Alejandro Frias
“El 68 uruguayo”, de Vania Markarian, recupera las expresiones artísticas y políticas que inundaron las calles de rebeldía juvenil.
De mucho menos trascendencia en el mundo pero mucho más amplio conceptualmente, mientras el mundo se centraba en el Mayo Francés, en Uruguay tomaba las calles un movimiento en el que lo cultural y lo político se fundían en la búsqueda de un cambio que llegara hasta las raíces del sistema.
El 68 uruguayo, el movimiento estudiantil entre molotovs y música beat se titula el libro de Vania Markarian que acaba de lanzar la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, en el que la investigadora profundiza en esa nueva izquierda que comenzaba a manifestarse.
Lo político y lo cultural aunados por una generación para la cual la toma de las calles y la violencia contra las instituciones y sus símbolos era la forma de encaminar al país al cambio radical que llevaría a la liberación.
La disputa, entonces, no se remitía a lo político-ideológico, sino que se extendía y abarcaba a las formas artísticas en las que esto se manifestaba. Y este es uno de los puntos en los que el 68 uruguayo tiene una marca personal relevante, pues las formas de expresión se convirtieron también en un campo de lucha.
De allí las disputas teóricas entre artistas que adherían a uno u otro modo de manifestación de la rebeldía y de la militancia hacia el hombre nuevo.
El 68 uruguayo rescata para las nuevas generaciones las discusiones y las expresiones callejeras de una generación que se fijó como objetivo reconstruir la sociedad, ofreciendo alternativas mucho más que políticas.
La Quinta Pata, 20 – 05 – 12
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