Víctor Carlos Fernández hoy tiene 62 años. Es uno de los testigos clave en el primer juicio por delitos de lesa humanidad en Cuyo. Está citado para el próximo 3 de noviembre y muchas de las preguntas que le hará el Tribunal están contestadas en esta nota.
"Volver de la muerte dos veces significa una luz de esperanza por tantos compañeros desaparecidos que nunca pudieron hablar. Y yo voy a responder por ellos", fue el inicio de un monólogo en el que quedó encerrado en palabras emoción, lágrimas y un imborrable recuerdo de lo que pasó aquel 21 de setiembre de 1976.
Y confió: "A mí me dejaron muerto en vida. Me destruyeron socialmente y físicamente", una pausa sirve para mostrar un brazo "reventado" después de haber sido colgado de un malacate.
Su pasado en la Juventud Peronista lo marcó. Y "como 30 uniformados" lo fueron a buscar una madrugada. "Reventaron a tiros la puerta y el frente de mi casa". Fue el principio de un recorrido por comisarías y algunos sitios de secuestro como la Escuelita.
"Pasé por el submarino, los golpes en todo el cuerpo y la picana". Nunca pude verles las caras, pero "al comisario Becerra y al capitán Plá los conozco desde siempre", agregó.
Cinco días después fue dejado en libertad, pero al llegar a La Toma (su pueblo natal) no alcanzó a abrazar a su esposa y a los tres chicos, porque volvió a ser detenido. "Con una capucha me tiraron a un camión y de vuelta a San Luis", repite y se pregunta: "¿Por qué tanto ensañamiento?".
La respuesta tal vez la encuentre cuando dentro de unos días se siente solo frente al Tribunal y a un costado de aquellos a los que desde hace 32 años identificó como sus torturadores.
Los Andes, 22 – 10 – 08
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