Alejandro Frias
Periodismo gráfico
La mezcla de agua y ácido nítrico sólo carcome el metal que no está protegido por el barniz, y mientras más tiempo esté sumergida la plancha de metal en la solución, más profunda es la huella que deja.
Este es, básicamente, el proceso para obtener un aguafuerte.
¿Y por qué comenzar una reseña sobre la presentación de un libro con la descripción de un método utilizado en la plástica? Porque el martes 14 de junio a la noche en el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza (MMAMM), Miriam Di Geronimo recurrió a esta imagen al hablar del nuevo libro de Julio Rudman, Caramelos ácidos (textículos) –Ediciones Al Margen–, trazando un parangón entre lo que escribe este periodista mendocino en el siglo XXI y aquello que escribía Roberto Arlt en la primera mitad del siglo XX.
Pero esta no fue la única comparación con formas ya (aparentemente) en desuso de hacer periodismo, puesto que Ernesto Espeche, otro de los invitados a la mesa de presentación del libro, comparó la producción de Rudman, o mejor, los textos incluidos en su blog y ahora en Caramelos ácidos, con los que escribían Moreno, Belgrano, Alberdi en el siglo XIX.
El último en referirse al libro, antes de que por fin tomara la palabra Julio Rudman, fue el poeta Carlos Levy, quien, ante todo, señaló que había que tener unos buenos calzoncillos para llevar semejantes “textículos”.
Muchas cosas más se dijeron en la presentación de Caramelos ácidos, pero, además de la dificultad que significaría recuperar todas en este espacio, con las reseñadas nos alcanza para aproximarnos a este libro, que no es otra cosa que una compilación de los textos que desde principios de 2010 Julio Rudman publica en su blog (http://www.julio-rudman.blogspot.com ), el cual, como bienvenida, muestra la siguiente frase de Juan Rulfo: “los seres humanos no se distinguen por ser creyentes o no creyentes, de izquierda o de derecha, blancos o negros. Los seres humanos somos indignos o indignados”.
Los escritos de Rudman en su blog son desenfadados, irónicos, despiadados por momentos, tan ácidos que pueden dejar en el lector desprevenido una huella tan profunda como la de la mezcla de agua y ácido nítrico en el metal, a la vez que proponen una forma alternativa de hacer periodismo, una forma de involucrarse con lo que se dice, porque lo que escribe está diciendo en primera persona, lo que convierte al cronista en uno más de los protagonistas de las historias.
Así, los temas de la cotidianeidad de este periodista pueden ser aquellos que se encuentran en la agenda de los medios (ya se sabe, tantas veces tan viciada de intereses corporativos) u otros que lejos quedaron de las pantallas y los micrófonos. A la vez, cuando Rudman se mete con alguno de los temas que están en boga, lo hace desde perspectivas insospechadas, o sospechadas y conocidas por la gran mayoría, pero silenciadas por los dueños de los medios.
Caramelos ácidos es, sin duda, un libro que marca tendencia en cuanto a las formas de reflejar la sociedad en la que vivimos, y una de sus principales fortalezas es la de la hibridación (marcada también por Di Geronimo el martes), lo que le permite a Rudman enlazar lo narrativo con lo periodístico, lo histórico con lo poético, lo sórdido de la sociedad con la belleza de un texto que apunta directo al corazón de varios.
Como varias veces lo ha hecho, Rudman acaba de lanzar una pelota a rodar, quedará en las voluntades, necesidades e intereses del resto de los jugadores la decisión de involucrarse en el juego.
La Quinta Pata, 19 – 06 – 11
No hay comentarios :
Publicar un comentario