sábado, 14 de febrero de 2009

Por un futuro común *

Michelle Bachelet

La Habana
Amigos de la presidencia,
Delegación chilena,
Amigos y amigas aquí presentes en esta XVIII Feria Internacional del Libro de La Habana:

Primero que nada quisiera agradecer este honor que nos han conferido al invitarnos justamente como el país principal en esta maravillosa Feria Internacional. Quiero agradecer porque entiendo que esta invitación no es solo a esta Presidenta de Chile, ni a nuestras letras, ni a los escritores y escritoras que hoy nos acompañan, sino al conjunto de la cultura de un país. Mi país, que ha tenido, como todos en nuestra América, momentos luminosos, momentos difíciles, duras derrotas, pero también momentos de triunfo. Porque la cultura chilena del siglo XX, de la cual todos los que estamos hoy aquí como invitados somos hijos y herederos, se construyó sobre la base de la lucha constante de nuestro pueblo por mejores niveles de vida, por mayores niveles de participación, por establecer ciertos mínimos de justicia social, que cuando celebrábamos ya nuestro primer centenario como país independiente en 1910, estaban aún muy lejos de alcanzarse.

Lo mejor de nuestras letras, de nuestras artes, de nuestra música, fue expresando y solidarizándose con ese proceso de construcción, por una sociedad más libre y más justa, más igualitaria. Y tal como nos recordaba nuestro Director de la Casa de las Américas, pienso en Pablo Neruda, en Manuel Rojas, pienso en Violeta Parra, en Víctor Jara, en Gabriela Mistral, en Roberto Matta, por mencionar algunos de los insignes escritores y poetas y poetisas de nuestro país. Y fue ese proceso el que se vio truncado brutalmente en 1973 cuando chilenas y chilenos fuimos testigos de cómo la fuerza avasallaba no solo a nuestras instituciones y nuestra convivencia, sino también a nuestra cultura, por años, severamente maltratada, reprimida, censurada y por ende empobrecida. Nuestros escritores, nuestros músicos, actores y actrices, cineastas, se vieron obligados a malvivir, a exiliarse, a idear estrategias de supervivencia no solo materiales, sino intelectuales y creativas, mientras nuestras industrias culturales —el disco, el libro, el cine— eran borradas de un manotazo por razones mezquinamente ideológicas.
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Cuántos de nuestros jóvenes se formaron creativamente casi en la clandestinidad, orientados por el “boca a boca”, escarbando entre libros de ocasión, copiando una y mil veces citas de Víctor Jara, o Inti Illimani, o Quilapayún; pasándose de mano en mano los libros o textos de autores prohibidos, y —quiero decirlo en un momento como este— a Silvio Rodríguez, a Pablo Milanés, a Noel Nicola, a la Nueva Trova, cuya estética innovadora marcó entonces a fuego y acompañó e iluminó a miles y miles de jóvenes que luchaban en Chile y en el exilio contra la dictadura. Y revertir esa inercia brutal de la dictadura sobre las ideas, sobre la creatividad, no fue fácil. Nuestras universidades, por ejemplo, aún no se reponen del todo de la sangría material e intelectual a la que fueron sometidas. Creo que a Chile todavía le faltan algunos años para asumir, desde la creación, la palabra, la escena, el cine, el tremendo quiebre que significaron 17 años de autoritarismo, el camino que luego hemos construido para reencontrarnos con nuestra identidad, diversa por un lado y plural por otro.

Esa identidad diversa y plural hoy la compartimos con ustedes aquí, con la alegría de saber que hemos podido reencontrarnos con nuestro destino latinoamericano, y que hemos sido capaces de generar las condiciones para que florezca una cultura de vida donde por mucho tiempo campeó la cultura de la muerte.

Ese es el Chile que hoy llega a La Habana, un Chile que busca caminos y respuestas, que crea y trabaja, que abre sus brazos fraternos a esta Latinoamérica que canta y crea con diversas voces y matices del río Bravo hasta la Patagonia, del Pacífico al Atlántico, de los Andes al Caribe. Es el mismo Chile que Gabriela Mistral trajo consigo en sus muchas visitas a esta Isla que tanto amó y cuya realidad fue capaz de aprehender por adelantado gracias a la lectura de Martí. Así decía Gabriela:
“En Martí me había sido anticipada Cuba, como en el viento marino se anticipan los aromas de la tierra todavía lejana. Pero yo no sé hasta qué punto José Martí expresó a su Isla, con su ardor y sus suavidades inefables, y no sabía, tampoco, hasta qué punto los cubanos todos prolongan en la carne de su corazón estos atributos de la Isla y de su insigne artista: la generosidad, la efusión.”

Qué profunda verdad hay en estas palabras de la Mistral, tan pródiga en sabias intuiciones. Porque la literatura, como el arte en general, cuando es verdadero, cuando expresa la verdad y la libertad de todo un pueblo, anticipa y lleva en sí la historia y la realidad de ese pueblo, con sus preguntas, sus búsquedas, sus alegrías y sus dolores. Espero que quienes hoy nos acompañan tengan para ustedes, hermanas y hermanos de Cuba, un efecto como ese: que puedan apreciar y sentir a Chile en las obras de Pedro Lemebel, de Carmen Berenguer, de Elicura Chihuailaf, por nombrar solo algunos de los que aquí estarán presentes; que puedan vernos también en la magnífica muestra Matilde Pérez que inauguráramos ayer en la Casa de las Américas; en la música de nuestras orquestas, de nuestros trovadores, nuestros organilleros y chinchineros. Porque de esa manera estaremos así, un poco más cerca. Nos conoceremos mejor y podremos construir un futuro común más rico, más pleno, más de hermanos.

Muchas gracias

*Intervención de la Presidenta chilena en la inauguración de la XVIII Feria del Libro de La Habana en San Carlos de la Cabaña, el 12 de febrero de 2009.

La Jiribilla, 14 – 02 – 09

La Quinta Pata

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