Manuel Navarro
Hiroshima, Japón. Con el tradicional minuto de silencio, vuelo de palomas y el llamado a favor de la paz, Hiroshima rememoró hoy el aniversario 64 de su martirologio nuclear por Estados Unidos, en el primer ataque de su tipo en el mundo.
La bomba atómica lanzada sobre esta populosa ciudad del oeste japonés el 6 de agosto de 1945 fue seguida por una segunda, tres días después, en Nagasaki, donde fallecieron unas 70 mil personas.
Más de 50 mil asistentes, entre ellos los sobrevivientes (hibakusha) del holocausto, participaron de la ceremonia conmemorativa realizada a unos metros de la Cúpula de Genbaku, un ex salón de exposiciones del que sólo queda el Domo y su estructura calcinada, único edificio que quedó en pie luego de que estallara la bomba.
El primer ministro Taro Aso e integrantes de su Gabinete estaban también presentes, así como los representantes de unos 60 países, ante el monumento de granito dedicado a los 140 mil muertos por el artefacto que arrojó Estados Unidos cuando los militaristas nipones estaban derrotados durante la Segunda Guerra Mundial.
Décadas después de aquella masacre, miles de personas mueren cada año por los efectos de la radiación, que genera enfermedades tales como leucemia u otros tipos de cáncer, cuyos nombres son inscriptos en el monumento de granito negro.
En una breve alocución, el alcalde de Hiroshima, Tasatoshi Akiba, abogó por la abolición de las armas nucleares de cara a 2020 y aseguró que los hibakusha siguen sufriendo un infierno.
Akiba instó al gobierno japonés apoyar a los hibakusha, incluidos los que fueron víctimas de la lluvia negra y a los que viven en el extranjero.
El jefe del gobierno Taro Aso reiteró por su parte la promesa de que Japón acatará firmemente los tres principios antinucleares y liderará a la comunidad internacional hacia lograr el objetivo de abolir las armas atómicas y conseguir una paz duradera.
Sin embargo, Aso admitió en rueda de prensa que un mundo sin armas nucleares sólo puede existir sí todas las bombas de ese tipo desaparecieran de golpe del planeta.
Y sostuvo que en circunstancias normales, es inimaginable y no es justo creer que si alguien las abandona unilateralmente, los otros las abandonarán también.
PL, 06 – 08 – 09
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