M. Luz Gómez
Confiando en una doctrina caduca pero persistente, se sigue apostando a un sistema educativo que nos engaña desde hace tiempo prometiendo educar a las futuras generaciones transformadoras de toda la realidad... educar con las mismas herramientas que regeneran lo que hace miserable la realidad.
Es triste, verdaderamente triste, ver cómo se juzga la situación de supuesta “ignorancia”, “desgano” e “indiferencia” de miles de chicos que alguna vez acudieron o acuden a la escuela, o simplemente nunca la pisaron, cuando es el mismo sistema educativo, legitimado por todo un grupo personas supuestamente educadas, el que genera esto.
Es deplorable, verdaderamente deplorable, reconocer que miles de chicos son alienados e intimidados por aquello que tendría que generarles motivos de acción y deseos de futuro. Porque educar no es otra cosa que promover la humanidad, la existencia libre y digna de sujetos y no de objetos.
Es indignante, verdaderamente indignante, ver cómo aquellos que intentan acallar voces, prohibir el que otros “sean”, nos estafan presentándonos su sistema como el único capaz de brindar un poco de saber, siempre “su” saber, a las pobres masas sociales, y nos generan temor ante cualquier tipo de reforma educativa que promueva la “concienciación” del pueblo, de nosotros, tildándola de rebelde, subversiva, revolucionaria, etc.
Nuestro sistema educativo ha estado y está así porque no se ha entendido que la educación es un proceso que se da entre hombres iguales que se acompañan y guían en el descubrimiento de la “palabra”, palabra que encuentra verdaderos sentidos solo en el mundo particular que habitan esos hombres, palabra que genera conciencia, conciencia del “ser hombre”, hombre oprimido que al tener voz grita para liberarse. SU palabra, SU mundo, SU conciencia, SU libertad, no de otros.
Es necesario promover HOY un cambio educativo, no solo de políticas, estructuras, contenidos, etc., sino de formas. Ya se ha dicho y repetido mil veces que la educación es una herramienta de mejora social, nadie duda de esto, y alienta saber que hay varios que creen en esto, pero tampoco es menos cierto que la única educación que verdaderamente vale es aquella que se construye a partir del diálogo y no se impone, aquella que genera conciencia y no temores, aquella que promueve la acción y no la parálisis, aquella que humaniza y no materializa al hombre, porque la educación que le permite reflexionar sobre el sentido de su palabra es aquella que también le permite ser libre para transformar su realidad.
Río de palabras, 09 – 09 – 09
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