domingo, 23 de noviembre de 2008

Caradura

Héctor Méndez de la UIA propuso reducir el salario del trabajador en lugar de someterlo a la incuria del desempleo y deslizó el consabido mangazo: que el gobierno baje impuestos a industriales. Pretendió coincidir con el ex presidente Kirchner en cuanto a que "la variable de ajuste de la crisis no puede ser el trabajador". El dirigente habló de repartir esfuerzos, como si alguna vez esto hubiese sucedido. Dijo a cara de piedra: "Yo renuncio a los despidos, el trabajador a parte del sueldo y el Estado a impuestos. Hay que buscar soluciones colectivas, con sacrificios compartidos". La solución salomónica en repartir penurias la va de santita pero no lo es. Olvida mencionar que esta desaceleración, recesión o depresión mundial que ya está entre nosotros, en algún momento deberá terminar. ¿Qué pasaría entonces, con salarios, impuestos y las ganancias de los empresarios? ¿Volverían tan rápido y sin dolor al estatus actual como sucedió después de los estropicios neoliberales del ’90? El empresario es el que menos sufre los espasmos económicos que el resto de los cristianos padecemos sin opciones con las crisis y por eso no debe despedir ni suspender ni bajar el salario ni pedir más sacrificios a quienes ya lo hacen desde hace mucho. Simple y llanamente, el empresario tiene que conformarse con ganar un poco menos.


La Quinta Pata

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