Aumenta la ganancia capitalista, también el empleo y la explotación
Habrá que dar algo para que no nos quiten todo. La riqueza en los últimos 4 años creció un 9% anual. Pero este índice de crecimiento de la riqueza no concuerda con una justa distribución de la riqueza: el 30% de la población más rica se apropia del 63% de los ingresos, mientras que el 70% recibe el 36,9%. Según el ministerio de Trabajo, el beneficio otorgado de $900 lo recibirán apenas unos 400.000 trabajadores, sobre un total de 10 millones.
por Ramón ÁbaloCuando se habla del empleo, lo gobernantes -nacionales y locales- se ponen eufóricos. En Mendoza, el oficialismo pudo afirmar que el desempleo había bajado a un dígito. Algo así como el 9% y alguito más. La obra pública, la construcción, la vitivinicultura y otros sectores agroindustriales; los servicios y la metalmecánica, se desvelan por mano de obra, más que nada si es calificada. Esto es así, al menos en nuestra provincia. Pero el desempleo, o el trabajo precario se mantienen en los mismos niveles históricos, no obstante los guarismos oficiales.
Y aunque parezca paradojal y pese al discurso oficial -Cristina en la organización Internacional del Trabajo- para los grupos concentrados de la economía y las finanzas, los grandes extranjeros y nativos, sus necesidades de mano de obra les producen picazón. Y hasta urticaria. Emblemáticas son las embestidas de los dueños del campo, los aristócratas "con olor a bosta", que les dijera Sarmiento, que son los de la Rural, como aquí los del Centro de Empresarios Mendocinos (CEM), los que hegemonizan el poder económico-financiero por encima del poder político y las necesidades del pueblo trabajador. Leer todo el artículo - CerrarPara la ya candidata presidencial, el sistema capitalista da chances al empresario para intentar la cooperación entre capital y trabajo: "...a los empresarios no hay que pedirles que sean sensibles y buenos, sino inteligentes. En las sociedades más desarrolladas está la visión de la cooperación entre capital y trabajo". Cristina tal vez no ignora el fracaso del "socialismo utópico" en los albores de la Revolución Industrial en Inglaterra. Los talleres y las fábricas trabajaban a pleno, con mano de obra de mujeres y niños, súper explotados con jornadas de 15 a 16 horas diarias, sin descanso semanal y salarios miserables. Los utópicos creían que apelando a la sensibilidad humana del capitalista, éste, finalmente, se transformaría en un patrón bueno y justo. ¡¡De acá!!, como diría el gran Olmedo. Por eso, Cristina apela a la razón, a la "inteligencia", porque por ahí la arbitrariedad y la explotación inhumana llevarían a las masas trabajadoras a la combatividad por sus reivindicaciones postergadas, y entonces no hay estabilidad política ni económica, ni paz social. Pero este es un fenómeno relativo, como veremos más adelante mirando en el pasado del menemismo.
Un ejemplo de frustración
En 1945/46 Perón inauguró en la Argentina el 1° Estado de Bienestar, uno de los primeros después de la Segunda Guerra Mundial. Para ello tejió el pacto social entre los burgueses nacionales e industrialistas y los proletarios, bajo un decálogo que incluía la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Pero todo anduvo bien hasta que uno y otro factor de la ecuación pretendía mucho más de una economía pujante, con producción, empleo y salarios en alza. La burguesía se desnacionalizó, pugnando por entrar al circuito de los intereses imperialistas. A su vez, los laburantes habían comprendido, adquirido conciencia, de que en gran parte su fuerza de trabajo le era robada por el patrón con lo cual ampliaba su capital. Emergieron las contradicciones en un plano de lucha de clases, y el pacto se convirtió en campo de talla. Y esto es lo que el Estado K pretende evitar en el marco de un capitalismo "serio". Pero el intento no es dialéctico. La coexistencia pacífica entre capital y trabajo es más que una utopía un delirio ideológico.
No al pleno empleo ni a la distribución
Los sectores del trabajo con salarios más altos no superan los $900 fijados por el Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario, que rige a partir de este agosto, el que desde diciembre será de $980. La diferencia es abismal con lo que se necesita para una familia tipo para cubrir la canasta familiar: $2.660 a junio. En la primera semana de agosto, una madre mendocina resolvió alquilar su vientre para mantener a sus cuatro hijos. Actualmente trabaja para una empresa de limpieza por lo que recibe un sueldo básico de $600. En el norte, el drama del hambre cobra víctimas, como siempre.
El otro costado, el de la riqueza en los últimos 4 años ha crecido a un 9% anual. Pero este índice de crecimiento de la riqueza no se corresponde con una justa distribución de la riqueza: el 30% de la población más rica se apropia del 63,1% de los ingresos generados, mientras que el 70% recibe apenas el 36,9%. Según el ministerio de Trabajo, el beneficio delos $900 lo recibirán apenas 400.000 trabajadores sobre unos diez millones de activos. Al respecto, veamos otras cifras y otros índices:
x. Como no se modifica la distribución, los trabajadores son víctimas de una gigantesca estafa.
x. Cada punto perdido por los laburantes, representa unos mil millones de dólares.
x. Si en 1993 los trabajadores recibían algo más del 40% del ingreso total, a fines del 2004 no alcanzaba el 30%.
x. Por lo tanto, según el economista Julio Gambina, la voracidad capitalista estafa a los trabajadores en 10.000 millones de dólares anuales.
Es decir, hay crecimiento pero no hay derrame y el beneficio se lo embolsan los grandes concentrados que, para colmo y mayoritariamente se lo llevan las multinacionales: nada queda para beneficio de los argentinos de tanta riqueza elaborada por los argentinos. Así, salir de pobre es una ilusión, ni siquiera teniendo un empleo, porque solamente muy pocos obtienen los $900 de mínimo básico.
Por lo tanto "...la economía crece, pero manteniendo niveles de inequidad indignantes. Ya los millones de marginados son aceptados desde el poder como de una estructura real a la que ni siquiera se quiere modificar. Están fuera del mercado y, por lo tanto, si mueren o se los mata por discriminación, no se modifican las cifras del lucro". (Arturo Lozza)
El fenómeno en Mendoza
La UIA, la Rural, como aquí en Mendoza las versiones vernáculas de los explotadores, exigían que la acumulación por el Estado de importantes reservas no se "gastaran" en nivelar los salarios de acuerdo al costo real de la vida, ni se aumentaran en los presupuestos las partidas para educación, salud, jubilaciones y otros rubros necesarios para la dignificación de los hogares de los trabajadores. Según esa prédica, "había que guardar para cuando venga el tiempo de las vacas flacas". Además, el salario, para ellos, incide en la inflación: a más alto el salario, aumenta la inflación, lo que es una mentira más, porque gran parte de los factores de la inflación está en los factores que determinan los precios. Se ha visto en estos días con respecto a las frutas y verduras, como se viene advirtiendo también en otros elementos de la canasta familiar, o sea, la carne y la leche, las harinas, etc. Y ese manejo es de los capitalistas, los empresarios que aprovechan al humor del tiempo, de los mercados y cuantos mitos más creados por su imaginación depredadora del bienestar de los seres humanos. Pero además, en este tiempo de bonanza de la macroeconomía, produce la exigencia de los trabajadores por un mayor reparto de la justicia en momentos que se están reconstituyendo orgánicamente, lo que paulatinamente va recomponiendo también su fuerza combativa. El último conflicto de los telefónicos es un ejemplo. Por lo tanto, hay que golpear sobre el salario para que no haya inflación. Pero de lo que se trata es de algo más profundo: evitar que la fuerza de trabajo se rebele contra la injusticia de que es objeto, contra la discriminación y la súper explotación.
Más aún, para que no se llegue a esta etapa, como ocurrió en un tiempo del pasado reciente, no solamente hay que negarse a dar algo más de lo que se rapiña, ni siquiera aquello del gatopardismo que en su momento permitió a Perón, en 1946, para convencer a los empresarios y sellar el pacto social: "tenemos que dar algo para que no nos quiten todo".
Como se sabe el pacto duró poco en cuanto la patronal burguesa exigía más de la torta y lo mismo hacían los trabajadores, lo que provocó el enfrentamiento y el rompimiento, prolegómenos del golpe del 55. Claro que las circunstancias ahora no son iguales ni tampoco la historia se repite. Pero la agudización de la pelea por el salario y las condiciones de trabajo sí pueden resucitar aquellas contradicciones con un final parecido.
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