sábado, 13 de diciembre de 2008

La realidad irrumpe en la nueva novela de Sara Rosenberg

Contraluz, Sara Rosenberg

Jorge Boccanera

La nueva obra de la escritora tucumana, "Contraluz", que acaba de ser publicada en España, oscila entre el policial y la intriga política. La trama se superpone a la realidad acerca de los juicios realizados en ese país a represores argentinos.

Rosenberg, narradora y pintora, que vivió en Canadá y México hasta 1982, cuando pasó a residir en Madrid, es autora además de las novelas "Un hilo rojo", "Cuaderno de invierno" y "La edad del barro", todas ellas con buena repercusión de la crítica.

Su nueva novela gira alrededor de la desaparición de un ex desterrado de la última dictadura argentina que vive en España, y las fuerzas oscuras que aún hoy se mueven entre bambalinas para obstaculizar investigaciones sobre ese cruento período.

"La historia – señala Rosenberg – sucede durante el juicio a un represor argentino en Madrid; pero más que el espectáculo jurídico, me interesa el poder que mueve eso que se llama justicia internacional".

El personaje central, Griselda – la mujer de la víctima, actriz y fervorosa lectora – conduce las riendas de la historia mediante un monólogo paralelo a la acción. Esa voz ficcional, de gran altura, sitúa la historia por sobre lo lineal y el mero testimonio.

"La acción se desarrolla en este mundo, y la corrupción es inherente al sistema político en el que vivimos. Pero no es policial en el sentido clásico, no hay enigma, y el lector siempre sabe más que los personajes. El monólogo que Griselda ensaya y escribe, habla de ella misma y también del amor o de la imposibilidad del amor".

Todo autor se identifica con sus personajes. ¿Se da entre Rosenberg y esta Griselda al borde de caer en las garras de quienes la acechan, y de cuya fragilidad emerge su fuerza y su lucidez? "Cuando escribo estoy en todos los personajes, los quiero, los odio, discuto, duermo y me despierto con ellos, pero ellos son los dueños de su historia. Por suerte, el libro les da otra casa. Es una larga mudanza".
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Un dicho popular otorga la verdad sólo a borrachos y locos; pero el pensamiento de esa Griselda es relativizado por quienes la ubican como paranoica entre el alcohol y delirio.

Rosenberg retruca con otro dicho: "’Todo por ganar (o hacer) y nada por perder, salvo las cadenas’, es la condición de Griselda a pesar de su delirio. No es una heroína, es débil, errática, sólo la ayuda haber perdido el miedo, que es un tema central, paralizante, de nuestro tiempo".

Es la misma Griselda quien habla de una luz intensa de vigilancia (¿de interrogatorio?) – mientras el título de "Contraluz" remite a observar desde otro ángulo y sobre todo a "ver", a horadar con la mirada.

"Aprender a ver es querer ver – expresa la autora. Sin elección no hay mirada. Dudar de la luz de las vidrieras, de las pantallas de televisión y de la luz de vigilancia que sólo alumbra y protege a los grandes bancos. Hollywood es sólo un tornillo de la gran máquina de luz falsa".

El "supuesto" suicidio de Jerónimo y el discurso nihilista de Checo (el traidor), traen al diálogo una mirada sobre la muerte bastante extendida, que ve a la militancia de los años 70 como una secta que, como tal, va voluntariamente al sacrificio.

Rosenberg descarta esa versión de plano; es rotunda al decir que no creer en sacrificios ni en sectas: "Jerónimo no quiere morir, lo matan porque va a testificar. La postura ’holocáustica’ también se usó en Alemania para justificar los crímenes. Es como si los palestinos de Gaza arrojaran piedras a los tanques que arrasan sus casas porque tienen ’una tendencia tanática’".

Y agrega: "Es un enfoque criminal que oculta y justifica la infamia de todas las guerras imperiales, que se cebaron siempre en la población civil. Criminalizar la resistencia es ser cómplice del genocidio".

Otro de los personajes (Checo) encarna al soplón; un traidor que da línea ("hubo mucha basura en nuestra generación") y justifica su vileza con el argumento de que nada vale la pena.

Para Rosenberg: "El Checo es una víctima de la adaptación a lo que hay, o él supone que hay: dinero, poderoso caballero".

Y recurre a una cita (aunque no recuerda su autor): "Nihilismo es no creer en nada y tener el deseo de convertirse en nada: el olvido es la pasión que impera", para explicar al Checo: "Un escéptico que compró todos los tópicos que le ayudan a sobrevivir.

Y es el cazador cazado, no puede ser de otra manera".

Sobre esta figura – por momentos el perseguidor perseguido – concluye: "No lo juzgo. Es un personaje muy común, ve el árbol pero no puede ver el bosque y apuesta sólo por "es lo que hay", como dicen aquí cuando una empieza a hablar de cualquier posibilidad de cambio".

Si "Contraluz" es una historia de vilezas, corrupción, traición y crimen, lo es también de esperanza en esa Griselda que no acepta el papel de víctima y resiste desde su verdad: aquello que visto a contraluz devela el sentido profundo de la vida.

Dicha posición está en el imaginario de Sara Rosenberg -ex presa política y exiliada durante la dictadura militar- quien durante una entrevista anterior afirmaba: "Seguimos teniendo el registro de la utopía" en el intento de: "convertir el dolor en acción, en literatura, en vida".

Télam, 13 – 12 – 08

La Quinta Pata

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