Ramón Ábalo
Las inversiones extranjeras para la explotación de nuestras riquezas naturales, desde la colonia al presente, significaron y significan, la usurpación y malversación de nuestra tierra y la inhumana explotación esclava de los nativos. La tierra madre universal, parturienta del mundo y la vida. Con la cruz y la espada, la "inversión" española consistió en el apoderamiento de las riquezas y la extinción de los pueblos originarios mediante el asesinato y el trabajo esclavo. Así se llevaron el oro y la plata, la papa y el maíz, y el exterminio de los casi 40 millones de originarios de esta parte del mundo. Arrasaron la tierra y desde entonces nos es ajena. Asomémonos a nuestro noroeste, a la Patagonia, al Litoral, al Alto Perú (Bolivia, Ecuador, Perú) y la comprobación nos subleva. No solamente nos referimos a nuestra América sureña sino a la que deviene desde Alaska al sur. La ocupación y colonización europea de Asia y África no difieren en cuanto a la súper-explotación, rapiña y muerte de esos pueblos. Y eso es la moneda corriente en la actualidad no obstante los nuevos aires de cambio y resistencia que soplan por estas tierras.
Explotación, rapiña y muerte. Y ahora extorsión como síntesis. Es lo que la minera brasileña Vale, que lleva adelante el proyecto Potasio Río Colorado en Malargüe, departamento sureño de Mendoza, con una inversión, al menos en principio, de unos U$S 6.000 millones. Pero ya planteó las exigencias para que parte de esas inversiones corran por los carriles del estado, en este caso provincial, cuando está comprometida la subsistencia de unos cinco mil trabajadores y sus familias, y la de cientos de pequeñas y medianas empresas proveedoras de insumos para Vale. Ello significa también cientos de puestos de trabajo borrados y las respectivas empresas en quiebra total.
Así, el panorama socio económico provincial se vislumbra como un furúnculo infeccioso con consecuencias dramáticas para Mendoza, porque la infección se proyectará más allá de los recortes que hace Vale, creándose un clima colectivo de indudable repercusión en todos los niveles de la vida provinciana. Siendo esto así, es una fija afirmar lo que la empresa se trae. Es decir, una extorsión para que el estado asuma parte de una inversión que no le compete, pero sí apaciguar los ánimos, llegar al punto de la producción y rentas extraordinarias, ya que, como se sabe, apenas quedan unos pocos millones de los miles y miles de millones que la plena extracción produce pero que se la apodera la empresa y apenas no más de un 2% para las arcas locales, el envío de las ganancias a la casa matriz en el exterior, y la repetición de un ciclo que en pocos años producirá desempleo. Y la naturaleza, nuestra madre tierra, en tiempos de perecer. No habrá partos ni futuro.
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1 comentario :
Muy bueno tu artículo, Ramón!!
Pienso que la mejor manera de ser consecuente con las luchas llevadas a cabo contra la trata de blancas, la violencia de género, la expropiación de tierras, el abuso y la explotación del trabajo infantil, la defensa de los Derechos Humanos, la inclusión social en todas sus formas, etc.etc.etc., es también considerar este reclamo como legítimo, necesario y también imprescindible, e incluirlo en el ideario de una sociedad más igualitaria y justa.
Saludos
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