Cada año el Papa de Roma habla de la pobreza en la Argentina, una nación rica en recursos humanos y naturales, dice para enfatizar su último y dramático mensaje sobre "el escándalo de la pobreza y la inequidad social", en lo que coincide con una campaña en los grandes medios, que parecen haber descubierto el problema. Benedicto y los otros hablan de la pobreza como si fuera una epidemia o una plaga, cuando se trata de los que defendieron los paradigmas que postula el Fondo Monetario Internacional en los 90. Si esto no fuera en sí mismo sospechoso, la reaparición del Mingo Cavallo proponiendo a Eduardo Duhalde como sustituto posible del jefe de Gabinete da mucho más para pensar. Duhalde es el introductor de las recetas del Banco Mundial, el que propone ahora la alternancia PJ. – UCR y el que sugiere que el gobierno tiene fecha de vencimiento.
En la práctica, ninguno de ellos propone cómo liquidar la pobreza, en realidad lo que hacen es oscurecer y mistificar sus causas y consecuencias. Mucho menos dicen que la extrema concentración de la riqueza es más renuente a modificarse que la pobreza. Proponen sustitutos como mayor equidad, igualdad de oportunidades o educación. La equidad no borra las distancias extremas de desigualdad social, las oportunidades deben ser a lo largo de la vida, lo que exige la protección del Estado, la educación, si no se la interviene con medidas no solo educacionales, puede reproducir e incluso generar y agravar las desigualdades.
Hasta plantean arbitrariamente, que si se redistribuye, se escapan los capitales y no quieren invertir, porque ven peligrosamente afectadas sus ganancias. El problema es, entonces, la riqueza.
El enemigo principal de la redistribución de las riquezas es el neoliberalismo, con sus políticas antiestatales, con su simplismo mercantil, con su euforia privatizadora, con su ilusión consumista, con sus políticas brutales que aumentan con sangre la pobreza y la desigualdad.
Por su parte, las propuestas de Tercera Vía – a las que se aproxima el gobierno – tienen mucha timidez para enfrentar radicalmente los temas de distribución, ingreso y riqueza. Carecen de la energía necesaria para partirle el espinazo a la teoría del derrame. Porque es necesario afectar intereses que presionan y resisten políticas redistributivas a las que califican de populismo.
Y este es un desafío terrible para el gobierno y para el campo popular, el derrame propuesto por las teorías de la Tercera Vía no se produce, el asistencialismo no alcanza y un plan nuevo, un modelo distributivo a fondo requiere otra correlación de fuerzas, carácter político que no existe y debe ser creada. El caso de las tarifas de energía, pero también de transporte, es el ejemplo más cercano. Los subsidios que se agotan, las políticas tarifarias improvisadas, las privadas que no quieren perder sus fabulosas ganancias y la crisis económica, hacen que el asunto con todo su peso caiga sobre los bolsillos de los trabajadores. Es decir, que se cruzan los problemas de la pobreza y desigualdad con los modelos de desarrollo y crecimiento.
Entonces, para los sectores populares y nacionales no les queda otra opción que exigir, desde métodos y acciones propios, los que les corresponde en cuanto son los verdaderos creadores de la riqueza.
Agencia RA, 24 – 08 – 09
martes, 25 de agosto de 2009
Nacional
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