domingo, 30 de enero de 2011

Organizaciones de DDHH quieren tributo a V. Cerruti. Juicios: declararon el Flaco Morgante y Héctor Chávez.

Un tributo a Victorio Cerutti


Laura Vales

La familia del empresario secuestrado por la Marina en 1977, a quien le hicieron ceder sus bienes, empezó una campaña para lograr que la casa donde vivió se convierta en Museo de la Memoria. Falta que el Congreso nacional apruebe la expropiación.

Las nietas de Victorio Cerutti, desaparecido en 1977, relanzaron una campaña para juntar firmas en reclamo de que la casa donde vivió el empresario mendocino –y en la que fue secuestrado– se convierta en un Centro Cultural y de la Memoria. Está ubicada en Chacras de Coria, Mendoza, provincia que por su perfil conservador todavía no tiene ningún centro de este tipo. Cerutti era el presidente de la firma Cerro Largo cuando, en enero de 1977, fue secuestrado junto a su yerno, Omar Masera Pincolini, por el Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada. Los marinos desaparecieron también al abogado de la firma, Conrado Gómez, y a su administrador, Horacio Palma, y se apropiaron de las tierras de la familia. El caso llegará a juicio oral este año, como parte de la megacausa por los crímenes cometidos en la ESMA.

“La casa ya fue declarada patrimonio histórico por la Legislatura provincial, pero falta que el Congreso (nacional) sancione la ley de expropiación”, señaló Mariana Masera, nieta de Victorio, que impulsa la campaña junto a su prima Mónica Cerutti. El pedido de adhesiones (que pueden hacerse a través de la página www.barriocasagrande.com) tiene urgencia porque el proyecto de ley quedó trabado en Diputados. Había logrado la media sanción en Senadores, pero ahora está a punto de perder estado parlamentario.
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La idea de que la casa – que tiene diez habitaciones, un patio central y un jardín – sea un espacio de referencia de los derechos humanos para Mendoza es apoyada por todos los organismos de la provincia. Comenzó a tomar forma en 2006. Dos años más tarde, con el apoyo del gobierno kirchnerista y la firma de la entonces senadora por Mendoza, Marita Perceval, el proyecto ingresó a la Cámara alta. Allí fue aprobado por unanimidad. Mónica Cerutti detalló lo que siguió después: “En Diputados, Vilma Ibarra se ocupó de que fuera aprobado en la comisión de Legislación General y Victoria Donda en la de Derechos Humanos. Pero quedó trabada en la comisión de Presupuesto, en las últimas sesiones del año pasado, cuando la oposición bloqueaba el tratamiento del Presupuesto nacional. En esa lógica de no trabajo que se dio en el Congreso, el proyecto terminó congelado”.

Cerutti fue secuestrado el 12 de enero de 1977. Hombres del grupo 3.3.2 de la ESMA, que actuaba bajo las órdenes del almirante Emilio Massera, entraron a las tres de la madrugada a la vivienda, forzando las puertas con golpes y patadas, y se llevaron al empresario, que tenía 75 años. En otro sector de la misma finca, conocido como “La Casita”, dormía su yerno, Oscar Masera Pincolini, de 41 años, junto a su mujer y sus tres hijos. También se lo llevaron, después de golpearlo hasta dejarlo inconsciente.

Cerutti provenía de una de las familias fundadoras de Chacras de Coria, donde se dedicaba a la vitivinicultura; su yerno Omar era ingeniero agrónomo. Unos días antes de que los secuestraran habían sido desaparecidos en Buenos Aires, también por la Armada, los otros dos socios de la empresa Cerro Largo, el abogado Conrado Gómez y el contador Horacio Palma. Los llevaron a todos a la ESMA, donde luego de meses de cautiverio fueron obligados a transferir las tierras de Cerro Largo a la sociedad Wil-Ri. El nombre de esta SA estaba formado por la conjunción de las sílabas iniciales de los nombres de dos represores, Wil por Federico Williams, nombre falso del torturador de la ESMA, Francis William Whamond; y Ri por Héctor Ríos, nombre falso de Jorge Rádice, otro torturador del centro clandestino.

Wil-Ri tenía sede legal en Cerrito 1136, 10º piso, Ciudad de Buenos Aires, el mismo domicilio legal del Partido para la Democracia Social del almirante Massera. En los ’80, la SA fue comprada por una nueva empresa, perteneciente al hijo del represor Eduardo Massera y su tío Carlos Massera.

La casa no fue apropiada por los marinos, aunque sí malvendida por la esposa de Cerutti, a raíz de numerosas amenazas. La intención del proyecto es que funcione un museo, pero que también tenga aulas para dar clases, una biblioteca y un lugar para exposiciones y otras actividades culturales.

En Chacras de Coria, el proyecto tiene el apoyo de los vecinos, que ya en el ’99 evitaron que el lugar fuera demolido, frenando un intento de que se construyera ahí un supermercado. Junto con la iniciativa por el Centro de la Memoria, también se está impulsando el reclamo de que el loteo apropiado por los marinos y denominado desde entonces Wil-Ri cambie su nombre y el de sus calles por los de Honor por Victorio Cerutti, Justicia por Omar Masera, Equidad por 30 mil desaparecidos, Caridad por Conrado Gómez y Amistad por Horacio Palma.

“Los organismos de derechos humanos y un sector importante de la sociedad han luchado para que en Mendoza pudieran comenzar los juicios por los crímenes de la dictadura”, señaló Mónica Cerutti. “Fue una lucha muy grande, porque hubo jueces y otros funcionarios que desde dentro del poder judicial se oponían, por haber sido cómplices de los militares. La provincia se merece tener u n espacio para la memoria y la defensa de los derechos humanos.”

Página 12, 25 – 01 – 11

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“El aparato represivo no sólo funcionó con gorras”

Daniel Calivares y Alejandra Molina

Lo afirmó el ex detenido Héctor Chávez, apuntando contra la Justicia federal. También declaró un ex diputado que fue preso político.

Héctor Chávez y Gerónimo Morgante fueron dos abogados peronistas detenidos durante la última dictadura militar, quienes, durante la jornada de juicio de ayer, detallaron ante el tribunal los tormentos que les tocó vivir en prisión. Ambos confirmaron que a los detenidos se les propinaban fuertes golpizas, pero Chávez fue un poco más lejos y cargó duro contra los ex jueces Gabriel Guzzo y Guillermo Max Petra Recabarren y el camarista federal Otilio Romano.

Morgante fue peronista desde los diez años, según explicó en el juicio por delitos de lesa humanidad. Su militancia lo llevó a ser diputado provincial en la década del 60 y funcionario de Alberto Martínez Baca durante la gobernación de este. Pero también lo llevó a ser uno de los tantos detenidos que pasaron por el D2 y por la Penitenciaría provincial y que tuvieron el raro “privilegio” de haber sido trasladados en el “vuelo de la muerte”, el mismo que llevó a un centenar de detenidos políticos de Mendoza a La Plata.

Por su parte, Chávez era apoderado del Partido Auténtico, línea ideológica filo peronista, a la que también pertenecía Morgante. Fue detenido el 19 de marzo de 1976 y liberado el 19 de marzo de 1979. El día de su detención también el ejército se llevó de su estudio a clientes que lo estaban esperando. Según el relato de Héctor Chávez, “el nivel de sofisticación en la crueldad era sorprendente”.

“A unos les pegaban más que a otros, yo era de los que cobraba parejito todos los días. Varias veces me desmayaba en los interrogatorios, por los golpes, y me despertaba en la celda sin saber cuántas horas de inconsciencia había pasado”, detalló el abogado. En su declaración, el hombre también explicó que estuvo detenido tres años, desde 1976 hasta 1979, sin conocer verdaderamente cuáles fueron los motivos de su aprehensión.

De allí que Chávez cargara duro contra la pata civil del golpe de Estado y, específicamente, contra los ex jueces Guzzo y Petra Recabarren así como contra el juez Romano. “En una oportunidad, con los ojos vendados, durante un interrogatorio personal del ejército, me informan que habían amenazado al director del penal de Boulogne Sur Mer y que iban a realizar una pericia caligráfica para encontrar al responsable, así que después de golpearme me hicieron firmar.

Yo firmé en mayúsculas y solo con mi nombre”, detalló Chávez. “Luego comprobé que a ese documento le dieron validez de declaración, era algo grosero en términos legales. Para mí, el aparato represivo no sólo funcionó con gorra, sino también con civiles, como estos jueces (por Petra, Guzzo y Romano), que hacían vista gorda de lo que realmente ocurría”, enfatizó el ex detenido.

La detención de Morgante
“Yo sabía diez días antes que venía el Golpe”, explicó Morgante, quien agregó que, una vez que se produjo, un grupo de militares fueron a buscarlo a la casa de su hermano y a la suya, pero él se encontraba en San Juan, por lo que, a través de la mujer, se comunicó con el Comando Militar, en donde le indicaron que se presentara en la Casa de Gobierno el 30 de marzo de 1976.

“Fui a la Subsecretaría de Comercio y me dijeron que fuera a la de Agricultura. Como a la media hora llegaron dos conscriptos, me llevaron detenido a la guardia, llegaron cuatro más de civil y me llevaron al D2, me pusieron en sala grande, pero no me golpearon, aunque tampoco me sacaban al baño y debía hacer mis necesidades en latas de leche Nido”, explicó Morgante. El testigo señaló también que, en una oportunidad, le hicieron creer que lo llevaban a Papagayos, lugar en donde, previo al Golpe, habían sido encontrados varios cuerpos. Incluso, le dijeron dos policías que lo acompañaban mientras él iba vendado que lo iban a fusilar.

Finalmente, le ordenaron que se tirara, pensando que había un pozo, lo hizo, y se encontró con que era ripio y que todo había sido un simulacro, ya que nunca se habían ido a Papagayos, sino que estaban nuevamente en la playa de estacionamiento del Palacio Policial. Morgante, quien era miembro del Partido Auténtico y creador de un comunicado en donde se acusó al jefe de Policía Julio César Santuccione de haber colocado una bomba en una farmacia perteneciente a Martínez Baca, explicó que lo interrogaron al menos en tres ocasiones y, en una de ellas, un hombre con acento porteño le preguntó por unas acciones de la bodega Calise. Hasta hoy Morgante no sabe a qué se refería.

A los dos o tres días de ese interrogatorio, Morgante partió rumbo a la Penitenciaría, en donde estaría hasta el 25 de setiembre de 1976. “Nos subieron arriba de una camioneta, subimos al avión, algunos de los detenidos llevaban una cinta y les pegaban más que al resto, a otros nos pasaban por encima”, afirmó Morgante. Ese vuelo, al que hizo referencia el testigo, fue a bordo de un avión Hércules, en el que se trasladó a un centenar de presos políticos.

Entre ellos era conocido como “el avión de la muerte o del diablo” “En el avión estaba Di Benedetto, otro hombre de apellido Bonardel, yo y Chávez, también iba un pibe Aquaviva y al lado de él, Bustelo”. El destino de todos ellos era la Unidad 9 de La Plata, donde fueron recibidos a los golpes por miembros del servicio penitenciario que los estaban esperando. “A los meses sale en el diario que yo debía salir, alguien dijo que yo era montonero y, por eso, no me fui.

El día que me lo dijeron se iban todos y, a las 21, me llevan a un salón, me dicen que había un problema y, a la medianoche, me dicen que no me iba, porque tenía una orden de captura del 27 de mayo de 1976, cuando yo ya estaba preso. Hoy estoy agradecido de que no me hayan dejado salir, porque los que se iban a esa hora no llegaban muy lejos”. Morgante fue finalmente trasladado a la Penitenciaría provincial en octubre de 1977 y el 2 de junio de 1978 fue puesto en libertad, Según explicó, él no sufrió torturas, pero dijo: “En el penal tengo entendido que a muchísimos los golpearon, eso era vox populi”.

La Quinta Pata

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