Ramón Ábalo
La oposición extremó su gorilismo durante las 20 horas que duró el debate, entre la tarde, la noche y la madrugada del jueves y viernes últimos, que trataba los proyectos de leyes para democratizar la justicia, según el ejecutivo nacional, autor de la iniciativa. Y el odio visceral e irracional de la oposición se expresó en el interior del parlamento ya que el propósito mayor, que era copar la calle, el frontispicio del parlamento y protagonizar aquello de la Carrió, llamando a las caceroleras/ros a "impedir el debate". Pero la supuesta épica del 18A se diluyó en algunos pocos miles y una carpa que albergaba cada tanto a algunos deshilvanados trasnochadores de la paranoia destituyente. Es que a ese momento la convocatoria perdía validez para muchos seguidores que se convencieron de que en vez de estar interpretando una sinfonía mozartiana la batuta era dirigida a interpretaciones a puro ruido, inarmónicas con la realidad de un pueblo mayoritariamente dispuesto a transformarla para la construcción de un mundo mejor.
La histeria se trasladó al interior del recinto parlamentario y entonces fue el paroxismo de la irracionalidad opositora, potenciada por la inminencia de una decisión política de trascendencia vital - la inyección de legitimidad para una justicia desprestigiada - que iba a tener concreción por la vía constitucional del debate y la aprobación por la mayoría más uno, exigencia que se cumplió según la normativa. Hay que ver los videos para la comprobación de lo que estamos relatando. Un diputado que se levantaba iracundo y tomaba un envase de agua para tirársela a un legislador peronista, dos mujeres desencajadas, como la Camaño de Barrionuevo y la Bullrich, dos clásicas de la ira destemplada reaccionando a los gritos y amenazas contra la presidencia de la cámara. En fin, el perfil de siempre aunque más agudizado por la derrota - una más - cuando creían todo lo contrario, que sus cizañas y disloques habían horadado la conciencia de gran parte del pueblo argentino, y sería el final de "la dictadura", cuya representación mayor -"esa prostituta relajada"- debería desaparecer del mapa institucional. Y la del senador mendocino Sanz, el mismo que afirmó hace un tiempo que la asignación por hijo se instalaba en la adicción de la droga y la vagancia, quien esta vez, hace unos días, haciendo un llamado a sus pares y seguidores a bregar para que de aquí a las elecciones de octubre, al gobierno le vaya mal económicamente, "porque de lo contrario, va a seguir ganando en las urnas". Claro, si le va mal al gobierno en lo económico es obvio que será el pueblo el que va a padecer. Obnubilados, una ceguera total por el odio que los oprime, dejando trascender lo que en realidad persiguen, es decir el caos social y político para el objetivo principal, o sea la caída del gobierno.
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