Alfredo Saavedra
En varias ciudades de los Estados Unidos hubo conmoción la semana pasada en la reactivación, desde principios de año, del movimiento denominado “Ocupación Wall Street” reportando esta vez de nuevo la detención de centenares de protestantes, en redadas de la policía, determinada, bajo órdenes superiores, de impedir esas demostraciones.
Como se sabe, el movimiento se originó el año pasado con la intención de promover atención del público en lo que los inspiradores de las demostraciones consideran descomedida avaricia del uno por ciento de la población, representada por el sector capitalista no solo de Wall Street, sino del mundo entero.
Aunque a finales de año, para tranquilidad de los gobiernos capitalistas del mundo occidental, cesaron las demostraciones de ocupación, materializadas con la ocupación física de áreas urbanas próximas a los centros de operación bursátil o identificadas con el sector económico de poder, para sorpresa de las autoridades gubernamentales adeptas al sistema económico oficial, las demostraciones se han reanudado en lo que parece constituir un relanzamiento del movimiento.
Los medios de comunicación informaron arrestos masivos en Los Angeles, Oklahoma y hasta en la misma ciudad de Washington, como resultado de la represión del movimiento, como ocurrió el año pasado. Sin embargo eso no ha sido disuadente para detener esas demostraciones y más bien parece que se extenderán a otros territorios. En la ciudad de Toronto, Canadá, ya se produjo el primer conato de ocupación, sin que se registraran disturbios.
Aunque la prensa representada por los grandes medios tuvo un papel significativo el año pasado en restarle importancia al movimiento de ocupaciones, columnistas de influencia en la opinión pública han manifestado su aprobación por los motivos que animan la protesta. El principal argumento de los grandes medios era que los protestantes no tenían una meta definida, pero los columnistas independientes han expuesto que hay justificación en un movimiento que pone en evidencia el carácter avorazado del capitalismo.
Por ejemplo, la semana pasada el columnista del diario Toronto Star, David Olive dijo que la cara malvada del capitalismo había quedado demostrada en la decisión de la compañía Caterpillar, con operaciones al oeste de Canadá, de abandonar el país después de haber amasado billones de dólares, debiéndole impuestos al gobierno y dejando sin empleo a centenares de trabajadores.
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