domingo, 13 de junio de 2010

No solo una palabra

Marcos Meloni

Dos Bicentenarios, uno de la América Latina grande y otro de nuestra Argentina. Dos nuevas formas de entender nuestro presente geopolítico, un nuevo posicionamiento a nivel regional. Una nueva integración con lazos que van más allá de los económicos. Nuevas consignas ideológicas que de a poco se van transformando en un horizonte más popular y humano que aquellas novedades del neoliberalismo plagadas de individualismo y competencia. Nuevos desafíos para un redescubrimiento de personalidades que han hecho de nuestra América un lugar de resistencia y de lucha a los intereses más colonialistas y explotadores de las potencias históricas y actuales.

En este inmenso panorama nos encontramos. Recientemente conmemorado el aniversario de los doscientos años de nuestro camino hacia la independencia, parece importante mantener una reflexión constante sobre la necesidad de perseverar en un lineamiento integracionista, aunando criterios y limando diferencias que siempre han servido para mantener nuestros países hermanos separados, intereses foráneos que alimentan contradicciones internas, y crean conflictos en pos de la división y la confrontación. Muchas veces lo han logrado y actualmente lo siguen realizando con métodos muy sutiles y no tanto. La infiltración ideológica nunca cesó. Esta estrategia camuflada de cultura global, del mundo sin fronteras, es resistida cada vez con más fuerza y conciencia. Aunque no es una tarea sencilla. Cada país tiene sus sectores retrógrados con sus naturales opositores, una fuerza siempre presente y que cada vez se demuestra más débil en sus contenidos ideológicos simultáneamente acrecienta su potencial económico y mediático. Pero a pesar de tal contradicción doméstica, es necesario que se discuta y se marque cada vez más estas diferencias que hacen que la democracia no sea tan solo una actitud demagógica.

Sin embargo, el Bicentenario se vivió como una gran fiesta que resignificó, en contraposición al Centenario, lo que fue y será una reivindicación del pueblo y no de la oligarquía agroexportadora anglófila de principio del siglo 20. Aunque se pueda acusar (ejercicio por demás explotado) al actual gobierno sobre sus políticas progresistas respecto de la Memoria histórica y de la elección de personalidades. Actores que por distintas razones y circunstancias fueron ignorados, rechazados y hasta bastardeados por antiguos detentadores del poder en un país que casi durante dos siglos mantuvo una inestabilidad institucional y política que hoy muestra otra cara y muchos más motivos invitan a seguir luchando por la unidad y dignidad popular, pilares de una democracia que merece más Bicentenarios y una defensa impostergable por lo que es de todos.

Río de Palabras, 03 – 06 – 10

La Quinta Pata

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