domingo, 26 de agosto de 2012

Juicios: tercera jornada con “hilo conductor”

Ramón Ábalo

No siempre las organizaciones revolucionarias, de la época que fuere, tuvieron derrotas momentáneas por la acción directa del enemigo. Como ocurrió al interior del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), el primer intento del Che para esta parte del mundo, fue ultimado en los montes del Chaco, en 1963/64. La caída comenzó en Orán, Salta cuando el grupo fue copado por Gendarmería. Después se comprobó que había sido "infiltrado" por un miembro del enemigo.

Las organizaciones guerrilleras - las “formaciones especiales”- impulsadas por Perón desde el exilio - Montoneros, FAR y FAP - paulatinamente sus estructuras alcanzaron el grado óptimo, tanto operativo como el de inteligencia y la auto seguridad, que se resquebrajaron con las sucesivas derrotas, llegando totalmente debilitadas para enfrentar la represión de los genocidas del ‘76. Más de una caída fue también a consecuencia de "infiltraciones", posibles por ese resquebrajamiento. Téngase en cuenta que ya los genocidas a finales del ‘75, después de aquel famoso Operativo Independencia, el conjunto de los jefes de las Fuerzas Armadas afirmaron oficialmente "que la subversión había sido vencida…"

Y esto viene a cuento por lo que se escuchó el jueves y viernes, en el marco de las jornadas que se llevan a cabo por el tercer juicio en Mendoza contra los responsables del genocidio. Por ejemplo, el jueves fue el testimonio también de Isabel Güinchul de Pérez, de la Comisión de Familiares - tiene a su esposo y un sobrino desparecidos - y una de las personas que por su tarea desde 1977 en dicha organización, como también en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, filial Mendoza, posee un conocimiento profundo de la mayoría de las causas que se tratan. Y por eso su testimonial en las causas de Gustavo Neloy Camín, desaparecido el 23 de mayo de 1978, y de su hijo Mario Guillermo, desparecido en la misma fecha.
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Gustavo Neloy tenía 59 años de edad, era ingeniero químico. Su hijo Mario era estudiante de la Universidad Tecnológica. Isabel también hizo un repaso de las causas que conforman el paquete primero de este juicio. Tales los casos señalados, y otros que ocurrieron en 1976 y posteriores, tienen un elemento común, que fue la presencia en distintas casas, de Juan José Galamba. Por ello también tuvo conocimientos de los casos de Raúl Gómez y Daniel Romero; de que Mario Camín militaba en el PRT, y que su padre era del Partido Comunista. Mario ayudaba a refugiarse a compañeros de su agrupación, pero también de otras procedencias, como lo fue con Galamba, montonero. Anteriormente había recibido ayuda de Camín padre, que lo instaló en una mina de cal que poseía en San Juan. El resguardo de Galamba en los domicilios de los desaparecidos, o sea Raúl Gómez, Margarita Dolz, Daniel y Juan Carlos Romero; integrados en la causa fue revalidado por Isabel: "se trató de una cuestión de solidaridad", y toda información le sirvió para trazar su hipótesis sobre el entramado de los secuestros de mayo del ‘78: "no creemos en la hipótesis de que haya sido Galamba el "hilo conductor".

Pensamos que los servicios de inteligencia dejaban libre a Juan José hasta que necesitaron nuevamente promover el terror". Esto es lógico si se tiene en cuenta que se estaba en los prolegómenos del mundial de fútbol en nuestro país. El terror, ya se sabe, paraliza, y esto se sostiene porque los perseguidores denominaban a estos grupos "los residuales", y las respuestas de estos eran solamente la solidaridad con los riesgos correspondientes, afirmó contundentemente Isabel, haciéndose voz de que sostienen los organismos de derechos humanos.

El viernes testimoniaron los hijos de Romero, o sea Dante, Elena y Juan Carlos Romero quienes dieron algunos detalles de cómo fue el secuestro de su padre y el robo de las pertenencias, incluso libros, de ese hogar muy modesto. Fue, sin embargo, Dante el que dijo algo más del paso de Galamba por un horno de ladrillo, en Las Heras, donde su padre había destinado como refugio de Galamba, que también trabajaba ahí y a quien, en ese ámbito se lo identificaba por "el rubio". En efecto, Galamba era ese rubio, como lo pudo saber Dante, aportando un dato interesante, cual fue el de que un día aterrizó en las inmediaciones un helicóptero, seguramente de la policía de la provincia, en busca de Galamba, quien se salvó momentáneamente porque alcanzó a esconderse bajo una parva de pasto seco, del que se usa para ligar a la tierra hecha barro, con el que se fabrica el ladrillo.

Aporte de un policía
Fue el agente de policía, ya retirado, Jorge Aladino Rivero, el primero en testimoniar el día jueves. Estaba a cargo de los archivos de los legajos que la mayoría de los mendocinos tenemos allí. Respondiendo al Tribunal y a los abogados querellantes, reconoció que a partir de 1975, esos legajos, en grandes cantidades, eran solicitados por el D2, el servicio de inteligencia de la policía, lo que da afirmación de la tarea de espionaje a los mendocinos, en ese entonces, como una forma de hurgar en la identidad política-ideológica de un sector de la población. Admitió también saber que la policía dependía directamente de las fuerzas armadas en los operativos, como también admitió que solía ver, al final de su jornada, que llegaban ómnibus y camiones llenos de detenidos y escuchar lamentos de dolor de muchos de ellos.

Como ocurrió el año pasado, cada sesión de esta nueva etapa, se manifiesta con datos de una tragedia argentina que conmueven. Por eso, que nunca más.

La Quinta Pata

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