domingo, 7 de febrero de 2010

Las reservas de la guita

Sebastián Moro

Ocho veranos atrás la estampa peleadora de Tita Merello resurgía fantasmalmente: “¿Dónde hay un gomán m`hijito?” clamaban desesperados 40 millones de argentinos. La continuidad de la política económica de los 90, seguida por los radicales a Cavallo de un endeudamiento humillante y de un ajuste bestial (poda de sueldos y jubilaciones, vaciamiento presupuestario de salud y educación y abandono de 20 millones de pobres y desempleados a las buenas del Dios Mercado) hizo implosionar al país. No quedó para los nativos ni un peso o dólar, todo desapareció. Cuando las señoras recoletas no pudieron salir de vacaciones, el establishment reaccionó.

Tras 6 años de crecimiento ininterrumpido (debacle mundial mediante) la acumulación de reservas genuinas (sin privatizar ni obliterar a la sociedad con blindajes extorsivos) es histórica. La intención presidencial de disponer de las reservas para impulsar políticas públicas de desarrollo social y pagar lo mal heredado bastó para que el establishment se abroquelara tras una justicia acomodaticia y dictatorial (único estamento sin purga del Proceso y con un silencio tan culpable como el de la Iglesia), arremetiendo con el clarín y los capitales espurios estadounidenses como estandartes y la misión de Cobos, pródigo hijo bobo haciendo lo suyo: inmovilizar toda iniciativa que atente contra los intereses de sus cuantiosos publicistas.

Defaulteadores precoces y adalides del ajuste por derecha, y del caos por siniestra (que posibilitaría la “profundísima” revolución de las cacerolas metropolitanas), se vio por estos días a economistas que nos pisan la cabeza desde hace 40 años y a gerentes políticos abalanzarse como buitres sobre la discusión de autonomía financiera y legitimidad del pago de la deuda. Con la excepción de los honestos argumentos de Solanas (cuya oposición, mientras se pasea por TN haciéndole el juego al status quo, se emparenta cada vez más con la de Buzzi arriba de la Mesa), resulta sospechosa la virtud republicana de los responsables de la catástrofe nacional de fin de milenio. Los mueve el botín, la posibilidad de sacar tajadas, de cobrarse sueldos como “operadores” y una ideología ultraneoliberal. Felices por el Chile de Piñera (quien va por el cobre, al que ni el mismísimo asesino Pinochet se animó), el partido de los empresarios, de la ortodoxia, de la fuga de capitales, de la economía estrangulada y entregada, el partido de Cobos, el doblado, vislumbra 2.011 (o antes, no se aguantan) y se relame: es la oportunidad para diseñar mecanismos recetados por el poder económico concentrado y empujar al gobierno nacional por los derroteros de la crisis. Preparan un escenario. Con o sin plata, vacacionando en Miami o atrincherados en el Central, los reservistas cazadores, buitres externos y foráneos, nunca se fueron.

Río de Palabras, 28 – 01 – 10

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario