectualidad liberal , los caminos se bifurcan. Por un lado, los que se refugian en los valores en sí, los intelectuales liberaloides que creen que avanzan sobre la humanidad los monstruos del Apoclipsis . Por otro, los que glorifican el acaecer real, independiente de los valores.

Silvio escoge, ante los dos caminos – su hermano Risieri toma el del discurso filosófico de los valores; su otro hermano, Arturo, el discurso político del realismo – un tercero: el de asumir en su desgarramiento, en su contradicción, los valores y la realidad, la teoría y la práctica, lo público y lo privado, lo objetivo y lo subjetivo.

Esta problemática de la dualidad entre los valores y la realidad, entre el reino del espíritu y la vida social y política, acompañada de un sentimiento de impotencia del espíritu ante una sociedad masificada, inculta, y groseramente materialista, es la que caracteriza la visión trágica de la intelectualidad alemana de la época de la primera guerra y de la República de Weimar, las principales fuentes bibliográficas de Silvio para este periodo fundamentalmente, Max Weber y el círculo de Heidelberg, por el que pasaron Ferdinand Tönnies, Werner Sombart, Georg Simmel, Ernest Troeltsch, Wilhelm Windelband, Karl Jaspers, Karl Manheim (2).

Estas antinomias lo llevarán a la concepción marxista, pero al no resolverse formalmente dentro de este nuevo corpus teórico, el marxismo de Silvio Frondizi será uno de los más abiertos y críticos de América Latina.

Bajo el signo de la praxis
El golpe militar del 4 de junio de 1943 y la consiguiente intervención a la universidad, arrojaron a Silvio Frondizi al torbellino de la crisis, como dijo él años después. Separado en 1946 de sus cargos universitarios, abandona Tucumán y la reflexión sobre teoría política y, ya instalado definitivamente en Buenos Aires se entrega a la actividad política y al estudio de la realidad argentina.

Así como en 1930 sus simpatías por el movimiento reformista en la universidad no lo llevaron a apoyar el golpe de setiembre, la persecución ideológica de la que fue objeto desde 1943 tampoco lo hicieron acercarse a la oposición democrática.. En una postura equidistante, vive la irrupción del peronismo y la estructuración del frente antiperonista como un mismo momento de crisis global de la sociedad: el peronismo es odiado por la burguesía liberal porque destapó la olla podrida de la sociedad burguesa, mostrándola tal cual es. La juridicidad burguesa y sacrosanta constitución nacional perdieron su virginidad, poniendo al descubierto su carácter de servidoras de una situación…

En los numerosos textos de 1945/46 – especialmente en su folleto La crisis política argentina (1946) – cuestionará a las izquierdas, las que no comprendieron al peronismo como un fenómeno socia l. En lugar de llevar a cabo un frente único con el peronismo contra el enemigo común – la oligarquía terrateniente y clerical – ingresaron en la Unión Democrática, una verdadera aventura de las fuerzas reaccionarias del país .

El principal destinatario de esta crítica era el Partido Comunista, como se pondrá de manifiesto meses después en la polémica que cruza con Rodolfo Ghioldi. Es que el liberal que llega al marxismo desde una posición universalista, internacionalista, radicalmente democrática, se iba a topar con los PC que vienen haciendo el recorrido inverso: abandono de la revolución socialista mundial en nombre de las revoluciones democrático-nacionales, como continuación de las líneas liberales que nacen con la independencia.

Los años del peronismo llevarán a Silvio Frondizi a un proceso de politización que continuará con la constitución de una pequeña organización política – el grupo Praxis. Conforman su núcleo fundador el peruano Ricardo Napurí (a quien Silvio ayudó a salir de la cárcel en 1949), Eugenio Werden (un abogado especializado en filosofía que introduce en el país el pensamiento de Henri Lefebvre) y Marcos Kaplan, un joven estudiante secundario, sumamente intelectualizado, que se acerca en 1944 a los cursos que en estos años dicta Silvio en el Colegio Libre de Estudios Superiores.

Aunque el objetivo inicial del grupo se centraba en la formación política-teórica de cuadros – sus actividades fueron los cursos de marxismo y las publicaciones de la editorial Praxis – en la segunda mitad de los ’50, se redefine como Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis), se estructura celularmente y edita su órgano político: Revolución .

En su periodo más prolífico, de apogeo de su actividad política intelectual, aparecen los dos volúmenes de La realidad argentina (1955-56). El primero, El sistema capitalista , retoma su tesis de la integración mundial del capitalismo para concluir que han desaparecido las condiciones históricas para que las burguesías nacionales lleven hasta las últimas consecuencias las tareas democrático-burguesas. El segundo, La revolución socialista confronta la estrategia de los partidos comunistas, con su concepción del carácter socialista de la revolución argentina, en el marco continental.

Su pensamiento, sustentado en la contradicción y la negatividad, lo llevaron a concebir un marxismo abierto, en construcción, caracterizado por:
- su sesgo libertario: la organización socialista de la sociedad es la única que podrá asegurar al hombre su libertad .
- su carácter democrático radical, autogestionario: los asuntos públicos (económicos, políticos, culturales estarán en manos de la colectividad social como tal .
- su vocación humanista: desarrollada a partir de los textos juveniles de Marx.
- su carácter antidogmático: se propone comprender las distintas interpretaciones realizadas dentro del propio campo del marxismo; la concepción del materialismo dialéctico está en sus comienzos…sus conclusiones, y más que estas, su problemática, deben ser investigadas y superadas ; la evolución, la historia, la investigación, no se detienen jamás .
- su planteo pionero de la relación problemática entre política y vida cotidiana entre el tiempo histórico y el tiempo individual ; del socialismo como recuperación del hombre total.

Toda su concepción descansa en dos creencias íntimas, profundas: creía en las ideas, en la fuerza de las ideas, casi al límite de la ingenuidad; y creía en las masas, en su capacidad creadora y en su posibilidad de sortear cualquier obstáculo , con una confianza rayana en el utopismo.

Continuará.

(1) El presente texto solo incluye tramos de una investigación mayor que se publicará próximamente: El marxismo olvidado en Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña . [N. de R.: el libro se publicó en Buenos Aires en1996, en el sello editorial El Cielo por Asalto]
(2) Utilizo el término de visión trágica del joven Lukács tal como ha sido rescatado por L. Goldmann primero y luego por Michael Löwy en Para uma sociología dos intelectuais revolucionários , Sao Paulo, 1979.


Crisis 56, diciembre 1987, págs. 68 – 71

La Quinta Pata

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