Dos miradas sobre la misma ave autóctona del Ande, el cóndor: la periodística y la científica. Textos que abordan las maravillas de una especie en extinción (E.H.P.)
Aves de rapiña; cabeza, nuca y cuellos generalmente sin plumas. Viven de animales muertos, ponen uno o dos huevos. El macho se diferencia de la hembra por la cresta roja que tiene en la base del pico. Habita desde Jujuy hasta Tierra del Fuego; a lo largo y ancho de la Cordillera de Los Andes. Ave de vistoso plumaje, ha sido objeto de veneración por las razas primitivas. El extraordinario vuelo del cóndor y la tremenda fuerza de su pico y garras han impresionado siempre.
Descripción
…Un clamor nacarado que asciende desde el naciente va apagando las estrellas. Los lomos de los cerros comienzan a salir de las sombras. A lo lejos, los penachos blancos de algunas cimas se hunden en el firmamento. Un aire fresco inclina los yuyos y arbustos de los faldeos cordilleranos. Nace el sol, barbado de cumbres. Se abre el día en todo el ancho de las montañas enhiestas.
Un cóndor deja su dormidero y se detiene frente a su nido. Allí está erguido como un viejo luchador, mirando el mundo de los cerros que se abren a la inmensidad.
Anchas quebradas umbrosas, caminejos de guanacos y vicuñas, senderos plateados donde corre agua cristalina, cuchillas que brillan como azada labriega, con sol recién nacido.
Otro cóndor asoma al gran balcón y luego algunos pichones, que han comenzado con sus pruebas de vuelo.
Ahora, hay una cuadrilla borde del abismo, de pronto uno se echa al vacío y comienza a volar en círculos, luego otros cóndores lo imitan.
Todos atentos con los ojos prendidos al movimiento del bicherío.
Hábitos
Allá en la lejanía, se espeja un medallón de plata, es un pequeño remanso donde el río aquieta su canto. De pronto uno ha visto un animal muerto, en efecto es un burro tendido que se halla en un corral de ramas. Dan dos o tres vueltas y se asientan en un árbol cercano; allí permanecen inmóviles, petrificados, como si no sintieran hambre.
Convencidos al fin de que ningún peligro acecha, comienza el festín. Toda la cuadrilla de cóndores está ahora encima del burro. Se llenan los buches hasta casi reventar.
Luego quieren tomar carrera para alzar vuelo y no pueden, están repletos. De pronto aparece un lugareño armado con un palo y reparte golpes a diestra y siniestra; los cóndores se defienden a picotazos.
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