miércoles, 5 de agosto de 2009

El solidario acto de donar vida

Matías Soria

Enterada con la debida información sobre transplantes de órganos, Silvina Justel (docente mendocina de 32 años, casada y con dos hijos) tomó conciencia de que podía salvar a cualquier persona en peligro de muerte por enfermedad. Y con ese impulso solidario y comprometido decidió presentarse como donante voluntaria de médula ósea. Este loable gesto permitió que un muchacho de 23 años de Buenos Aires (a quien ella no conoce), pudiera “volver a vivir” con normalidad tras superar una leucemia que le consumía sus días. “Y pensar que de la operación solo me quedó una marca como si me hubieran picado tres mosquitos”, explica feliz Silvina, a modo de mensaje contra los erróneos prejuicios que se ciernen sobre la donación de órganos. La historia de un drama que se transfromó en esperanza.


Ahora, en este preciso instante, una persona está sufriendo aquejada por una enfermedad mortal y necesita urgente de un transplante de órgano para salvar su vida (hoy en día son más de seis mil pacientes los que se encuentran en lista de espera). Sin embargo, por ausencia de información, pasividad, reticencia, ignorancia y falta de compromiso, la cantidad de donantes voluntarios no alcanza para poder ayudar a las miles de personas que requieren con desesperación de un transplante. Por todo esto es tan importante una concientización de la sociedad sobre la dimensión de esta problemática.

La donación de órganos es uno de los actos solidarios de libre elección, generosidad y de mayor entrega que podemos realizar los seres humanos. Así lo entiende la mendocina Silvina Justel, quien en el año 2006 decidió presentarse en el Hospital Central como donante voluntaria de médula ósea. Este solidario acto permitió que cuatro meses atrás, un joven procedente de Cañuelas, provincia de Buenos Aires, agobiado por una leucemia, encontrará su única posibilidad de vivir a través de la compatibilidad de esa donación. Así se llevó a cabo un transplante de médula ósea pionero en el país (se hizo en el mes de febrero), ya que nunca antes se había desarrollado entre dos personas que no son familiares entre sí. Gracias a esta intervención, el muchacho de 23 años (el Incucai [Instituto Nacional Unico Coordinado de Ablación y Transplante] preserva la identidad del paciente) logró superar su aflicción y actualmente se encuentra de alta en su domicilio sin ningún tipo de signos de la enfermdad.

La extraordinaria experiencia que le tocó vivir recientemente a Silvina Justel no ha trastocado sus hábitos diarios en la apacible tranquilidad de su casa del Barrio Ujemvi, en Las Heras, pero la “felicidad interior” que dice sentir la ha motivado a “levantar bandera” y comprometerse en brindar información sobre la importancia en la donación de órganos, realizando charlas en diferentes escuelas y universidades de Mendoza.
Acompañada de su marido Fernando Sandes, y de sus dos hijos (Agustina, de 7 años, y Rodrigo, de 5), Silvina cuenta durante la entrevista que “todo comenzó cuando estuvimos viviendo en España. En busca de un futuro laboral mejor, nos radicamos durante cinco años en un pueblito y en varias oportunidades comprobamos el grado de conciencia que había sobre la donación de órganos. Me acuerdo que venía un ómnibus sanitario y la gente hacía cola para donar en forma voluntaria. Fue asombroso. Después nos enteramos de varias historias hermosas de chicos transplantados que pudieron recuperarse de sus enfermedades mortales ”.
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“Entonces, al volver al país, con mi marido no dudamos en anotarnos en el año 2006 como donantes de sangre y de órganos. Y cuando nos ofrecieron la posibilidad de ser además donantes de médula, también dijimos que sí queríamos hacerlo”, recuerda Silvina, quien tiene 32 años y se desempeña como docente del inivel inicial.

El tiempo pasó y, a principio de febrero de este año, recibió el llamado del Incucai. “Cuando me avisaron que había una persona que necesitaba urgente un transplante de médula y que yo era compatible, muchos fueron los que me dijeron que no fuera, que me iban a sacar un órgano o que estaba el riesgo de que me podía morir. Pero para mí fue algo gratificante, me sentiría muy mal al no poder ayudar a alguien que, de no encontrar donante, se puede morir. Me repreguntaron si todavía quería donar y yo dije convencida que sí”, expresa Justel, con la consciencia de saber que, de todos los donantes anotados de médula ósea, la única compatible con el paciente era ella.
“Quiero contar que el sistema de donación y transplantes es altamente sofisticado y muy seguro. Durante todo el procedimiento me preguntaban si quería dar marcha atrás con mi intervención, incluso hasta cinco minutos antes de la operación. Yo era consciente del paso que iba a dar, y en la intervención me extrajeron la médula con anestesia y por punción en la zona de la cadera, y no en la médula espinal como algunos pueden pensar. No sentí nada y solo me quedó una marca como si me hubieran picado tres mosquitos. Nada más”, agregó Silvina.

El paciente bonaerense fue dado de alta en abril ya que la médula transplantada prendió bien y la enfermedad se encuentra en remisión. El joven sufría de una leucemia mieloblástica (una enfermedad maligna de la sangre) y no respondía a ningún tratamiento convencional. Tampoco sus familiares eran compatibles, lo que es fundamental para evitar el rechazo del transplante. Pero Silvina logró el “milagro” de la compatibilidad, en lo que se convirtió en el primer caso en el país de este tipo de transplantes entre personas que no son familiares.

Según el médico Leonardo Feldman, jefe de transplantes de médula ósea de la Fundación Favaloro (en donde se realizó la intervención quirúrgica), “estos transplantes con donantes argentinos permite ahorrar tiempo y dinero, ya que debido a la poca cantidad de inscriptos en la Argentina, hay que buscar donantes del exterior, con costos que oscilan entre los 18.000 y 25.000 dólares. En cambio, con un donante local, permite reducir el costo a la mitad”.

El pasado 11 de abril, la ministra de Salud de la Nación, Gabriela Ocaña, le entregó a la mendocina Silvina Justel una placa de reconocimiento por su compromiso de vida, en un acto que se realizó enfrente del Obelisco por el 5ª anversario de la creción del Registro Nacional de Donantes Voluntarios. Estuvieron presentes Mario Perichón, presidente del Incucai, y Víctor Hugo Morales, director del Registro Nacional de Donantes Voluntarios de Células Progenitoras Hematopoyéticas.

“Todavía no conozco al joven que fue transplantado, pero nos dijeron que en un par de meses, cuando ya se encuentre totalmente recuperado, se puede concertar una reunión. Sería algo muy lindo y emocionante. Lo más importante de todo es que a través de la donación de órganos se pueden ayudar a miles de personas que están sufriendo y que pueden morir si no son transplantadas. No hay que ser pasivos, la solidaridad es lo mejor que le puede pasar a una sociedad en todos los sentidos”, completó diciendo Silvina Justel.


La historia de los egresados que decidieron donar sus órganos
A fines del año 2000 el diario Clarín publicó una soprendente noticia que merece ser recordada. Unos 57 chicos de General Lavalle, un pueblito ubicado al sur de la capital de Córdoba, decidieron festejar el final de la escuela secundaria inscribiéndose todo el curso en el Incucai como donantes voluntarios de órganos. Contaron que lo hicieron para “dar vida a otros” y para que la “sociedad pierda el miedo y tome conciencia”.
Los estudiantes de quinto año de la secundaria de Ciencias Sociales comenzaron a interiorizarse trabajando sobre este tema en el aula, y durante un año realizaron encuestas callejeras, visitaron casa por casa para informar a la gente del pueblo (de no más de 6 mil habitantes) y participaron en programas radiales y televisivos.
En la publicación de Clarín, una alumna de 18 años contó la experiencia: “A todos nosotros nos llegó al corazón las historias de Daiana y Santiaguito que salieron por TV. La nena padeció mucho, pero tuvo suerte: recibió un transplante de hígado. Santiguito, en cambio, murió. Pero sus padres sacaron fuerzas del dolor, escribieron un libro que acá leímos todos y siguen trabajando para que la gente tome consciencia de lo importante que es donar órganos”.

“Al principio a nuestros viejos les dio un poco de temor, pero ahora andan reo-orgullosos con nosotros. Incluso muchos también se anotaron. Hay que entender que a cualquiera de nosotros nos puede hacer falta un transplante. Creo que esta generosidad es lo que nos hace falta a todos en esta sociedad que es tan individualista, no le da importancia al otro y solo quiere comprar cosas. La solidaridad es lo que nos hace sentir más personas”, también cuenta otro chico en la nota.

Entre todos decidieron inscribirse en el Incucai para donar sus órganos. Esa fue la manera que eligieron para festejar el final de la escuela secundaria los chicos de General Lavalle, en Córdoba. (Fuente Dario Clarín).


Los mitos sobre la donación de órganos:


Mendoza, 05 – 08 – 09
Si una persona es donante y tiene un accidente, nada garantiza que los médicos traten de salvarla.
Falso.
El equipo médico que asistirá en la emergencia es diferente y separado del equipo de trasplantes. La organización de procuramiento de órganos es contactada cuando todos los esfuerzos por salvar una vida han fallado y se ha determinado la muerte. Como escuchamos recién, los médicos pronuncian la muerte cerebral solamente después que todos los criterios médicos hayan sido llenados, y no hay ninguna esperanza de sobrevivir. Se notifica al equipo de trasplante sólo cuando la familia ha dado el consentimiento. Sea o no donante es igual, todo lo médicamente posible se hará para salvar al ser querido.

El cuerpo de la persona fallecida no se desfigura cuando se le extraen órganos para ser transplantados.
Verdadero.
La operación se realiza con todos los recaudos de las intervenciones quirúrgicas de más alta complejidad y riesgo. Se extraen los órganos dejando intacto el cuerpo, que es tratado con la máxima consideración y el profundo respeto que corresponde. Inmediatamente después de la cirugía de extracción de los órganos, el cuerpo es entregado a la familia para el funeral. La donación de órganos y/o tejidos no interferirá con un entierro de ataúd abierto, si la familia así lo desea.

Para realizar un transplante es necesario que los órganos todavía funcionen.
Verdadero.
El transplante se realiza cuando hay muerte cerebral, que es la pérdida total de las funciones cerebrales y de los reflejos espontáneos de forma irreversible. Esto equivale a la muerte. En esta circunstancia la respiración se presenta pero no es espontánea, lo cual es poco comprensible ya que se considera que si alguien respira está vivo, pero es necesario aclarar que en este caso la respiración es sólo una función artificial porque ya no hay vida. Los órganos y tejidos pueden funcionar por un corto tiempo si son apoyados por un respirador mecánico. Este respirador es necesario para proveer oxígeno a los órganos vitales y se mantendrá hasta que el recobro de los órganos pueda ser arreglado y ejecutado - normalmente en unas horas. Sin oxígeno los órganos cesarían de funcionar y no serían transplantables.
Existe un equipo médico que evalúa la certeza de la muerte cerebral, única condición en la que se pueden donar órganos después de la muerte.


Información:

La voluntad de donar órganos se puede manifestar en los hospitales, diversas dependencias del área de salud (nacionales, provinciales y municipales) e instituciones de bien público, a partir de los 18 años. El INCUCAI (Instituto Central Único Coordinador de Ablación e Implante) es un organismo dependiente del Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, responsable de impulsar, coordinar y orientar el Programa Nacional de Transplante de Órganos. En Mendoza, funciona el INCAIMEN (Instituto Coordinador de Ablaciones e Implantes de Mendoza), dependiente del Ministerio de Salud (Fuente: Ministerio de Salud del Gobierno de Mendoza)

La Quinta Pata, 05 – 08 – 09

La Quinta Pata

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