domingo, 13 de noviembre de 2011

La obra cumbre de Picasso que significó el comienzo del arte moderno

Silvina Agüero

Estética contemporánea

En 1907 e inspirado en un prostíbulo, Pablo Picasso dio creación a Las señoritas de Avignon, posiblemente la pintura más importante del siglo XX, por ser considerada no solo la obra que inició el cubismo propiamente dicho, sino también, por ser valorada como la base fundamental que dio origen a la estética moderna y contemporánea.


Es una de las obras claves del arte universal y como ocurre siempre en estos casos, ha recibido infinidad de interpretaciones, muchas veces contradictorias. Les Demoiselles d'Avignon es considerada como el punto de partida de la saga del cubismo y, tal vez, lo más revolucionario de esta pintura, esté centrado en el largo tiempo que duró su creación, basada en la gestación de una infinidad de bocetos preparatorios para cada uno de sus personajes.

El proyecto inicial de esta genial y revolucionaria pintura, contempló una composición con siete figuras: cinco mujeres y dos varones, en un prostíbulo de Barcelona ubicado en una calle llamada Avignon, sitio muy importante en cuanto a sentimientos para su autor. Pero durante la realización de su obra, Picasso corrigió toda esta composición. Inspirado en Las Bañistas de Paul Cézanne, hoy considerado un verdadero precursor del cubismo, la definitiva concepción de esta obra excepcional se orientó hacia las esculturas ibéricas, africanas y egipcias. Además, esta pintura rompió con el realismo, la profundidad espacial, el paisajismo y el ideal que imperaba hasta ese momento del cuerpo humano. No tiene en cuenta tampoco el fondo ni la perspectiva. Dos de los rostros se asemejan a máscaras del arte africano; las dos centrales, son más afines a los frescos medievales y el rostro de la izquierda, es un perfil griego. La mujer sentada vuelve su cabeza hacia el espectador y la de la derecha, como corriendo la cortina. El burdel no está claro y es el bodegón del centro el que está adelantado en primer término. Imperan los tonos ocres y rojizos.

Esta pintura significó el enojo y la decepción en ese tiempo de algunos de los amigos y admiradores de Picasso, los que llegaron a calificarla de “espantosa y decepcionante” , pero también, el inicio de la amistad de su autor con Georges Braque, otro gran referente del cubismo. La obra permaneció en el estudio de su autor hasta 1928, cuando un coleccionista llamado Jacques Doucet la compró; posteriormente fue reproducida por la revista La Révolution Surréaliste y expuesta por primera vez en París recién en el año 1937. Su título original era en realidad El burdel filosófico y fue rebautizado con el actual en la posguerra española.
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El cubismo se caracterizó por ser la más revolucionaria y radical forma de representación después del Renacimiento porque abandonó el punto de vista único del realismo europeo por una multiplicidad de puntos de vista de los objetos, rompiendo también con el efecto de la luz, del color, la perspectiva y el movimiento y la ausencia de las formas que simbolizaron al impresionismo, imponiendo de este modo, la línea y las formas geométricas.

Picasso afirmaba siempre “yo pinto los objetos como los pienso, no como los veo.” Quizás en aquellos tiempos, no logró aun vislumbrar que su genial obra sería considerada como la iniciadora no solo de un movimiento de vanguardia llamado cubismo sino, por sobretodo, la pintura cumbre que significó nada menos que el comienzo del arte moderno y contemporáneo.

Años más tarde, su inmortal singularidad se repetiría con El Guernica , perteneciente al movimiento expresionista, pero eso, por supuesto, merece un capítulo aparte.

La Quinta Pata, 13 – 11 – 11

La Quinta Pata

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