domingo, 8 de abril de 2012

Cómo marcar a Messi

Hugo De Marinis

Uno, de puro contreras nomás – y quizá un poco por lealtad a los astros de la infancia que la rompían erguidos y con la cabeza levantada, un amague lento, interminable, que dejaba pagando al defensor, un tiro al arco con chanfle que daba en el travesaño con el arquero vencido o un cambio de frente que con un dibujo maestro ponía al centrofóvar en posición de gol – es que se resiste al mágico vértigo de este joven maravilla.

Hay otras cuestiones también. Tal vez menores. El susodicho juega para el Barcelona – dicen, por ahí con acierto, que se trata del “mejor equipo del mundo, sino de la historia”. Los tipos tocan, gambetean, meten caños y hacen goles de sombrero, dan pases sobrenaturales, no solo Messi ni una vez cada tres partidos, sino varias dentro de los mismos noventa minutos que dura la fiesta.

El planteo ¿táctico? del pelado y bien parecido entrenador cautiva: tener la pelota y por lo menos tres compañeros que se acercan y la piden, amasarla, atacar; cuando se pierde, recuperarla cuanto antes y cernir sobre el adversario la amenaza del ridículo, la humillación de hacerlo pasar de largo 100 veces y llenarle la canasta. Una propuesta de fútbol de izquierda, podría apresurarse a afirmar un poeta, que no un barrabrava quien se conforma con un 1 a 0 a como dé lugar.

Claro, las instancias administrativas de este club, cuentan con scouts por todo el mundo, especialmente por la gran parte pobre del mundo. Cada vez que un pibe pinta, lo desarraigan a él y a toda su familia con ofertas que no están en condiciones de rechazar ni el país de origen de igualar: no robo de cerebros, como señalaría el comandante Fidel Castro, sino de piernas para este caso.

Así están dadas las cosas hoy en día y parece que de esto vuelta no hay.
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Las escasas familias agraciadas, por otro lado, no tienen de qué quejarse, como la de Messi. Todo esto de izquierdas, mucho no tiene, qué quiere que le diga…pero recordemos que vivimos en el siglo XXI y el fútbol, como tantas otras actividades, merece una mirada distinta, moderna, abarcativa, permisible, pragmática.

El Barcelona, de ese modo, arma sus equipos con lo más graneado de las usinas internacionales. Otro tanto hacen sus rivales como el Real Madrid, el Inter, el Milan, el Manchester United y de ahí para abajo con el mismo esquema de rapiña.

“Bueno, así cualquiera” podrían argumentar los que tienen la infausta tarea de clavarse con la marca de alguien como Messi. El tipo raja como una saeta, y cuenta con la supersónica habilidad y aceleración de un avión a chorro – digamos, de un asesino Stealth Fighter , para colocarnos más a tono con la época. ¿Cómo marcarlo?

Con la simpatía rebeldona que profesamos por la escuadra de Pep Guardiola quisiéramos – asimismo porque el chico después de todo es argentino – que no haya éxito en anularlo. Pero cuando uno tiene en cuenta los factores arriba mencionados le entran las contradicciones y aparece la alarma por rivales amilanados más modestos, que esperan, respetan y temen con demasiada ansiedad. ¿Por qué no írseles a la carga como solía la Naranja Mecánica – en los setenta y a principio de los ochenta – con por lo menos tres jugadores? ¿Por qué no ponerle un “estampilla” que no lo largue ni a sol ni a sombra como recientemente hicieron las selecciones nacionales de nuestros hermanos latinoamericanos? Sí, se me objetará que, con el Barça se precisaría malgastar dos estampillas adicionales, uno para Xavi y otro para Iniesta, y ni que hablar de quién quedaría para encargarse de cuidar a los letales delanteros natos, aunque estos, reconozcamos, resultan más predecibles.

En última instancia, ¿por qué no tratar de jugar como juega el Barcelona? ¿Por qué no fomentar la posición de 10, del que se para, pisa la bola y observa el panorama, entre los niños que se acercan al deporte, en vez de privilegiar solo la fuerza, la velocidad, la patada ciega, morfona y furibunda al arco, y a contar los centavitos? ¿Dónde estás fantasma de Ermindo, Rojitas, Bocha, el Víctor, Babington, Diego? ¿Se habrá extinguido este puesto con el apogeo del neoliberalismo? ¿O fue a la vuelta del siglo?

Dado el éxito del equipo catalán, ¿por qué renunciar a imitarlo? si de todos modos es muy probable que los pepinazos vengan igual.

La Quinta Pata, 08 – 04 – 12

La Quinta Pata

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