Sebastián Moro
En muy poco tiempo saltó de la universidad a liderar a sus paisanos y de allí invitado a participar de un poder distinto. Poder al fin. Luego traicionó, jugó de idiota útil para lo peor del país, conoció el circo del estrellato, se lanzó estimulado por el Gran Premio y por fin desbancó su vuelo, picoteado por otros pajarracos. Un solo hondazo lo complicó. El de la realidad.
Sin embargo, Cobos (un doble) nuncadejó de correr.
El Forrest Gump que los mendocinos y el afán transversal de Néstor supieron conseguir, corre los agobiantes fines de semana de enero por la ruta a Chile. Dice así estar en campaña. Nadie sabe de qué o para qué. Solamente los empleados de Mdz acompañan esa carrera solitaria, sin horizonte, destino, ni suelo. Las fotos del maratonista, sus vaivenes, sus propuestas de cero a cero provocan la risa de sufridos internautas domingueros. Tan incompetente se lo ve que ni los del “campo” se quieren juntar con él.
Corre Cobos, corre. La estrella se apagó, sus aportes a la política y a la sociedad no pasaron de efímeros efectos de películas, malos reflejos yanquis.
Expulsado de por vida, perdonado, endiosado y otra vez condenado por sus correligionarios de la UCR, la aspiración presidencial del vice no es más que otra fuga hacia adelante. Sin siquiera estructura, menos aún propuestas y hasta sin aguateros. Cobos va por nada, a ningún lado.
Los radicales, no Cristina, terminarán por quitarle todo. Le cobrarán sus malas jugadas, el eterno titubeo, la recurrente doblez: Sanz (otro doble) Socialista de Empresarios e Industriales, pisa fuerte con la derecha y Alfonsín (más doble) con zurda ortopédica se ilusiona segundón para octubre. El resultado de esta contienda se aproxima a la fuga de votos. De uno a otros. Un partido vacío de contenido. Como Hollywood.
Corre por la liebre.
Ni siquiera en la provincia Cobos tiene asegurado laburo para los próximos años. Su probable abandono prepresidencial conlleva una feroz rosca “cívica” por una gobernación que se daba por reconquistada hace meses. La diáspora está en marcha. Cornejo salta salta, Iglesias y Fayad aceleran. Las montañas atravesadas por San Martín tiemblan de vergüenza.
Traición y oportunismo no engrupen fácil ahora a la medallita de la caricia del pueblo. Algo pasa con la “gente” que Cobos no ve, reconcentrado en la cinta infinita de asfalto, mientras se conduce a la política por un camino para todos. Con sudor. Hasta aquí no ha sido ese el trayecto del ingeniero. Ni siquiera una ilusión.
Sigue corriendo, Cobos.
Río de Palabras 39, 30 – 01 – 11
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