Ramón Ábalo
Los prepotentes de la mesa de enlace están en la Rosada, para dialogar con el gobierno. Seguramente que hay un monólogo de los Buzzi y los Biolcati, como se ha adelantado pública y mediáticamente: "...llevamos una agenda que debe ser la temática a tratar…" dijeron de antemano, o algo por el estilo. Es decir, no van a escuchar y responder y plantear sus necesidades – el diálogo – sino a exigir – el monólogo – nada menos que se les de todo a cambio de nada. Previamente, en días anteriores y siempre mediáticamente, lo expresaron de modo enfático en la tribuna de la Sociedad Rural, desde donde su presidente Biolcati, lanzaba denuestos e ironías contra el gobierno y reivindicaba a Martínez de Hoz, el ministro de la infamia entreguista en el marco del genocidio, con el beneplácito de 1.500 ruralistas allí presentes. Quedó claro, una vez más que la entidad siempre fue vanguardia de los enemigos del pueblo argentino. A tal grado fue el desborde verbal de Biocalti que mereció críticas de sus pares como Solá y de Narváez. Claro, del Cleto Cobos nada, con lo que su esencia ruralista (de la SR) es inmanente a la ideología antinacional y antipopular. Y vale que transcribamos párrafos de la columna del periodista Rodolfo Braceli en el Diario Jornada de hoy: "Lo que pasó el lunes pasado en la Rural no es como dicen, ‘una expresión desafortunada’. Es una ‘expresión afortunada’ porque saca las caretas. Y no es simple ‘exabrupto’. En todo caso este exabrupto también saca la careta y revela con sinceridad lo que sienten estos señores y señoras. Están sembrando vientos. Van a tener una gran cosecha. Más que soja, van a cosechar tempestades. Pero ellos, como siempre, estarán bien resguardados. ¿Tanta muerte y sangre derramada no enseñó nada? Otra vez la Rural se convierte en el Partenón de la Argentina. Tengamos la decencia de hacer memoria. Recordemos lo que le hicieron al presidente Alfonsín estos señores y señoras dueños de la escarapela y, según ellos, soporte absoluto del destino nacional. En la Rural lo abuchearon, silbaron, chiflaron. Alfonsín les dijo que impedir hablar es una conducta fascista y que eso que ellos hacían (y hacen) no era posible..."
La Quinta Pata, 31 – 07 – 09
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